Capítulo 18

20.1K 1.4K 13
                                        

Atenea.

No puedo parar de pensar en qué mierdas me pasó en el bosque.

Fue como si algo me poseyera.

Nunca en mi puta vida me he comportado así con un chico, joder por algo soy virgen. No se porque mierdas con ellos es diferente.

¡Hasta acepté ser de ellos!

Seguramente solo quieren jugar conmigo y que luego de que les abra las piernas dejarme tirada como a todas.

Pero se te olvida un detalle.

¿Cuál?

Lía dijo que no hay otras, que no se relacionaban con ninguna chica.

Joder es verdad ¿Querrán comenzar ahora?

Estás sobrepensando las cosas.

¡Nos vieron matar a alguien!

No me entenderías.

Joder cuando los vi mirarme me salió tan natural pedir su ayuda que hasta me asusté y cuando Hades me besó no pude no corresponderle.

Se me hacía imposible.

Mi cabeza da miles de vueltas con los sucesos de las últimas semanas, Lía me habrá mentido o los chicos en realidad nunca habían estado con ninguna chica.

No los he visto con ninguna desde que llegamos.

Entro a mi baño para lavar la sangre que cubre gran parte de mi cuerpo, gracias a Dios los chicos me ayudaron a entrar por la ventana para que Robert y Tina no me vean. Si no estaría envuelta en un interrogatorio innecesario y que acabaría con la poca paciencia que tengo.

Cuando siento el agua impactar contra mi piel no puedo evitar mirar hacia arriba para que impacte con mi cara y borre los rastros de suciedad de ella.

El piso bajo mis pies comienza a teñirse de rojo recordándome lo que hice hace no menos de tres horas.

Sin dudas lo más excitante fue la última parte.

No niego verdades.

Lavo mi cuerpo para eliminar la sangre y el olor a ella, cuando termino con mi ducha luego de una hora bajo la lluvia artificial envuelvo una toalla alrededor de mi cuerpo y me paro frente al espejo comenzando a desenredar mi cabello, cierro mis ojos y como si se tratase de algún tipo de flash un recuerdo llega mi mente, un sueño que ya tuve.

*****
Niño: ¿Qué te pasa, cerecita? ¿Estás bien?

Entra un niño pelinegro de aproximadamente 8 años preocupado, mucho diría yo.

Niña: Es que... es que no puedo peinarme.

Le dice la niña mientras hace un puchero muy adorable, demasiado.

Niño: Ven, yo te ayudaré.

Camina hacia ella con la intención de quitarle el cepillo con el cual peina su larga cabellera rojiza.

Niña: No, ya soy grande. Puedo hacerlo sola.

Le dice empecinada, es bastante adorable como arruga su ceño y lo apunta con su cepillo.

Niño: Pero quiero ayudarte ¿Me dejas por favor, cerecita?

Niña: Está bien, pero no se lo puedes decir a nadie.

*****

Nunca he podido peinar complemente bien mi cabello estando mojado y por alguna razón nunca he dejado que nadie me ayude con ello.

Lo siento como si fuese incorrecto.

Antes de seguir divagando en mi mente y volverme loca decido ir a acostarme.

Siento que mañana será un día pesado.

*****
Nuevo día, nuevo carvario.

Me dirijo a la entrada de la universidad e inmediatamente divisó a Lía con una expresión atormentada no típica de ella.

¿Qué le pasa?

Me acerco a ella y tocó su hombro, ella se sobresalta y me mira como si fuese un fantasma.

Atenea: Perdón, no quise asustarte.

Sus ojos están rojos y tiene grandes ojeras debajo de ellos.

Lía: No te preocupes, yo estaba distraída y no te sentí llegar.

Atenea: ¿Te pasa algo? Te noto algo extraña.

Veo como sus ojos se cristalizan y mira para otro lado para que yo no lo noté mientras parpadea repetidas veces.

Atenea: Está bien si no quieres contarme ¿Quieres un abrazo?

No soy mucho de esto pero siento que ella lo necesita y ha sido la única persona que se ha acercado a mi desde que entre a esta universidad, bueno, desde que llegué al pueblo

De alguna forma tengo que retribuirle.

Lía sin mediar palabra alguna me abraza y esconde su rostro en mi cuello.

Atenea: Cuando te sientas lista puedes decirme lo que te atormenta, de alguna forma te ayudará desahogarte con alguien.

Le digo mientras sobo su espalda.

Lía: G...gracias

Siento una mirada penetrante en nosotras y cuando veo al final del pasillo está un chico bastante alto que nos mira fijamente, más específicamente a Lía.

Atenea: No tienes nada que agradecer, para algo son las amigas.

Lía: ¿Somos... somos amigas?

La única que tengo.

Atenea: Somos amigas solo si quieres serlo.

Se lo planta una sonrisa en el rostro aún con lágrimas rodando por sus mejillas.

Lía: Me encantaría ser tú amiga, Nea.

Sonrío y está a diferencia de muchas es una sonrisa sincera.

Atenea: ¿Aún quieres ir a la fiesta de esta noche?

No creo que en su estado quiera ir.

Lía: Si, necesito beber un poco.

¿Quién te hizo tanto daño, Lía?

¿Quién es el chico que nos miraba con impotencia?

Las Siete Voces [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora