Capítulo 45

12.6K 1K 18
                                    

Una semana después.

Ares

Me siento como la mierda, estoy como la mierda.

Me veo en el espejo y mis ojos se encuentra apagados y ojerosos, se nota mi cansancio en cada facción de mi rostro. Acomodó un poco mi cabello que está un poco más largo que hace dos semanas. Salgo de la habitación sintiendo mis pasos pesados, desanimados y sin sentido.

Llegó al comedor y me encuentro a mis hermanos en mis mismas condiciones o peor.

Han pasado muchas cosas.

Hades tiene una mirada perdida y pensativa siempre y sus ataques de pánico han aumentado en las últimas semanas.

Apolo se ha involucrado en varias peleas y sus ataques de ira van de mal en peor.

Thor me preocupa bastante, está comiendo menos que antes y cuando no está en el hospital está encerrado en su cuarto sin hablar con nadie.

Hermes, sus pesadillas han vuelto y a causa de ellos a vuelto a tomar pastillas para dormir, pero nada le sirve.

Zeus ha empezado a beber, poco pero lo está haciendo. Dice que cuando bebe puede imaginar que Atenea está con nosotros, consciente.

Y yo... yo no salgo del hospital tratando de no perderme ninguna reacción de su cuerpo, pero no obtengo nada y eso me tiene mal, jodidamente mal.

Luego de que Atenea moviera la mano cuando Apolo le habló no ha vuelto a mover nada, ya han pasado dos semanas y aún no despierta cuando el médico nos dijo que posiblemente lo haría en una.

Ya han pasado dos semanas y nada.

Dos semanas sin ver sus ojos.

Dos semanas sin escuchar su dulce voz.

Dos semanas sin sentir sus caricias.

Dos semanas sin ver sus sonrisas.

Dos sin ver sus hermosas mejillas sonrojadas.

Dos semanas sin ella.

Seco las lágrimas que habían caído de mis ojos sin darme cuenta y con disimulo procuro que nadie me haya visto, veo a Hermes mirándome con pena aún cuando él está gual que yo.

El siempre ve todo.

Aclaro mi garganta sacando a todos de sus cabezas.

Ares: Buenos días.

Recibo un asentamiento de parte de todos y veo como proceden a servirnos el desayuno.

Ares: ¿Nuestros padres?

Hades: Fueron a ver a Atenea.

Asiento con mi cabeza sintiendo una opresión en el pecho al escuchar su nombre.

Zeus: Las ratas no han querido abrir la boca.

Hace algunos días decidimos hacerle una visita a las mierdillas que colaboraron en alejarnos de nuestra mujer y traerlos a nuestra habitación de huéspedes en el sótano, con las ratas. Hemos tratado de sacarles la ubicación de Paula por las buenas ya que no queremos matarlos, bueno, no podemos en realidad. Ese placer se lo dejaremos a Atenea.

Cuando recuerde querrá vengarse y quiénes somos nosotros para privarle eso.

Ares: Les haré una visita.

Sin decir más me retiro del comedor sin ganas de probar nada. Bajo al sótano donde veo a las dos escorias dormidas en el piso como las ratas que son. Agarro una cubeta con agua sucia y los despierto muy amorosamente con el contenido.

Ares: Buenos días, suegros.

Suelto con sarcasmo.

Suegros, si claro ¿Padres también?

Robert: S...sueltanos, a nuestra hija n...no le gustará esto.

Me río, joder que lo hago.

Ares: ¿Hija? ¿Tus espermatozoides sirven acaso?

Palidece un poco más de lo que antes estaba.

Tina: No s...sabes nada.

Ares: Sé más que ustedes mismo- los miro con burla- sé que tu esposo te llevo a una clínica de fertilidad que en realidad era una clínica clandestina donde te sacaron el útero, por lo tanto, ninguno puede concebir- me mira con estupefacción- también se que tu querido esposo se revuelca con tu sobrina, Paula.

Tina mira a Robert con incredulidad y diría que enojo.

Ares: No te enojes, que tú no te quedas atrás, querida- me mira inmediatamente al entender mis palabras- que no se te olviden tus salidas con amigas cuando tu esposo no estaba por estar entre las piernas de Paula aquí, en Rusia ¿Qué hacías mientras él no estaba?- niega con la cabeza y me mira de forma suplicante, hipócrita- ¿No quieres decirle? Bien, se lo digo yo. Mientras tú estabas entre las piernas de su sobrina ella estaba contratando a trabajadores sexuales, menores de edad y cuando no tenía dinero recurría a violarlos al igual que tú, Robert, después de todo no son tan diferentes.

Ambos se ven con la clara sorpresa tatuada en el rostro, después de todo no existe nada mejor que poner a dos personas en contra para que alguno suelte la lengua.

Ares: ahora que lo pienso, muchas veces chupaste los flujos de tu sobrinita querida- suelto una carcajada al ver como su rostro se descompone- tú también, Robert.

Salgo de de ahí viendo cómo entre ellos empieza una discusión donde se restriegan las cosas en la cara, no falta mucho para que alguno suelte la sopa.

No existe mejor arma que las palabras.

*****

Llegó a mi lugar de destino sintiendo mi corazón a mil, la veré, inconsciente, pero la veré. Entro al hospital sin mirar a nadie y me dirijo por aquel pasillo que ya me sé de memoria.

Entro a su habitación sintiendo mi reputación acelerada, mis manos sudan, mi corazón late desbocado.

Entro y la veo tendida en la cama como un ángel, mi ángel.

Me siento a su lado y agarro su mano con la mayor delicadeza posible.

Ares: Hola, mi bella gruñoncita.

Beso su frente, esperando alguna reacción de su parte, pero como siempre, no obtengo nada.

Ares: Cuando despiertes, prometo llevarte a la playa con tus amigos, ya ese estúpido chico no me cae tan mal.

No después de enterarme que es gay.

Joder, nunca en mi vida me había sentido tan estúpido como ese día.

Ares: Necesito ver esos hermosos ojitos iguales a los míos, te necesito.

Mi voz se rompe, mi corazón se oprime y mis lágrimas caen como si de una cascada se tratase por mis mejillas cuando no recibo ni un mínimo movimiento de su parte, nada.

¿Cuándo despertarás, gruñoncita mía?

Las Siete Voces [+21]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora