26 || bad feelings

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Helena Silva

P2, Charles. P2. Bien hecho.

La voz de Xavi resonó en mi cabeza. Mientras me mordisqueaba una uña, esperé a que Charles dijera algo.

Sí ... Buen trabajo —habló.

No estaba contento con el resultado.

Los neumáticos no habían rodado como nos gustaría porque la pista seguía húmeda, con charcos en algunas curvas, y en otras partes estaba completamente seca. Manejar el coche con una disposición como esa no era cómodo ni fácil. Carlos también había salido perjudicado, quedando más atrás en parrilla.

A pesar de que Charles podía considerar aquel segundo puesto como una victoria, en cuanto saltó fuera del monoplaza, supe que no las tenía todas consigo. Algo debía haberle hecho sentir contra las cuerdas durante la clasificación. Algo más que Max Verstappen. Él era una amenaza diferente.

Sin alejar la mirada de él, contemplé cómo hablaba con Mattia. Su rictus, serio y contencioso, me preocupó durante el resto de la tarde. Por si eso no fuera bastante, ni siquiera pude acercarme a él para calmarlo.

A última hora, después de sus entrevistas, todos los ingenieros nos reunimos en la sala de monitores para revisar las grabaciones y encontrar fallos que poder corregir antes de la carrera.

Carlos se sentó a mi lado, como de costumbre, y ambos comentamos algunas de sus apreciaciones junto con Riccardo, encargado de su radio. Por el contrario, Charles guardó un silencio riguroso desde que se sentó. Aunque se acomodó en el asiento que quedaba enfrente de mí, no levantó la vista en ningún momento.

Siempre que ojeaba su rostro, lo descubría mirando fijamente la pantalla del monitor. Jugaba como sus dedos y mordía sus cutículas cada pocos segundos.

Al rato, preocupada por esa inaccesibilidad, estiré mi pierna bajo la mesa y le di un golpecito cerca de la rodilla. Charles reaccionó al segundo; cruzamos miradas por primera vez en horas. Tan pronto como leyó el mensaje tras mis ojos, se animó a sonreír.

Una sonrisa apagada y cansada, pero una sonrisa.

Entendiendo que no me relajaba con eso, zarandeó suavemente la cabeza.

"Se me pasará. Solo estoy preocupado".

Confiaba en que así fuera, pero no recordaba haber visto un semblante tan oscuro en él desde que nos conocíamos y, una parte de mí, temió que no se tratase de emociones reversibles. Ese pensamiento era infantil, del todo ridículo, así que me forcé a desecharlo al coger mi móvil y entrar en la aplicación de mensajería.

¿Necesitas un abrazo?
20:02 p.m.

Él sintió la vibración y cogió su móvil de la mesa. Con el atisbo de una sonrisa más sincera en sus labios, me dediqué a mirarle, cuidadosa de que nuestros compañeros no se percataran de lo que hacíamos.

¿Me darías uno ahora mismo? 😳
20:03 p.m.


20:03 p.m.

¿Tan mal aspecto tengo?
20:03 p.m.

¿Te has mirado en un espejo, Perceval?
20:03 p.m.

Perdóname, chérie
20:04 p.m.

¿Me perdonas? 🥲
20:04 p.m.

Cocinaré lo que quieras esta noche
20:04 p.m.

fortuna » charles leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora