Helena Silva
La noche llegó a su fin antes de que me diera cuenta.
Los invitados ya estaban en tierra y todos comenzaron a despedirse, deseándose suerte para la clasificación. Rafa hizo lo propio con Carlos y Charles y, entonces, Julia saltó gritándome feliz cumpleaños. Incluso aquellos que no me conocían se enteraron de la importancia de esa fecha gracias a la efusividad de mi amiga, que se tiró contra mí y me abrazó hasta casi ahogarme.
—Feliz cumpleaños, compatriota —Me felicitó Carlos junto a dos besos en mis mejillas—. ¿Por qué no sabía nada? Tu cumpleaños es una fecha que todo el equipo debería conocer —aseveró.
—Lena siempre es muy reservada para estas cosas, Carlos —Le explicó Julia.
—Feliz cumpleaños, Lena —Se acercó Rafa, besando también mis pómulos.
—Gracias, Rafa —Le di las gracias y me dirigí al piloto español—. No suelo decirlo. Perdona, Carlos.
—Estás perdonada porque no puedo enfadarme con la cumpleañera —Me sonrió.
Miré entonces a Charles, que me observaba con una cálida sonrisa en sus labios.
—Seguro que este año sí que he sido la primera en felicitarte, ¿verdad que sí? —dijo Julia, convencida de que nadie se le había adelantado.
—No, Julia —Reí un poco—. No lo has sido.
Charles dio un paso al frente y yo supe lo que haría. Cuando estuvo lo suficientemente cerca de mí, dejó caer su mano en mi cintura.
—¿Qué? ¿Cómo que no? —berreó Julia.
Besó mis mejillas igual que su compañero de equipo y mi amigo antes que él, pero sus besos fueron diferentes. Todos lo percibieron.
—Felicidades, Helena —Me felicitó por segunda vez en la noche.
Soltó mi cuerpo porque no era necesario que me tocara ni un ápice para que levitara allí mismo.
—Gracias, Charles —Le susurré.
Un rato después, los asistentes de la recepción empezaron a marcharse. Si bien nos habían citado en el circuito bastante tarde, pues la organización del ajetreado fin de semana así lo había obligado, todos los pilotos querían regresar al hotel pronto. Descansar era crucial. Se jugaban la vida cada vez que subían a su monoplaza; la falta de sueño podría hacerles fallar. Su vida dependía de ello.
Carlos sacó la llave del coche que le habían prestado esa semana y nos miró a Julia y a mí.
—Tenemos asientos libres en el coche. ¿Os llevamos? —Se ofreció, cordial.
—Iba a llamar a un taxi, pero si no os importa ... —habló Julia, agradecida con la idea del madrileño.
—Claro que no —Se unió Charles a la conversación. Rápidamente, me pidió una respuesta—. ¿Helena?
No había ninguna razón por la que negarme. Por tanto, me preparé para aceptar de buen grado su ofrecimiento.
—Sí, me parece ...
La mano de Rafael, que todavía estaba a mi lado, me impidió continuar la oración. Sostuvo mi brazo desnudo y, sorprendida, guardé silencio. Él me contempló con ojos cándidos que revelaban planes diferentes a los que se habían puesto sobre la mesa en los últimos segundos.
—¿Puedo abusar un poco más de tu tiempo? —Me preguntó, lastimero—. No tengo problema en llevarte al hotel después —Prosiguió.
Buscar el semblante de Charles estaba fuera de mis opciones. Al haberle mirado, la duda de no estar haciendo lo correcto me habría invadido, así que lo evité a toda costa y me decanté por regalarle unos pocos minutos más de la noche a ese viejo amigo a quien no había visto en años.
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fortuna » charles leclerc
Fanfiction¿Una fan de Red Bull trabajando como ingeniera de comunicaciones para Ferrari? ¿En qué estaba pensando cuando acepté esas prácticas en la escudería italiana? Ah, cierto. Pensaba en él. Por esta breve descripción, la historia podría parecer un enemie...