58 || tell her ...

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Narrador testigo

—Lo estamos escuchando en su radio, Toni —comentó Antonio Lobato desde la cabina de comentaristas—. Su propia ingeniera está viendo que los acercamientos de Max son muy imprudentes.

—Sí, sí. Lo que no me gusta es que no hayamos escuchado ni una sola conversación entre Max y su ingeniero porque deberían avisarle de que está jugando con fuego —replicó el ingeniero del equipo, Toni Cuquerella.

A la izquierda de ellos, Pedro de la Rosa analizaba muy atentamente las cámaras on board de ambos pilotos.

—Eso él ya lo sabe. Estoy seguro de que lo hace adrede, para poner contra las cuerdas a Leclerc —alegó Lobato, convencido de que Verstappen no daba puntada sin hilo.

—Pero, chicos, que haga algo como esto en circuitos como Barcelona o Silverstone es ético —opinó Pedro de la Rosa con el gesto turbado—. Allí hay más espacio y el perseguido puede salirse de la pista en caso de asustarse, pero aquí, con calles tan estrechas como estas, es un verdadero peligro que presione tanto a Charles.

—Estoy contigo, Pedro —respondió Antonio antes de que el monoplaza de Leclerc se tambaleara peligrosamente—. ¡Uy! ¿Habéis visto eso? No, no. Esto ya está pasando de castaño a oscuro —declaró con contundencia el comentarista español.

Los tres estaban incómodos con aquella persecución. Eran ya muchos años en el deporte y sabían a ciencia cierta que los peores accidentes venían de esa clase de rivalidades. Charles Leclerc y Max Verstappen habían peleado de una forma limpia hasta entonces. Desde el inicio de la temporada no hubo ningún indicio de querer someter al contrario, y menos aún con malas artes, pero las velas no ondeaban en la dirección correcta y todos en la cabina se habían percatado de que la agresividad de Verstappen podría ocasionar un desastre en pista.

—Pero Max no para. Es un animal —definió de la Rosa.

—Detrás de su presa, y no la quiere dejar escapar —Añadió Antonio Lobato.

—Mirad —Toni reclamó la atención de sus compañeros, señalando a una de las pantallas—. Los comisarios han anotado la actitud de Max. En mi opinión, han tardado demasiado. Si provoca un ...

El coche rojo de Ferrari recibió un leve empujón en la parte trasera y Max logró desestabilizar al piloto monegasco, que, a pesar de intentarlo, no pudo gestionarlo y salió disparado fuera de la pista. Las cámaras del circuito estaban enfocando un adelantamiento en la cola de carrera, pero Antonio Lobato vio el aparatoso accidente desde la cámara de Charles Leclerc y se puso en pie, alertando a Pedro de la Rosa y a Toni Cuquerella.

—¡Espera, espera! ¡Accidente de Leclerc en el sector 1! —Se llevó ambas manos a la nuca, ojiplático—. ¿Ha sido en la curva 3?

Las cámaras no dejaban ver mucho más y todavía no pinchaban la imagen correcta. Todo lo que se veía desde la cámara de Leclerc era humo y una espesa negrura que imposibilitaba saber la condición del piloto.

—¿Un accidente como ese, Toni? —preguntó Pedro sin despegar la mirada de los monitores.

—Justo como ese –Asintió.

Pusieron entonces la repetición del accidente, mostrando los giros que dio el vehículo por la velocidad a la que iba y por la inercia del propio bólido. Las piezas escapaban, rebotando contra las barreras, pero el primer impacto fue tan fuerte que el monoplaza no se detuvo y saltó por encima del primer colchón, estampándose todavía más y haciendo añicos el morro y sus laterales.

—Ha dado varias vueltas de campana y ha sobrepasado la primera barrera protectora ... —relató Lobato, angustiado—. No quiero alarmar a nadie, pero tiene mala pinta.

fortuna » charles leclerc Donde viven las historias. Descúbrelo ahora