Capítulo 10

22.4K 1.6K 28
                                        

Apolo

Cuando mando el mensaje me dirijo a clase, una vez en ella no puedo concentrarme en nada.

¿Cómo podría?

Tengo millones de preguntas rondandome la cabeza, pero las más frecuentes son ¿Quién era esa? ¿Por qué no me reconoció? ¿Qué le hicieron?

La rata deceara morir cuando ponga mis manos sobre ella.

Querrás decir que cuando pongamos nuestras manos sobre ella esa maldita rata querrá morirse.

Si, eso.

Cuando por fin se acaba la hora salgo de ese maldito salón y me dirigo a los pasillos pero siempre mirando a los lados.

Quizás la encuentre.

No lo hago, busco y busco y no la veo por ningún lado ¿Estará en la biblioteca?

Siempre le ha gustado leer.

Me dirigo a la biblioteca y efectivamente, ahí estaba con quién sea que sea la chica de antes.

Lo importante era que ella está aquí, tan bella, tan tierna, tan nuestra.

Siempre nuestra.

Atenea.

Una semana después.

Ha pasado una semana desde que entré a la universidad y con Lía nos hemos hecho bastante cercanas.

He notado que ella es bastante especial por así decirlo, veo un muy alto potencial en ella.

Puede que en un futuro hasta le enseñe a pintar.

Todavía es muy tierna para eso, pero en ella veo un pasado no muy bonito.

Sabe ocultar muy bien las cosas.

Bueno, en esta semana no ha pasado nada de relevancia.

Si lo ha hecho, solo que lo has ignorado.

Sabes que ya tengo todo fríamente calculado.

En esta semana he estado sintiendo que me están vigilando y ya sé quiénes son ¿El problema? Son los niños pijos jugando a los espías, pero ya les tengo algo preparado.

Justo ahora estoy en la universidad a punto de salir de una clase cuando chocó con alguien.

Como sea uno de los niños pijos me tiró de un puente.

Levanto mi cabeza y miró al chico que me tiene sujeta de la cintura.

¿Acaso me iba a caer y no me di cuenta?

Chico: ¿Estás bien?

Pregunta con una sonrisa coqueta en el rostro.

¿Y este qué?

Siento una taladrante mirada quemando me la espalda, pero no volteo.

Ya me estoy acostumbrando.

Atenea: Si ¿Podrías soltarme?

Su tacto me incomoda.

Chico: Eres muy hermosa ¿No te gustaría ir a verme entrenar?

Atenea: ¿Podrías soltarme?

Este estúpido se está ganando un pase directo a ser mi primera obra en este pueblo.

Chico: Vamos, sé que quieres.

Empieza a jalarme a no sé dónde y yo simplemente lo dejo ser.

Veremos hasta donde llega para evaluar que tanto sufrirá por atreverse a tocarme.

Mientras el chico me arrastra a sabrá Dios donde escuchó una profunda y ronca voz a nuestras espaldas.

Yo no lo busqué, él vino a mi.

Carajo, salí a buscar cobre y encontré oro.

Y el pronóstico del día es doble diversión para Atenea.

Niño pijo: Quitas tus sucias manos de ella ¡Ahora!

Mierda, creo que moje.

No ayudas.

Veo como quien me tenía sujeta al escuchar la imponente voz de mi ¿Salvador? se paraliza y palidece.

Parece muerto.

Muerto estará cuando caiga la noche.

Tenemos que respetar las tradiciones del pueblo, por eso mismo saldremos a jugar cuando la luna esté en su punto más alto.

Las Siete Voces [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora