Capítulo 8

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Atenea.

Niño: Eres mi otra mitad, pero más gruñona — le toca la nariz y sonríe de oreja a oreja — desde ahora te llamaré gruñoncita.

Niña: ¡No soy una gruñona!

Arruga su ceño con enojo y su cara se puso un poco roja como su cabello y el de el niño que le está diciendo gruñona.

Niño: ¿Y por qué estás gruñendo ahora, gruñoncita?

La niña enfadada da un pisotón y se dirige a un grupo de niños que están viendo la interacción de los dos volcanes.

Niña: No soy ninguna gruñona ¿Verdad, dioses?

Niños: Eres la cosita más dulce que existe.

[🖤🖤🖤]

Alguna vez han sentido una gigantesca ansiedad, como si algo fuese a ocurrir.

Algo muy grande.

Dejando eso de lado, anoche tuve otro sueño, nada fuera de lo normal, hoy inicio con la universidad creo que eso me puso nerviosa y por eso el sueño.

No veo relación con la universidad y el sueño, listilla.

Salgo a desayunar y me encuentro con Tina y Robert.

Desayunamos en silencio y cuando acabo decido partir para la universidad.

Mejor temprano que tarde.

Mejor tarde que nunca.

Cuando llegó a la universidad me encuentro con Lía y decidimos pasar lo que queda de tiempo antes de entrar a nuestra primera clase.

¿Sientes eso?

Ignoralo.

¿Cómo hacerlo si me está taladrando la espalda?

Siento que me están mirando, pero no es cualquier mirada.

La siento tan putamente familiar que hasta me asusta un poco.

Yo no conozco a nadie en Rusia.

Te olvidas de la loca.

No la olvido, simplemente su presencia me parece tan insignificante como para tenerla en cuenta.

Cierto.

Volteo a ver quién me está mirando cuando veo a un chico.

Vaya chico.

Chico: Rojita…

No puedo escuchar lo que dice después de eso.

Un zumbido se instala en mi cabeza y no me deja pensar coherentemente.

*****

Niño: Estás muy linda con ese vestido, rojita— la hace dar una vuelta — pero no me gusta que todos los niños de la escuela se te quedarán viendo.

Niña: Tu estás muy lindo.

Contesta con un bello sonrojo.

Extiende sus manos con una cajita en ellas y se la entrega al niño, este la mira extrañado y frunciendo su ceño pregunta.

Niño: ¿Qué es esto, rojita?

La niña con una dulce sonrisa responde.

Niña: Es tú regalo por tu cumpleaños — juega con sus manos nerviosa — ya les di el suyo a los demás, solo faltabas tú.

Niño: No tenías que regalarme nada, con tu presencia me es suficiente.

La niña le da un beso en la mejilla y lo abraza fuertemente antes de salir corriendo.

*****

Salgo de mi ¿Qué era eso? Bueno, como sea.

Salgo de lo que sea en lo que estaba perdida por un pequeño zamarreo, miro quien me está moviendo y es el chico mientras me mira preocupado, mucho.

Por un momento me quedo perdida en sus impresionantes ojos azules, tan azules que te pierdes con tan solo mirarlo.

Miro a Lía para que esté chico, hermoso chico no se de cuenta que me quedé embobada mirándolo.

No es como si él no estuviese de la misma forma.

Veo a Lía un poco pálida y muy, muy sorprendida.

¿Por qué se sorprende?

Atenea: Mmm ¿Podrías soltarme? Estás invadiendo mi espacio personal.

El chico que no me había soltado en ningún momento me mira confuso y me atrevería a decir que hasta dolido.

Chico: Pero rojita…

Creo ver un sinfín de emociones pasando por sus ojos al pronunciar esa palabra y yo… yo siento que esto es tan correcto, tan familiar, tan…

Es un jodido desconocido, sé que eres anormal pero no sabía que tanto.

Si cierto, un desconocido, es un desconocido.

Atenea: Mi nombre es Atenea no rojita.

Mi pecho se oprime al decir estas palabras.

¿Qué me pasa?

Chico: ¿Estás bromeando? Dime qué es una broma.

Atenea: No me gustan las bromas.

El chico me suelta e inmediatamente siento un vacío.

Chico: Emmm, si yo… yo lo siento.

Creo que son imaginaciones mías pero veo como sus ojos se cristalizan y se va sin decir más.

¿Por qué me siento culpable?

¿Por qué siento que hice mal, muy mal?

¿Por qué quiero ir tras él y abrazarlo?

¿Por qué…

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Nota de la autora.

¿Quién creen que sea el chico?

¿Alguna hipótesis? ¿Teorías?

Voten y comenten.

Hasta pronto, wattperos.

Las Siete Voces [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora