Las Siete Voces [+21]

Capítulo 7

Atenea.

Con Lía caminamos por las calles del pueblo, ella dándome un recorrido por todos los lugares que según ella podrían gustarme.

Lo raro es que en cada lugar al que íbamos las personas se me quedaban mirando como si fuese un fantasma.

Quizás sea por que no todos los días ven a alguien nuevo en este pueblo.

Me mostró un parque, una cafetería muy hogareña y lo mejor ¡Una biblioteca!

En ella nos quedamos un buen rato conociéndos.

Lo agradecí.

Atenea: Y ¿Tienes hermanos?

Soy pésima en esto.

Lía suelta una pequeña risa y me ve como si fuese un cachorro.

Maldita.

Lía: No eres muy buena en esto y yo tampoco — no niego verdades, somos un asco — No, no tengo hermanos ¿Y tú?

Atenea: No — se hace un silencio medio incómodo así que decido intervenir — ¿Eres de por aquí?

No parece una persona allegada a este pueblo, si fuese así debería tener amigos ¿No?

Lía: No, en realidad soy de Italia. Con mis padres nos mudamos aquí hace aproximadamente año y medio.

Veo que frunce un poco el ceño y arruga la nariz como si algo no le gustará.

Atenea: ¿Por qué esa cara? ¿Alguna novia o novio que tuviste que dejar?

Cuando menciono esto último veo como su cuerpo se tensa.

Interesante.

Lía: Es que... este pueblo no es muy normal que digamos.

Dice esto, pero es como si se cohibiera a seguir hablando.

Atenea: ¿Por qué lo dices?

Ya que estamos, saquemos un poco de información.

Lía: Cuando llegué a este pueblo nadie salía de casa pasadas las 8 de la noche, había y todavía hay monarquía.

¿Monarquía?

Atenea: ¿Cómo está eso de la monarquía?

Lía: Es simple y complejo a la vez, solo están los reyes y luego nadie más tiene un título, pero las personas allegadas a los reyes tienen ciertas preferencias y comodidades.

Mierda, me entró un zumbido en la cabeza de repente.

Quizás sean unos niños pijos con aires de grandeza, nada más.

Atenea: ¿Por qué no podían salir después de las 8?

Esto está mejor que la Rosa de Guadalupe.

Lía: Porque siempre pasaban asesinatos extraños y siempre dejaban como símbolo un búho, supongo que por eso la gente dejó de salir a ciertas horas.

Búho.

Búho.

Búho.

No jodas.

Atenea: ¿Por qué un búho?

Lía: Nadie nunca lo supo —parece de película pero un puto escalofrío me atravesó desde los pies hasta la cabeza — si quieres un consejo, Atenea, nunca te metas con las voces, nunca hables de ellas, nunca salgas después de las 8 y por nada del mundo te acerques a los Smirnov.

No entendí esto último.

Esto será un problema.

Esos son más de un consejo.

Atenea: ¿Las voces?

Esto parece una mala película antigua.

Lía: Así se les nombró a los dueños de la noche en este pueblo. Según he escuchado antes ocurrían asesinatos, pero no en tal cantidad. De unos tres años hasta la actualidad los asesinatos eran el pan de cada día.

«Las malas lenguas dicen que esto se desencadenó por la desaparición de la líder de las voces y Reyna del pueblo»

El zumbido se ha convertido en un dolor de cabeza soportable pero muy molesto.

Atenea: ¿Quienes son los Smirnov?

Por alguna razón mencionar ese apellido me causó aún más dolor de cabeza y un fuerte escalofrío.

Si sigo así me terminaré desmayando.

Lía: Son catalogados de muchas maneras, los reyes, los dueños del pueblo, los dioses e infinidades de títulos.

Dioses ¿En serio?

Atenea: ¿Cómo sabes todo esto, Lía?

¿Es que acaso tenemos una pequeña Sherlock Holmes aquí?

Su mirada se oscurece y una sonrisa se planta en sus labios.

Lía: En algo tengo que matar el tiempo ¿No crees?

Atenea: ¿Sabías acaso que la curiosidad mató al gato?

Lía: Si, pero también sabía que al gato no le importaban ninguna de sus siete vidas.

Oh pequeña y dulce Lía.

Deberías saber que las palabras tienen demasiado peso.