Atenea.
Con Lía nos dirigimos a nuestras clases correspondientes y al llegar a un punto del pasillo tuvimos que separarnos ya que nos tocan diferentes clases.
Iba caminando por el pasillo concentrada en el teléfono leyendo una historia bastante interesante cuando de repente siento que chocó con algo bastante duro y grande.
Me desestabilizo un poco y mi teléfono termina en el suelo y yo casi como el de no ser por las fuertes manos del poste con el que choque.
Espera ¿Qué?
Levanto mi cabeza y me encuentro con los profundo ojos azules de Apolo, por un momento me perdí en ellos.
Concéntrate.
Apolo: ¿Estás bien?
Pregunta aún con sus manos envueltas en mi pequeña cintura.
Atenea: Emmm ¿Si?
Ay no, ya quedaste más tarada.
Apolo: ¿Es una pregunta o lo estás afirmando?
Se ríe de una manera tan excitante que me tiene pérdida en ese magnífico sonido y su embriagador perfume.
Iba a contestar cuando me percato de que tiene su hermoso rostro llenos de moretones y su labio está partido.
Atenea: ¿Qué te pasó? ¿Estás bien? ¿Quién te hizo eso? ¿Te duele?
Mataré a quien lo haya golpeado.
¿Quién se atrevió a tocarlo?
Apolo: Calma, respira- acaricia mi cintura con una mano y con la otra acaricia mi mejilla de forma tierna- estoy bien, no es nada. Me lo he ganado.
Atenea: ¿Quieres que te ponga algo para la inflamación? Podríamos ir a la enfermería.
En realidad me preocupa bastante que se quede así, no estaré tranquila si no me deja aplicarle algo para el dolor.
Apolo: Te diría que no me duele pero te estaría mintiendo, agradecería que me ayudes un poco, rojita.
Esa última palabra se queda estancada como si de un eco se tratase en mi cabeza.
Atenea: Vamos.
Me agachó y recojo mi teléfono del suelo que gracias a Dios no sufrió ningún daño, cuando me levanto tomó su mano e inconcientemente entrelazó nuestros dedos.
Apolo: Llegaras tarde a clases.
Atenea: No importa.
Cuando lo veo sus mejillas están un poco sonrojadas.
Joder que tierno es.
Atenea: Te ves muy bonito sonrojado.
Apolo: Yo no estoy sonrojado.
Frunce su ceño y se ve más tierno aún.
Quién diría que el poste intimidante sería un osito.
Llegamos a la enfermería y noto que está vacía, así que tendré que buscar algún fármaco para el dolor y alguna crema para la inflamación.
Me pongo manos a la obra y una vez encuentro el botiquín de primeros auxilios me dirijo a Apolo que está sentado en la camilla como un buen niño obediente.
Me prende que sea tan tierno y adorable.
Veo que la jodida camilla es bastante alta y para llegar a su rostro tengo que ponerme de puntillas, pero soy muy orgullosa como para pedirle que se agache.
¿Quién carajos inventó está jodida camilla?
Estoy limpiando su herida y ya me duelen los pies de tanto estar parada en puntas de pies.
Eso te pasa por orgullosa.
Apolo parece darse cuenta ya que me mira con una sonrisa divertida.
Apolo: Déjame ayudarte un poco.
Antes de que pueda responder él ya me tiene sujeta de la cintura alzándome en sus brazos para sentarme en su regazo.
Ahora es mi turno de sonrojarme, intentó tapar el rubor de mis mejillas con mi cabello pero él no piensa igual ya que destapa mi rostro y me hace mirarlo.
Nuestras miradas se encuentran, nuestros rostros están a escasos centímetros, nuestras respiraciones se vuelven una.
Dirijo mi mirada a sus labios y él hace lo mismo y sus hermosos ojos azules iguales a los de sus hermanos se oscurecen. Acorta la poca distancia que había entre nosotros y me besa al mismo tiempo que me apretaba contra su cuerpo de manera anhelante.
Coloque mis brazos alrededor de su cuello y correspondí a su dulce beso, el beso era lento, como si quisiera grabar cada parte de este momento en su cabeza.
Yo también quiero eso.
Detengo el beso cuando siento algo salado en mis labios y lo miró.
¿Lágrimas?
Atenea: ¿Te hice daño? ¿Te duele? ¿Por qué lloras? No me gusta que lo hagas, detente.
Me siento mal al ver las lágrimas bañando sus mejillas ahora más sonrojadas.
Apolo: ¿Por qué lloras tú?
¿Qué?
Atenea: Yo no estoy llora...
Pongo mis manos en mis mejillas y me cayó abruptamente.
Mis mejillas están jodidamente húmedas, también estoy llorando pero ¿Por qué?
Atenea: Yo... yo no sé.
Apolo me mira de una forma que me dice miles de cosas pero no logro comprender ni una.
Apolo: Ya, está bien rojita.
Me da un beso en la nariz y luego otro en la frente.
Apolo: Sabes que ahora nos perteneces ¿Verdad?
Sin antes pensar en mí respuesta ya está ha salido de mi boca.
Atenea: Si y ustedes son míos ahora.
Apolo: Siempre lo hemos sido.
No sé a qué se refiere pero ignorando eso lo besó castamente antes de seguir curando sus heridas.
Le daré un buen golpe a quien golpeó a mi poste.
Apolo: Eres tan hermosa, simplemente perfecta.
Me observa con tanta adoración en sus ojos que no puedo evitar acariciar sus mejillas sonrojadas.
Atenea: Tú también eres muy hermoso, poste.
Me mira confundido.
Apolo: ¿Poste?
Atenea: Si, eres como un poste de luz así que así te llamaré de ahora en adelante.
Sus ojos adquieren un brillo tan bonito que quiero que lo mantenga por el resto de su vida.
Estoy muy sentimental.
Beso sus mejillas.
Atenea: Ya estás listo, volvamos a clase.
Apolo: Gracias, cerecita.
Atenea: No agradezcas. Para mí fue un placer, poste.
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Nota de la autora.
Capítulo en agradecimiento por los 2k de visualizaciones ¡Gracias a Dios y a ustedes por eso! 🥳❤️.
Estoy pasando lista, los que amen a Apolo digan presente.
Hasta pronto wattperos.
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Las Siete Voces [+21]
Storie d'amoreCuando empiezas a cuestionarte el motivo de tu existencia sabes que no todo va tan bien como aparenta, todo esto Atenea Smith lo sabe muy bien. Levantarse y saber exactamente lo que harás llega a tal punto de resultar asfixiante, todo esto hasta que...