Atenea
Una semana después.
Benjamín: Sería muy bueno salir por un momento.
Lía: Si, pienso lo mismo.
Atenea: ¿Tiene que ser necesariamente a la playa?
Los miro mientras los apunto con una papita, no me parece tan buena idea.
Lía: Necesito broncearme y nadar un poco.
Benjamín: ¡Necesito ver culos redondos! ¡Necesito acción!
Está un poco frustrado últimamente.
Atenea: Y yo necesito tranquilidad y eso en una playa llena de gente no lo encontraré.
Con Benjamín nos hemos hecho muy cercanos en esta semana, se podría decir que somos mejores amigos.
Benjamín: Allá vienen tus hombres.
Volteo y efectivamente ahí vienen los chicos atrayendo todas las miradas hacia sus personas, pero veo algo que no me gusta, vienen con dos chicos y tres chicas que no apartan sus miradas de ellos y ellos ni las miran.
Algo mi interior se enciende en ira pero me niego a demostrarlo, solo los miro y cuando veo que se dirigen en mi dirección me levanto de la silla y dándole un beso en la mejilla a Benjamín y Lía me despido.
Atenea: Tengo que ir a la biblioteca, acepto ir a la playa con ustedes.
Salgo de la cafetería pasando por al lado de ellos sin dirigirles una mirada, me enoja y no sé por qué que esas estúpidas estén pululando a sus alrededores y ellos se dejen.
Tengo que tranquilizarme, a fin de cuentas no somos nada.
Llegó a la biblioteca y eligiendo cualquier libro me voy a un rincón apartado de todos. Empiezo a leer pero no puedo concentrarme, siento que alguien me está mirando y cuando levanto la vista veo a Ares sentado a unas cuantas mesas de donde estoy mirándome de manera fija e intensa.
Lo miro sin expresión en el rostro pero veo como mueve su silla y se levanta, cuando creo que se irá siento un tirón suave en mi brazo.
Ares: Vamos.
Lo miro con el ceño fruncido.
Atenea: ¿A dónde?
Ares: Camina y lo sabrás.
Me niego a irme con él, en está semana las cosas han estado un poco raras y estoy empezando a sentir la misma tensión sexual que tengo con sus hermanos está vez con él.
Atenea: No.
Lo miro desafiante y es como si algo se encendiera en él ya que me levanta de la silla en la que estaba y me sube sobre su hombro, siento su mano en mi trasero acomodando la falda que traigo puesta.
Se está aprovechando.
Atenea: ¡Suéltame!
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Las Siete Voces [+21]
RomanceCuando empiezas a cuestionarte el motivo de tu existencia sabes que no todo va tan bien como aparenta, todo esto Atenea Smith lo sabe muy bien. Levantarse y saber exactamente lo que harás llega a tal punto de resultar asfixiante, todo esto hasta que...
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