Helena Silva
Me fijé en que sus comisuras se habían hinchado.
De pronto, tomó conciencia de lo que estaba pasando entre nosotros y, lentamente, bajó la mano que jugaba con mi brasier de encaje.
—¿Es que estoy siendo demasiado ...?
—No. No lo malinterpretes —Me apresuré a aclararlo porque no quería ver ese temor en su rostro—. Tú no estás haciendo nada mal —Le dejé bien claro—. Hace tiempo que no lo hago y, en realidad, la última vez fue un verdadero desastre —Recordar lo desagradable que fue hacía que mi libido cayera en picado—, así que no me siento muy bien cuando se plantea la situación.
El pánico que tenía al decir aquello en voz alta no era ninguna broma. Charles debió percibirlo, pues, un segundo más tarde, me regaló una bonita sonrisa en la que podía apoyarme sin sentir culpa o miedo a ser deshonesta con la persona que me estaba abriendo su vida.
—No te agobies. No nos tenemos que apresurar —dijo, tan amable como siempre—. Será cuando te apetezca.
—Pero eso no quita que me atraigas —Le expuse mis deseos más escondidos—. Porque lo haces, y mucho.
—Ya lo sé —Asintió—. Hay un momento para todo, chérie. Y todavía no es el momento de que te demuestre cuánto se puede disfrutar si es con la persona correcta. Lo entiendo —Estaba siendo sincero y ... Joder, Charles nunca comprendería cuánto le agradecía que fuera íntegro y comprometido con el respeto que me correspondía por derecho—. ¿Tan mal fue la última vez? —añadió al final.
—Horrible —Suspiré—. No me gustó ni un poco. Se ocupó de su placer y se olvidó de mí por completo. Me sentí usada y tirada, como un trapo sucio —Le puse al corriente de algunos de los sentimientos que me acompañaron esa noche.
Rozó mi barbilla con su dedo índice, reclamando mi atención y dirigiéndola a sus ojos verdes nuevamente.
—Haré que dejes de pensar así, ¿vale?
Su propuesta me hizo sentir un poco más feliz. Un poco más valorada. Un poco más humana.
—Quizá en un mes o en ... —Intenté darle una cifra estimada.
Justificarme lo empeoraría, aplazarlo deliberadamente también, pero esa necesidad de decir algo que le diera cierta seguridad acerca de mi determinación a seguir adelante solapó todo lo demás.
Su ceño fruncido llegó antes que su voz.
—No pongas una fecha límite, por favor —dijo, dando sepultura a mi tonta exculpación—. Estará bien, sea cuando sea.
Su pelo, alborotado, y aquella mirada de persuasión creaban un aura angelical a su alrededor. No era perfecto y yo tampoco lo era, pero estaba tan segura de que era perfecto para mí que no podía pensar en otra cosa que no fuera en su sosiego y aceptación.
—Eres un sol —Le aventé dicho piropo sin previo aviso.
Una mueca de satisfacción cruzó su cara de lado a lado. Las arruguitas alrededor de sus orbes contribuyeron a la conformación de la combinación más hermosa que había visto nunca.
—Lo sé —Se vanaglorió, abandonando todo rastro de humildad tan pronto como vio la oportunidad.
—Y un ególatra —Contrarresté mi valoración anterior.
—¿De verdad? —Fingió sorpresa y recibió con gusto el beso que me encargué de plantar en su apetitosa boca—. Me gustaría escuchar más de esos calificativos que me atribuyes —Se relamió, disfrutando del momento—. Por ejemplo, ¿qué piensas de mí cuando estoy subido en el monoplaza?
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fortuna » charles leclerc
Fanfic¿Una fan de Red Bull trabajando como ingeniera de comunicaciones para Ferrari? ¿En qué estaba pensando cuando acepté esas prácticas en la escudería italiana? Ah, cierto. Pensaba en él. Por esta breve descripción, la historia podría parecer un enemie...