Capítulo 58

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Contenido sensible⚠️

Atenea

Mis rodillas duelen como un carajo pero de solo recordar la razón mis pezones se ponen erectos y mis bragas se humedecen.

Necesito calmarme o les saltaré encima.

Estoy con los chicos en el sótano, hoy hemos decidido acabar con la vida de las escorias pero antes de, debemos esperar un regalito que está en camino.

Tenemos que juntar al triángulo amoroso.

Robert: E.eres un i.ingrata.

Tiene alrededor de diez minutos insultando me, ya enojó a los chicos pero yo solo puedo verlo con la burla marcada en mis ojos, pronto estará rogando para que está ingrata termine con su sufrimiento.

Hades: Pequeña, déjanos cortale la lengua.

Susurra en mi oído mandando miles de corrientes eléctricas por todo mi cuerpo dirigidas a mi coño, aprieto los muslos sintiendo su sonrisa en mi cuello, cuando me voy a apartar deja una húmeda lamida por lo largo de este haciendo apretar los puños para no gemir.

Atenea: ¿Dónde quedaría la diversión?

Y como si la invocará por la puerta entra nuestro espectáculo de hoy.

Atenea: Ha llegado uno de nuestros lienzos.

Veo como los chicos sin ninguna delicadeza la tiran al piso escuchando como se queja, me voy a una esquina y le hago señas a los mismo para que quiten la bolsa que tapa su cara, obedeciendo rápidamente con mi orden le sacan la bolsa dejándome ver su rostro con el maquillaje corrido y el cabello despeinado totalmente.

Si que parece un payaso de terror pero un payaso a fin de cuentas.

Paula mira a su alrededor y cuando divisa a mis hombres veo cómo intenta, fallando terriblemente en el intento, arreglar un poco su apariencia.

Paula: Mis amores, haberme llamado y venía enseguida, no tenían que mandar a estos orangutanes.

Su voz chillona hace un terrible eco por todo el lugar.

¿Es tonta o se hace?

Bastián: Si que eres idiota.

Paula dirige su mirada a mi hombre y lo recorre de pies a cabeza con descaro, aún no sé a percatado de mi presencia o de la de sus queridos tíos.

Paula: No sabía que habías vuelto, pensé que solo seguía aquí tu hermano siguiendo como perro faldero a la zorra esa.

Me acerco por sus espaldas y me inclino un poco.

Atenea: Benjamín nunca ha estado detrás de ti, bueno, ninguno de mis hombres lo ha estado y no lo estarán, querida.

Su cuerpo se queda estático al escuchar la primera palabra que salió de mi boca, voltea su cabeza casi rompiendo su cuello y cuando me ve palidece, mira a su alrededor y cuando ve a Tina y Robert en una esquina mirándola con desprecio y odio su cuerpo tiembla.

Paula: yo...yo ¿Qué?

Tartamudea como estúpida.

Atenea: ¿Ya te cansaste de despotricar? Quiero empezar a jugar contigo.

Si, hoy sólo jugaré con ella ya que las otras dos ratas se las di a mis hombres para que se diviertan también.

Cómo en los viejos tiempos.

Paula: E...estás loca, su...suéltame.

Los chicos me ayudan a ponerla en una silla y luego se retiran dejándonos solos, tomó unas pinzas y un martillo y vuelvo a donde está el tembloroso cuerpo de Paula.

Atenea: ¿Cuál quieres primero? No puedo decidirme.

Ladeó mi cabeza y cuando veo que no quiere responder tomo las pinzas y me acercó a sus manos viendo que tiene uñas acrílicas dándome así más trabajo.

Paula: P...por favor no lo h...hagas.

Miro el rostro bañado en lágrimas con los gritos y sollozos de los otros dos de fondo.

Atenea: Tranquila, seré cuidadosa- clavó las pinzas en su mano y luego la saco lentamente escuchando su desgarrador grito que solo me motiva más- ¿Ves?

Empiezo a arrancar sus uñas ensuciando mi ropa con su sangre, cuando no quedan más uñas que sacar comienzo  a sacar sus dientes y muelas mientras la veo directamente a sus rojos y llorosos ojos que me gustaría sacar notando que parece a punto de desmayarse agarró el martillo y lo estrelló contra su rodilla izquierda viendo cómo su pierna se va hacia atrás y eso parece despertarla.

Atenea: Despierta, aún no es hora de dormir.

Voy a la mesa que los chicos pusieron con todo tipo de materiales de tortura y agarró una sierra eléctrica pequeña, me dirijo de nuevo donde Paula silbando la melodía de Hakuna Matata.

Atenea: Te arrepentirás de toda la mierda que nos hiciste pasar durante tres años, te arrepentirás de ser una perra codiciosa que quiere aquello que no le pertenece, te arrepentirás de meterte conmigo.

Prendo la sierra cortando sus manos mientras siento su sangre salpicar mi ropa y rostro, mientras escucho sus gritos combinados con los de las otras basuras detrás de mí,  la miró a los ojos viéndola con una expresión de puro sufrimiento mientras con un soplete quemó donde corte para que no se desangre.

Atenea: Estás muy seria, eso no me gusta.

Agarró una navaja y vuelvo a su encuentro viendo el pánico en sus ojos, acercó la navaja a su cara dibujado una sonrisa que parte desde sus comisuras hasta sus pómulos, la miró notando que puedo ver sus encías y lengua por los orificios que acabo de hacer en su cara.

Atenea: Di hola- saco mi teléfono y la apuntó con él- ¡Dilo!

Al escuchar mi voz fría veo como hace un esfuerzo por cumplir con mi orden.

Paula: H...hola.

A pesar de que su voz no se entienda la dejo tranquila con eso porque sé que no podían entenderse sus palabras por la falta de dientes y los orificios de su boca más sus constantes sollozos. Rompo su camisa y sin más clavó la navaja en su estómago abriendo un hoyo para meter mis manos y tocar sus intestinos escuchándola gritar y retorcerse, saco mis manos y bajó sus pantalones antes de que la maldita muera y no pueda hacerlo. Llamó a los chicos y estos me traen un fierro que mande a calentar hace un rato.

Atenea: Merece una última follada antes de morir ¿No creen?- Paula me mira con pánico entendiendo mis palabras y lo que quiero hacer a continuación- que te metan un fierro caliente no ha de ser una experiencia muy grata, pero quizás a ti te termine gustando o quizás no, pero eso no es relevante.

Los chicos asienten con sus cabezas y con una sola mirada ya saben lo que tienen que hacer, se dirigen al cuerpo de Paula, dos abren sus piernas dejando al aire su coño y uno agarra el fierro y lo mete en lo más profundo de sus entrañas pero antes de que sus ojos pierdan el poco brillo que les quedan me acerco a su rostro donde susurro mientras con una navaja tatuó el símbolo del búho en su frente.

Atenea: Eso es por mandar a Robert incontables veces a que trate de abusar de mí mientras dormía y para que entiendas que la única y verdadera reina y dueña de los dioses soy yo.

Sonrió enormemente al ver sus ojos sin vida, al haberme vengado de tantas mierdas hechas por esa perra que ahora se encuentra tendida en una silla con una sonrisa dibujada en la cara, sin manos y pies, con un nuevo tatuaje en su frente, el estómago abierto y con un fierro en lo más profundo de su ser, volteo y veo a las ratas descuartizadas en el piso, a Robert con un bate en el ano y a mis chicos bañados de sangre al igual que yo.

Estamos en paz, ya no hay escorias que aniquilar, ya no hay nada que nos impida ser felices.

Las Siete Voces [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora