Emma Sheridan, una chica particular, brillante y a la vez extraña, probablemente una romántica empedernida. De sus ojos no desaparece Eddie Munson, el típico metalero de escuela americana, con parches de bandas como Metallica y Iron Maiden en todas...
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— ¿Tienes esposo?—pregunta Emma algo confundida. Stuart y Grayson se miran de reojo, saben que la chica puede estar más que confundida, entonces se sientan frente a ella.
— Emma, cariño, siempre tuve mucho miedo— Stuart toma su mano—Sé que jamás debí desaparecer de tu vida y me arrepiento mucho por eso, pero tu madre me hizo sentir muy mal por mucho tiempo. Quiero que esto sea transparente para los dos, quiero que hagamos bien las cosas, quiero estar presente en tu vida— Emma suspira mira hacia todos lados, y no sabe cómo actuar, ni qué decir. ¿Tanto tiempo le costó poder acercarse a ella?
La chica se para, Eddie también lo hace.
—¿Estás bien?— pregunta en su oído, ella asiente.
— Sólo quiero un poco de aire— suspira, y camina hacia la puerta. Grayson le hace un gesto a Stuart para que vaya a ver a su hija. Emma reconoce el patio porque hay un gran ventanal donde hay una alberca gigante e iluminada. Ella sale y se sienta el pavimento, mira las estrellas, intenta analizar aquello que le ha pasado. ¿Por qué este último tiempo sólo ha sido para las desgracias?
— Emma...— Stuart abre el ventanal y se sienta al lado de su hija— No creí que mi manera de ser pudiera molestarte.
— ¿Piensas que el problema es que seas gay?— ella hace la pregunta con algo de espanto, para Emma es de lo más normal, no se lo esperaba, pero no representa un problema para ella.
—Bueno...quiero que sepas de que en serio amé a Ophelia , pero también conocí a Grayson, siempre me esforcé por ser quien no era, y sufrí muchos años en silencio. Si me fui de tu lado, fue porque Ophelia me hizo sentir horrible, me dijo que no era de Dios, que su vientre estaba maldito y que tú saldrías enferma. No aparecí porque tenía mucho miedo, porque pensé que me rechazarías, porque creí que Ophelia crio a otra Emma.
—Me alegra mucho poder verte, poder conocerte y que me reveles que estás felizmente casado con un hombre que de seguro te ama mucho. Pero, tú y mamá nunca se preguntaron si es que yo estaba sufriendo. Me hiciste falta Stuart, mamá me ha hecho la vida imposible durante años, es más, tuve una discusión por esto, también discutí por Eddie, comprenderás que mamá me critica por todo, comprenderás que quizás siempre quise un apoyo extra.
— No hay día que no piense en eso, no hay día que no piense en que fui un cobarde, y por eso ahora quiero aprovechar el tiempo que no pasamos juntos. Quiero que seas mi hija, quiero que me cuentes tus cosas, sabes que apoyo tu relación con Eddie...conmigo jamás te faltará algo. Puedo darte todo lo que jamás has tenido.
— Papá, con mamá jamás me faltó algo, mamá siempre me lo dio todo, en sus términos, pero me lo dio. Yo simplemente necesitaba tu cariño, saber tu nombre, saber quién eres. Ahora sé que eres un arquitecto, y que tienes un esposo que te quiere mucho— Emma sonríe con algo de dolor, al entrar, notó de inmediato una pared repleta de cuadros con fotos de él y Grayson viajando por todo el mundo— Conociste todo el mundo y creo que jamás te preguntaste en qué parte del mundo podría estar yo.
