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Ophelia, la madre de Emma, llega al pequeño apartamento de su hija, que ahora vive sola, sintiendo la ansiedad y la carga emocional de todo lo que ha pasado

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Ophelia, la madre de Emma, llega al pequeño apartamento de su hija, que ahora vive sola, sintiendo la ansiedad y la carga emocional de todo lo que ha pasado. La puerta se abre con una mezcla de nerviosismo y esperanza mientras Ophelia busca reconciliarse con su hija después de muchos meses de distancia emocional., aunque probablemente fueron años, donde ella siempre pasó por alto los reales problemas de su hija.

—Emma, cariño...—Emma, sorprendida por la visita de su madre, la invita a entrar. El aire se llena de una tensión palpable mientras ambas mujeres se sientan, enfrentando años de separación y malentendidos, la devoción enfermiza de Ophelia, jamás le permitió ver los ojos de su hija, ahora marcados por el dolor.

— Hay algo que necesito decirte, algo que debería haber dicho hace mucho tiempo— Emma, con una mirada expectante, escucha mientras su madre se sumerge en un doloroso acto de contrición—Estuve equivocada, Emma. No debería haber rechazado tu embarazo. Ahora entiendo el dolor que te causé, y me siento culpable por todo lo que has pasado. No hay día en que no piense sobre lo mal que has de sentirte, perder un bebé es una experiencia que no merecías, mi amor— Emma mira a la mujer, tiene rabia, desea hacerla desaparecer con tan sólo un chispeo de dedos, las disculpas de su madre, no cambiarán el pasado. El apartamento se impregna de la complejidad de las emociones mientras Ophelia expresa su arrepentimiento por no haber aceptado a Emma cuando más la necesitaba— Lamento no haber estado allí para ti cuando más me necesitabas. Mi falta de apoyo fue un error que no puedo dejar de lamentar— Emma, aunque sorprendida por la sinceridad de su madre, se enfrenta a una oleada de emociones encontradas. La visita se convierte en un momento de verdad y posible reconciliación, ella siempre dio todo por su madre, su amor incondicional y su eterna espera por ver un mísero cambio en la mujer, le hizo sentir como una historia interminable y repetitiva— No puedo cambiar el pasado, pero deseo sinceramente poder compensar todo el dolor que te causé— dice la mujer, desesperada por no obtener una respuesta de su hija.

—Mamá, las cosas han sido difíciles, no estoy en mi mejor momento. La ausencia de Eddie me hace muy mal. Y ahora vienes a pedir perdón, cuando no sólo es lo del bebé, es que creo que no me conoces, nunca quisiste hacerlo y yo perdí parte de mi vida, moldeando mi personalidad para que tú me quisieras, para que sintieras que soy digna de tu Dios. Tu Dios que me arrebató algo importante, quizás lo hizo como castigo por todas las veces en que pensé que te odiaba. Ahora te tengo acá, parada frente a mí, arrepentida por tu lengua venenosa, y creo que, aunque quiera, no puedo odiarte porque eres mi mamá.

La visita de Ophelia se convierte en un primer paso hacia la reconciliación, un esfuerzo por sanar las heridas emocionales que han persistido durante mucho tiempo entre madre e hija. La habitación se torna extraña, a ratos hay silencios.

{...}

Emma, tras seis meses de lidiar con el dolor y las complicaciones de su relación con Eddie, se encuentra en un punto de inflexión. La vida le ofrece una nueva oportunidad cuando su padre, que vive en Pittsburgh, le extiende una invitación para mudarse con él, le dice que es bueno un cambio de aire, que es bueno que sane en un lugar diferente, que él y Grayson la esperan felices en su casa.

sorry, I'm late sweetheartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora