08: Hermanos, el ladrón de motos y mentiras

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"¿Por qué demonios me habla de esa manera?"

Se preguntaba Khao mientras seguía su camino dispuesto a ignorarlo. Maldito pervertido. Después de lo que le hizo aún se atrevía a saludarlo como si fueran amigos.

Se detuvo con una sonrisa nada alegre en los labios, ¿y qué era lo que esperaba? Todos creían que era una puta y por eso le hablaban. Lo notó en cuanto llegó, la forma en la que lo miran y la manera en la que lo tratan, como si quisieran conseguir algo de él, ¿algo? Mejor dicho su cuerpo.

—No te vas a suicidar, ¿verdad? —Khao se giró al escuchar esa voz dando un respingo. Era un hombre alto de piel clara y de cabello oscuro al igual que sus ojos, lo miraba con una sonrisa ladeada.

—¿Disculpa? —preguntó.

"¿Acababa de decir suicidio? ¿Quién demonios era este tipo?"

—Por la forma en la que miras hacia abajo me hace pensar que te arrojaras por esa ventana. Le destrozarías las flores al jardinero, sin mencionar que seguramente los de limpieza tardarían bastante en limpiar tu sangre y a tus padres les saldría muy caro el funeral. En estos tiempos morirse sale caro —el rubio se quedó con la boca abierta escuchando lo que decía aquel hombre joven que se había puesto a un lado de él mirando por la ventana hacia abajo, estaban en el tercer piso de la universidad.

"¿En serio parezco un suicida?" se preguntó.

—¡No iba a suicidarme! —le replicó enseguida.

—Pues no, depende de la forma en la que caigas. Tal vez y te rompas algo, pero si te lanzas de cabeza... —dejo la frase al aire mirándolo fijamente, incómodandolo.

—Me largo, estás loco —le señaló empezando a caminar.

—¿Te has enterado de lo que ha pasado en el estacionamiento? —lo miró aun sin moverse de donde estaba apoyado, en el marco de la ventana. Khao se detuvo y antes de poder contéstale ya estaba hablando otra vez. —Por supuesto que lo sabes, así como todos, que tengas cara de mojigata no es excusa, seguramente lo escuchaste en la biblioteca o algo así, dime ¿qué piensas sobre ello? ¿por qué crees que lo hicieron?

—¿Cara de mojigata? —el rubio pensó en que era una ironía que dijera aquello.

—¿Y tú qué haces aquí, Jeff? —Khao se giró al escuchar la voz de Barcode.

—¿Se conocen? —preguntó lo obvio.

—No —dijo Jeff sonriéndole a Barcode.

—Somos hermanos —le dijo el otro.

—Medios hermanos —corrigió Jeff, haciendo que el castaño suspirara.

—Como sea —le restó importancia—, ¿qué haces aquí? —le volvió a preguntar.

—Trabajo, hermanito, nada más y nada menos —le contestó por fin. —Y como estudias aquí y me amas, me ayudaras —le sonrió de lado.

Khao se preguntó por qué se sentía tan incómodo en ese momento, cambiando su peso de un pie a otro.

—Yo me voy —murmuró, ganándose la atención de los hermanos.

—First nos está esperando en la salida, adelántate —indicó Barcode.

—¿Viven juntos? Creí que ya no hablabas con First después de...

—¡Venga, vamos a comer! —interrumpió Barcode a Jeff, empezando a caminar en dirección contraria a la de Khao, quien se encogió de hombros antes de salir de la universidad.

—¡Ya era hora mamonsete! —le saludó First, quien había dejado su extraña tranquilidad de la mañana por su habitual cara de cabreo.

—No iba a salirme a mitad de clase solo por ti —le respondió con voz tranquila muy diferente a como él le estaba hablando.

InocentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora