Capítulo 55

16.9K 1K 27
                                        

Atenea

Una semana después.

"Una mentira puede correr medio mundo antes de que la verdad tenga tiempo para ponerse los pantalones" y hoy me han dado ganas de usar jeans.

Es una comparación de mierda pero se entiende.

Hoy empezarán los cantos de verdades en este podrido pueblo. Iniciare con la basura del director, Epifanío Garza, una rata que se atrevió a por años abusar de las universitarias bajo su cargo, una rata que puso sus ojos cargados de deseo en mi cuerpo antes de ver mi rostro y reconocer la viva imagen de la parca en mí cuando volví al pueblo, pues yo sería una de las últimas personas que vería, una rata que se atrevió a poner sus sucias manos en el cuerpo de Lía causándole pánico por un puto año completo.

Si, puede que no me lo haya dicho pero yo lo sé, lo supe desde que la vi llorando aquel día, con la mirada perdida en todo y en nada a la vez.

Bastián: Vendrán unos amigos y quiero que los conozcas.

Estamos en la cocina desayunando, luego de lo de hace una semana ellos no quisieron que vuelve a la casa de Robert y Tina, aunque ellos no estén allí, ellos se encuentran muy bien cuidados abajo, en el sótano, esperando mi visita con ansias.

Atenea: No tengo problema.

Asiente con la cabeza y seguimos enfrascados en una grata conversación trivial, recuerdo cómo se pusieron Elena y Vladimir luego de enterarse que había recuperado la memoria, joder, que no me querían soltar ni un puto segundo pero no me quejo.

Los extrañaba.

Atenea: Iré un rato al sótano.

Me levanto de la mesa.

Ares: ¿Quieres que te acompañe?

Atenea: No, vuelvo enseguida.

Dejó un beso en los labios de todos y salgo de la cocina. Bajo las escaleras que conducen al sótano y cuando estoy en este y veo el estado de las ratas que tenemos aquí considero si matarlos ya o luego.

Atenea: Buenos días.

Levantan sus cabezas esperanzados al escuchar mi voz, aún piensan que soy tan estúpida como para liberarlos o ayudarlos.

Ilusos.

Tina: Hija, viniste.

La palabra hija saliendo de su boca me da tanto asco que tengo que reprimir una arcada. 

Robert: Ayúdanos, nos tienen cautivos, quieren hacerte daño...

Me miente en la cara esperando que le crea y los libere, esperando que sea una estúpida.

Tienen casi dos meses viviendo gracias a una comida los domingos y el resto de la semana agua sucia y un pan viejo.

No querían matarlos sin que antes recordara y viniera a jugar un poco.

Atenea: Pasaba para decirles que la siguiente vez que me vean será el último día en que respiren, hoy es el turno de otra rata, no desesperen, papitos.

Salgo del sótano sin ponerles ni una sola de mis manos encima, quiero que se atormenten esperando que lleguen sus momentos, que se asusten cada vez que la puerta sea abierta esperando ver mi cara y sentir su final, temiendo a tal punto de no poder dormir. Saco mi teléfono de mi bolsillo y tecleo unas cortas y rápidas palabras.

Atenea: Hoy es el día, paso por ti en unos minutos.

Guardo el teléfono en mi bolsillo trasero cuando llegó a la sala donde se encuentran los chicos con tres chicos desconocidos para mí.

Bastián: Ellos son mis amigos, gatita.

Aparece a mis espaldas agarrándome por la cintura y pegandome a su pecho.

Atenea: Buenos días, caballeros.

Los detallo un a los tres, dos son unos gemelos pelinegros y el otro es un rubio lleno de tatuajes, bueno, todos tienen tatuajes.

Ya tengo planes para estos niños.

Gemelo 1: Mi nombre es Matteo Russo.

Rubio: Damien Roux.

Gemelo 2: Alessandro Russo.

Asiento con mi cabeza al terminar de escuchar su tan larguísimas y entusiastas presentaciones.

Atenea: Soy Atenea y tengo que irme.

Comento mientras salgo por la puerta antes de ser detenida por las palabras de mi osito.

Hermes: Disfruta, iremos en un rato.

Lo sé.

Asiento y salgo tomando las llaves del primer coche que veo, arrancó a toda velocidad rumbo a la casa de Lía, hoy es sábado y la rata ha de encontrarse en el bar del pueblo con alguna mujer entre sus piernas, una vez estacionada afuera de su casa le mando un mensaje para que salga y a los ratos la veo salir con una falda suelta hasta los muslo negra, unas botas negras hasta sus rodillas y un top rojo junto a su sedoso cabello negro suelto.

Lista para matar, literalmente.

Atenea: ¿Vas a ligar o a matar?

Suelto desde que entra al auto, se con certeza que una vez en el lugar si los chicos hacen lo que creo que harán ella terminará haciendo algo más que terminado con la vida de la rata.

Se divertirá.

Lía: Quizás me encuentre algún loco en el lugar al que vamos.

Suelta con sarcasmo y gracia sin saber que sus palabras no pueden estar más acertadas, solo que esta vez su premio viene multiplicado por tres.

Decido no decir nada más, comienzo con el trayecto al bar del pueblo mientras escuchamos música y de vez en cuando hablamos de alguna que otra cosa, nada importante. Llegamos al local viendo que no tiene más de quince personas ya que aún no es muy tarde, entramos llamando la atención de todos pero al verme apartan la mirada de inmediato, divisamos a nuestro objetivo con dos mujeres en sus piernas y una atrás besando su cuello.

¿Su pequeña lombriz puede siquiera con una?

Lía: ¿Llegó el momento de divertirnos?

Sonríe de una forma que no creí ver jamás en su rostro, está ansiosa por mancharse con la sangre de esa rata.

Atenea: Es el momento de divertirnos.

Caminamos en su dirección y cuando nos ve, deteniéndose de más en nuestras piernas, sonríe en grande al divisar a Lía.

Epifanio: ¿Viniste a divertirte, putita?

Tiene una horrorosa sonrisa en su rostro mientras lame sus labios.

Asco.

Lía: Vine a divertirme ¿Quieres jugar conmigo?

Y la rata tonta y fácilmente accede, tomando así un pase directo al infierno.

Hace rato que no pinto, aunque hoy no me toca a mí trataré de divertirme un poco.

Las Siete Voces [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora