Capítulo 11

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Hades.

Una semana, ha pasado una jodida semana después de recibir el mejor mensaje de mi jodida existencia.

Una semana desde que todo se volvió un completo caos.

Thor terminó desmayado dentro de su auto, quería salir a buscarla pero le dio un ataque de ansiedad y no pudo controlarlo.

Hermes... Hermes se volvió una jodida magdalena mientras se encerraba en su cuarto para que no lo veamos así.

Zeus se ahogó con un vaso de leche al leer el mensaje e intentó calmarse con éxito para poder ayudar a Thor, pero no pudo así que tuvo que romper las ventanas del carro que por suerte no estaban blindadas y sacarlo antes de que muera asfixiado.

Y yo... joder yo me quedé en un estado de transe y no pude hacer jodidamente nada.

Ha pasado una puta semana donde con mis hermanos nos la hemos pasado mirándola, anhelandola, vigilandola de lejos.

Nos hemos vuelto unos jodidos acosadores.

A raíz de nuestras exhaustas horas, por no decir toda la semana vigilando la hemos visto y descubierto cosas interesantes y que nos llevan a una misma conclusión.

La rata pasará los peores meses de su vida.

Si, meses.

Tenemos planeado volver a tener a nuestra mujer antes de que pasen cinco meses y en ese tiempo nos divertiremos un poco con la rata, claro, sin matarla.

Ese gusto se lo dejaremos a ella.

Me empalmo con solo imaginarme a nuestra mujer en acción nuevamente.

Ya extrañaba sentir la dureza de mi Groot.

Si, yo también.

Justo ahora estoy viéndola salir de su clase, pero una piedra se interpone en su camino.

Jodida piedra.

Veo como un chico choca con ella a propósito y aprieto mis puños a mis lados.

Cálmate, si no nos reconoce podrías asustarla.

Inhalo y exhalo unas cinco veces, pero eso se va al carajo cuando veo como la tiene sujeta de la cintura.

Veamos qué hace ella.

Empiezan a hablar no sé de qué mierdas ya que estoy un poco lejos de ellos pero la cara inexpresiva de ella me encanta siempre y cuando no vaya dirigida a nosotros.

Aún así podemos leerla, es nuestra.

Jodidamente nuestra.

Salgo de mi ensoñación cuando veo que el chico la iba arrastrando por los pasillos.

Los chicos se pondrán felices, ya teníamos dos semanas sin jugar.

Hades: Quitas tus sucias manos de ella ¡Ahora!

No puedo dejar que está rata siga tocando lo que no es suyo.

Veo como el estúpido se paraliza, espero que cumpla su último deseo el mismo porque nosotros no lo haremos.

No damos regalos, no somos Santa Claus.

Llegó hasta donde están ellos y cuando siento el suave olor a coco y vainilla provienente de su cabello puedo jurar que me volví loco.

Bueno, más loco.

Chico: Yo... lo siento, no s...sabía.

Resulta que ahora es tartamudo.

Hades: ¿Cómo te llamas?

El chico palidece más si es posible.

Ya sabe lo que le espera.

Chico: R...Raúl.

Dice con la mirada gacha.

Me gusta saber el nombre de mis futuras pinturas.

Hades: Buen chico.

Le digo palmeandole la espalda con más fuerza de la necesaria.

Le acariciaría el cabello pero ese honor solo lo tiene mi pequeña.

«Ahora vete»

Cuando la rata se va miro a mi pequeña, si lo hacía antes perdería los estribos.

Hades: ¿Estás bien, pequeña?

Veo como se tambalea un poco y cierra sus ojos fuertemente, de inmediato la agarro por la cintura y tenerla nuevamente en mis brazos... joder está sensación me está dando mil años más de vida.

El simple echo de verla me los dio también.

Atenea: Yo...

Y sin más se desvanece en mis brazos.

Joder.

Joder.

Joder.

Sentirla nuevamente en mis brazos es una sensación tan avasalladora que me tiene delirando en un puto estado de trance.

Sé que debo parecer un puto loco drogado pero no me importa.

No me importa nadie más que no sea ella.

Sin poder evitarlo acerco mi rostro a su cabello y lo huelo, tan rico, tan adictivo, tan ella.

Me encaminó a mi carro para enviarles un mensaje a los chicos.

Si no les digo me matan y teniéndola a ella no quiero morir.

Entro al coche y una vez les he avisado que tengo a Atenea en mis brazos apagó el teléfono y me dedico a admirarla.

Es tan jodidamente hermosa, con sus preciosas pecas, su hermosa naricita, sus apetecibles labios, su hermoso cabello.

Toda ella es perfecta.

La apegó más a mi pecho y le doy repetidos besos en la frente mientras una lágrima se desliza por mi mejilla izquierda y le cae a ella en la cara, rápidamente la limpió con mis labios.

Jodida mierda, la extrañé tanto.

Las Siete Voces [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora