Helena Rivas Silva
Mi avión aterrizó a la hora prevista. Tras haber puesto los pies en tierra, cogí un taxi y fui directamente a mi hotel para darme una ducha y cambiarme antes de salir hacia el circuito. Apenas tuve dos horas para hacer todo eso y la ciudad estaba tan atestada que las entradas y salidas al lugar donde se celebraba la carrera parecían abarrotadas por miles de fans que, a pesar de ser día de prensa, buscaban ver a sus pilotos favoritos.
Por lo tanto, llegué con poco margen de tiempo. Recorrí todo el paddock con mi gorra encima para esquivar los brillantes rayos de sol y alcanzar el edificio de prensa cuanto antes. Al llegar, pregunté en recepción cuál era la sala de mi rueda de prensa y salí escopetada hacia el pasillo que un chico del staff me señaló.
Vi a Mia al fondo del corredor. Ella no tardó en escuchar mis pasos y buscarme con la mirada. Tan pronto como me identificó, esbozó una agradable sonrisa.
—Buenas tardes, Lena —me saludó en la distancia.
Yo avancé, nerviosa.
Me quité la gorra para poder abrazarla en condiciones.
—Buenas tardes, Mia. Gracias por venir —Me incliné y besé sus dos mejillas—. Sé que Charles te pidió el favor y que ...
—No es ningún favor —Ella sostuvo mis brazos con ambas manos—. No me debes nada por esto. Tú vas a dar la cara por todos nosotros y por Charles. ¿Cómo no voy a querer ayudarte? —Su sonrisa me calmó paulatinamente—. Somos del mismo equipo, de la misma familia, así que coge aire y no agaches la cabeza. Esa es la regla más importante cuando eres primeriza.
Sintiéndome en deuda con Mia, agarré su muñeca y se lo agradecí de nuevo.
—Muchas gracias.
Sabía que Mia lo hacía de buena fe, pero mi falta de práctica con las palabras logró que no pudiera explicarle lo importante que era para mí. Asistir sola no me habría matado. Habría salido adelante, como siempre, pero tener su apoyo en la primera fila cuando me subiera al escenario y tomara asiento era impagable. No había agradecimiento suficiente en el mundo que representara lo que le debía por tener aquel detalle conmigo.
Apoyó su mano derecha en mi espalda.
—Vamos —dijo ella.
Observé la puerta cerrada de la sala donde aguardaban mi llegada.
—¿Me están esperando? —inquirí, inquieta.
—Eso parece —Me confirmó—. Es casi la hora de empezar.
—Mia —La frené antes de que empujara el material sintético que recubría la superficie—, ¿cómo debo actuar? Si me ... Si intentan ...
Comprendió que mi nerviosismo estaba descontrolado y que tenía que tranquilizarme como fuera.
—Si se te lanzan al cuello, ¿cómo reaccionarías? —Planteó, mirándome a los ojos.
Tragué saliva.
El corazón me iba a mil por hora.
—Me defendería —declaré.
Mia asintió, conforme con mi contestación.
—Pues haz eso. Sé tú misma, Lena —me aconsejó.
—¿Y algo así no afectaría a la imagen de Ferrari?
—Confío en tu juicio —Insistió, dándome una libertad de expresión que, a pocos minutos del inicio de aquella conferencia, se me antojaba inmensa—. Sé que tienes la cabeza sobre los hombros y que podrás gestionarlo. A veces no basta con sonreír y asentir.
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fortuna » charles leclerc
Fanfiction¿Una fan de Red Bull trabajando como ingeniera de comunicaciones para Ferrari? ¿En qué estaba pensando cuando acepté esas prácticas en la escudería italiana? Ah, cierto. Pensaba en él. Por esta breve descripción, la historia podría parecer un enemie...