29: ¡Dame mi teléfono! y todo empeora 2

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—Buenos días, soy...

El director empezó a hablar sin siquiera dejar que War se presentara.

—Sé quién es usted así que tome asiento —dijo señaló la silla que estaba a un lado de Mark, haciendo sentir al pelinegro como un niño regañado. Miró a su hermano preguntándole con la mirada a que se debía todo eso pero él solo desvió la vista—. Debo decir que estuve impresionado cuando me llegaron los documentos y las recomendaciones de este jovencito —dijo señalando a Mark quien se removió incómodo en la silla—, pero nadie me habló sobre esto —sacó una carpeta grande que decía el nombre del pelirrojo en el frente—. ¿Sabe lo qué es esto? —le preguntó al mayor.

—Su expediente... —adivinó War y solo pudo pensar un grandísimo "¡Mierda!"—. ¿Cómo es que usted lo tiene? —preguntó tomando una postura muy diferente a la que había tenido antes, con la espalda recta, el rostro serio y con el ceño un poco fruncido, los brazos descansaban sobre sus piernas que estaban ahora cruzadas. Perfecto, una pose muy bien estudiada del primogénito que heredaría una empresa muy importarte, y fue obvio que el ambiente cambio en aquella oficina.

—¿Sabe usted que son documentos privados, cierto? —dijo el pelinegro tocando con un dedo aquella carpeta—, es documentación que se realizó en una institución de buen prestigio que promete privacidad exclusiva hacia sus alumnos y ex alumnos —recalcó lo último—, y los motivos del traslado de mi hermano no influyen para nada en esta escuela. Ahora, espero que no tome en cuenta todo esto que ha leído puesto que, como he dicho antes, son documentos privados —se quedó callado un momento antes de levantar una ceja imitando perfectamente un gesto de su padre—. ¿O prefiere que presente una queja?

—Ya dije que no quiero ir —negó nuevamente y Jeff no pudo evitar sentirse frustrado, ese chico era un cabeza hueca

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—Ya dije que no quiero ir —negó nuevamente y Jeff no pudo evitar sentirse frustrado, ese chico era un cabeza hueca.

—¿Seguro que no lo necesitas, Ta? —le preguntó Barcode, que el castaño estuviera allí servía para que el rubio castaño cooperará un poco más.

—No lo necesito, ¿sí? —dijo molesto antes de levantarse del sofá donde había estado hecho bola junto a Barcode durante todo ese tiempo sin decirles nada—. Pero quiero mi celular ahora —dijo extendiendo una mano para que se lo entregarán.

—Viste lo que te enviaron y por eso tuviste ese ataque, ¿cierto? —Jeff se acercó a Ta presionándolo un poco, aunque una parte de él no quería pues el niño se veía indefenso.

—No sé de qué me estás hablando, solo dame mi teléfono y déjame en paz, a First no le agrada que estés aquí así que mejor vete —lo largó sin reparo alguno antes de mirar a Barcode. —Dile que me regrese el teléfono.

—Yo también quiero saber qué fue lo que viste como para ponerte así —le respondió desviando la vista.

—No es pro... —y el rubio fue interrumpido cuando la puerta se abrió de una patada por parte de First, quien llevaba las manos dentro de los bolsillos del pantalón.

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