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—No puedo creer que hayas hecho esto, Eddie

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—No puedo creer que hayas hecho esto, Eddie. Me has decepcionado de una manera que nunca imaginé.

— Emma, entiendo que estés enojada. Daisy y Alfie estuvieron conmigo todo el tiempo. Sé que ella no ha sido la mejor, no ha sido amable contigo, pero no lo sé— hace un gesto con sus manos, dando a entender que ni él comprende por qué hace lo que hace—No quiero acabar con su amistad porque ha mostrado preocupación por mí y creo que ahora ha confundido las cosas.

—No quiero saber el porqué de esa confusión— la chica pone sus ojos en blanco y suspira.

La tensión en la habitación se vuelve casi palpable, y la mirada intensa entre ellos revela lo complicado que todo se ha vuelto. En un instante, la rabia y la frustración se transforman en una atracción magnética que los atrae el uno hacia el otro. Emma, incapaz de resistirse al magnetismo de la conexión que siempre han tenido, da un paso más cerca de Eddie. Sus ojos se encuentran en un momento íntimo, como si la pasión latente estuviera a punto de desatarse.

— Emma...— Eddie susurra cerca de sus labios.

—¿Por qué me tienes así? tan enferma, tan loca, ha sido horrible vivir todo este tiempo sin ti— lo dice con la voz quebrada— Te odio, Eddie— lo dice con los ojos llenos de lágrimas.

—No quiero que pienses que hago mi vida sin ti, pienso en ti todos los días— él busca sus ojos— No digas que me odias porque no es cierto— La confesión de Eddie intensifica la atmósfera, creando una conexión emocional que ha estado ahí, siempre presente. A medida que se miran, la tensión entre ellos se transforma en deseo. La chispa que siempre existió entre Eddie y Emma comienza a arder nuevamente, y la resistencia que ambos intentaban mantener se desvanece.

—Eddie...— dice la chica con su corazón en la garganta. Él, sintiendo la atracción irresistiblemente fuerte, toma su rostro entre sus manos y la besa apasionadamente. La conexión física se convierte en una forma de expresar lo que las palabras no han podido transmitir. Ambos se entregan al deseo, dejándose llevar por la intensidad del momento y dejando atrás cualquier preocupación o inhibición. La lengua del chico se mete en la boca de Emma, y como nunca, en meses, el cuerpo de Emma reacciona biológicamente ante los toques de quien sabe que es su único amor. Se aferra a la cintura de quien solía ser todo para ella, y caminan juntos hasta el cuarto, lo hacen en silencio, sin planearlo.

La habitación se llena de la mezcla de emociones encontradas mientras Eddie y Emma, en medio del conflicto y la pasión, se sumergen en un momento que desafía la lógica pero que parece inevitable, para Emma, nada tiene sentido. Ha estado llorando por él y ahora, lo tiene encima de Ella, aferrado a sus sábanas, en un baile coordinado con sus caderas, mientras ella arquea su espalda sólo por la necesidad de que Eddie llegue incluso a sus entrañas. Él ahoga sus gemidos con la palma de su mano y casi acaba de tan sólo escucharla decir cosas sucias mientas se la folla en el colchón que solían compartir. Él se corre dentro de ella, y sin control vuelve otra descarga que cae en los muslos desnudos y sudados de Emma, mientras ella cierra sus ojos y gime desesperadamente el nombre de Eddie, le gusta sentirse dueña de ese derroche de amor. Él cae rendido a su lado, ambos miran al techo completamente desconcertados, sin entender cómo es que después de meses sin estar juntos, sus orgasmos han de multiplicarse de esa manera exponencial. La conexión física se convierte en una forma de expresar lo inefable, dejando a ambos en un estado de vulnerabilidad y deseo mutuo. La línea entre la furia y la pasión ha desaparecido en un instante, llevándolos a un territorio emocionalmente complejo.

sorry, I'm late sweetheartDonde viven las historias. Descúbrelo ahora