Emma Sheridan, una chica particular, brillante y a la vez extraña, probablemente una romántica empedernida. De sus ojos no desaparece Eddie Munson, el típico metalero de escuela americana, con parches de bandas como Metallica y Iron Maiden en todas...
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Emma, tras la intensa discusión con Inez, se encuentra sumida en una mezcla de emociones. Sus ojos reflejan la tristeza y la confusión mientras procesa las duras palabras de su amiga. Aunque intenta mantener la compostura, su mirada revela el dolor de una discusión que tocó temas demasiado complicados.
Los hombros de Emma están ligeramente encorvados, como si el peso de la confrontación la hubiera afectado físicamente. Sus manos, entreabiertas, evidencian la tensión interna que experimenta. A pesar de los esfuerzos por ocultar sus emociones, un destello de tristeza persiste en su expresión. Inez, visiblemente molesta, se marcha dejando a Emma y Eddie solos en la habitación. La puerta se cierra con un suspiro y un clic, dejando tras de sí una atmósfera cargada y tensa. Emma dirige una mirada hacia la puerta cerrada, su mente aun procesando lo ocurrido. Se desploma en el sofá, y Eddie le deja un vaso con agua frente a sus ojos.
Eddie, notando la angustia en Emma, se acerca con precaución. Su expresión refleja preocupación , odia verla así. Con cuidado, coloca una mano en el hombro de Emma, ofreciendo un gesto de apoyo silencioso.
—Inez pasó los límites— el chico suspira y ella asiente—No creo justo que ella siempre intente darte donde más te duele.
—Inez es cruel cuando se lo propone.
—Creo ya no ser quien para decir quiénes son buenos en tu vida, pero claramente Inez dista de ser una persona que necesites. No titubeó a la hora de sacarte en cara a nuestro hijo— Eddie siente impotencia cada vez que recuerda cómo Inez se refirió a la situación que pasaron. Su mente divaga y llega hasta la parte en la que escuchó que Emma se iría de Scranton—Escuché que estabas considerando irte a Pittsburgh— lo dice cambiando de tema.
Emma, apartando la mirada de la puerta, asiente levemente. Una sombra de indecisión cruza por sus ojos mientras procesa la posibilidad de un cambio tan significativo en su vida. La habitación queda en silencio por un momento, el aire tenso entre ellos. Eddie, sintiendo la necesidad de abordar el tema, busca las palabras adecuadas para expresar sus sentimientos sobre la situación.
—Si necesitas hablar sobre eso, estoy aquí para escucharte— Emma, sintiéndose abrumada por la situación y en un tono melancólico, confiesa a Eddie sobre su decisión de considerar mudarse a Pittsburgh.
—Sí, Eddie. Creo que cambiar de aire sería lo mejor en este momento. Todo este imperio fantasioso que construimos ya no parece existir. Y no lo sé, las cosas con mamá no han mejorado, no por mi parte. Lo peor de estar dañada, es cuando comienzas a dañar a quienes amaste, o amas— dice esto mirándolo a los ojos.
Eddie, captando la tristeza en las palabras de Emma, asiente con comprensión, entre ellos existe como una especie de magnetismo, es como si compartieran el peso de las decisiones difíciles que Emma está considerando.
—Entiendo, Emma. A veces, cambiar de lugar es necesario para encontrar una nueva perspectiva de la vida— Emma asiente levemente, agradeciendo la comprensión de Eddie en medio del desastre en el que se encuentra. La habitación se llena de una sensación de resignación y la incertidumbre de lo que vendrá a medida que Emma tiene en sus planes dejar parte de su vida. Eddie se ve estoico, cosa que daña a Emma, y ella sabe que es algo egoísta querer que Eddie aún se muera por ella. Sabe que es el precio que paga por ser de las intensas.
