Capítulo 27

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Atenea

Golpeó fuertemente la puerta empezando a sentir como el exígenos deja de entrar a mis pulmones y como todo a mi alrededor empieza a moverse de forma frenética.

Joder no, no quiero colapsar aquí.

No aquí, no delante de nadie.

Me alejo de la puerta ya resignándome a que no podré abrirla y al estar todos en sus clases es muy probable que pase un gran rato aquí, sola.

Se me ocurre llamar a los chicos, a Lía o a Benjamin pero cuando intento buscar mi teléfono recuerdo que lo deje en el aula junto a todas mis cosas. Empiezo a sentir como las paredes se van haciendo cada vez más pequeñas, aplastándome.

No, no, no.

Cada vez es menos el oxígeno que entra en mis pulmones y sé que ya es inevitable desmayarme. Empiezo a sentir mis párpados pesados cuando escucho que la puerta se abre de golpe pero ya no puedo mantenerme despierta.

Atenea: N...no puedo respirar...

Siento unos brazos alzándome del suelo en el que estaba y unas palmadas suaves junto a mi nombre siendo pronunciado desesperadamente.

Ares.

Ares: ¿Le contaron a nuestros padres que ella está aquí?

Veo como sus cuerpos se tensan y ya no tienen ni que responderme, ya lo dijeron todo.

Zeus: Nos olvidamos por completo.

Ares: Papá va a matarlos y mamá ni se diga, yo no lo hago por que son importantes para mi mujer.

Hades: Nuestra.

Salgo de la habitación sin despedirme, aún no perdono que me hayan dejado en la ignorancia por tanto tiempo mientras ellos disfrutaban de ella.

Malditos.

*****

Estoy entrando en la universidad junto a mis hermanos y veo todo tipo de expresiones. Veo miedo, sorpresa, angustia, deseo, envidia, enojo y mucha mierda más.

Los ignoro con todo y sus patéticos susurros mientras sigo caminando a paso intimidandante, rostro inexpresivo y mirada fría.

Solo me importa alguien en esta jodida universidad y justo ahora no la veo.

Me separo de mis hermanos para dirigirme a la dirección y arreglar unos asuntos, veo a la secretaria con la camisa casi a reventar ya que no es de su talla y una sonrisa estúpida en su rostro que pretende ser seductor.

Solo mi gruñoncita puede seducirme con solo respirar.

Paso de largo sin dirigirle ni una mirada mientras ella intenta detenerme sin éxito, entro en la oficina del director viendo que está viendo algo en su computadora, en cuanto escucha la puerta siendo abierta cierra su computadora y se pone nervioso en cuanto me ve.

Ares: Director Garza.

Sr Graza: B...buenos días ¿Q...qué se le ofrece?

Las Siete Voces [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora