Helena Silva
A la hora de comer, me reuní con las tres chicas a las que acababa de conocer y les presenté a Julia, que apareció junto con la pareja de George Russell. Carmen resultó ser mitad española, información que me sorprendió gratamente. No esperaba conocer a tantas españolas en tan pocas horas, pero lo agradecía infinitamente. No le sentía sola hablando con ellas.
Al regresar a nuestro box, estuve charlando durante un rato con Isa y comprobé que lo que decía Carlos no estaba nada lejos de la realidad porque era muy fácil hablar con ella. Aunque no teníamos muchas cosas en común, se desenvolvía genial en cualquier tipo de conversación. Me lo ponía en bandeja a pesar de ser horrible a la hora de relacionarme.
La primera ronda de entrenamientos libres fue bastante buena. Los chicos no arriesgaron mucho, pero el ritmo de carrera se mantuvo estable y no hubo problema alguno con los coches, así que todo el equipo respiró tranquilo cuando nuestro pilotos saltaron fuera de sus monoplazas y se sacaron los cascos.
Yo me saqué los cascos y Arthur, que había estado a mi lado casi todo el tiempo, también retiró los suyos. En esa ocasión, solo monitoreé frente al panel junto a Xavi, que se encargó de controlar la radio de Charles aquel día. Arthur y yo escuchamos las pequeñas conversaciones que compartieron el tiempo que estuvo en pista.
Habían introducido mejoras y cambios al coche y tenía mucho por estudiar. Necesitaba repasar todos los tiempos y los índices que se registraran tras los entrenamientos para entender el funcionamiento del motor. Xavi también tenía que hacerlo, claro, pero él llevaba años con Ferrari y, por seguridad, lo más recomendable era que se encargase él de la radio durante el fin de semana en Imola. Yo observaría y aprendería de sus lecturas de los indicadores mientras Charles estuviera rodando en pista.
A los pocos minutos, Isa vino a saludar y a felicitar por el buen trabajo. Se ocupó de repartir unos cuantos ánimos para las prácticas de mitad de tarde. Después de que metiera el monoplaza en el box, Charles se acercó a mi puesto y palmeó la espalda de su hermano antes de venir a mí y darme un corto abrazo con el que agradecía mi presencia en el muro.
—Entonces, ¿todo bien? —Me interesé por su sensación tras bajar del coche.
—Sí, aunque voy a hablar con los chicos porque, entrando en el pit lane, noté algo raro con el cambio de segunda a primera marcha —Su mueca no me dejó tranquila—. Seguro que no es importante, pero ... —Se relamió los labios, empapados en sudor, y se limpió un poco la frente—. Mejor prevenir que curar.
Arthur no nos miraba. En lugar de examinarnos con lupa, comentaba algo con Andrea. No obstante, quise guardar las formas y solo toqué su pecho, comprobando así que respiraba de un modo irregular todavía.
—Tienes razón —Le dije, sonriendo cuanto pude—. Habla con ellos. Yo vuelvo enseguida.
Revisé que mi pantalla estuviese apagada.
—¿Vas al baño? —preguntó.
—¿¡Charles!? —Le llamó alguien al otro lado del box.
Ese corto descanso se acababa y yo le puse el punto final al tenderle una toalla que siempre guardaban en mi set. Él la cogió con una cálida sonrisa.
—Sí, y tú relájate, ¿vale? —Acaricié su costado, deseando que nadie lo viera como un movimiento sospechoso—. No será nada que no se pueda arreglar.
Sabía que estaba preocupado por ese aparente problema con la caja de cambios, pero teníamos más de dos horas y media hasta que comenzara la siguiente tanda de entrenamientos. Si se debía arreglar o cambiar algo, había tiempo más que suficiente y quería que Charles lo recordara.
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fortuna » charles leclerc
Fiksi Penggemar¿Una fan de Red Bull trabajando como ingeniera de comunicaciones para Ferrari? ¿En qué estaba pensando cuando acepté esas prácticas en la escudería italiana? Ah, cierto. Pensaba en él. Por esta breve descripción, la historia podría parecer un enemie...