Las Siete Voces [+21]

Capítulo 43

Zeus

Velar en ese estado es algo que nunca hubiese querido experimentar. Ver a mis hermanos en una situación como esta nuevamente me tiene mal, jodidamente mal.

Ares: ¿Cómo?

Esta estupefacto, todos en realidad.

Dr Wagner: En su cuerpo ha sido encontrada una alarmante cantidad de veneno que podría haber sido suministrada desde hace ya bastante tiempo, ya que si se administra una cantidad como la que se aloja en su cuerpo en este momento este simplemente podría colapsar.

Cada palabra que sale de su boca es peor que la anterior.

Veneno.

Veneno.

Veneno.

Las personas que se atrevieron a hacerle esto a nuestra mujer pagaran tan malditamente caro que rogaran por su muerte mientras lloran lágrimas de sangre.

Apolo: Pero estará bien ¿Verdad?

Apolo sorbe su nariz, sus ojos están rojos y dilatados, su cara se encuentra roja e hinchada y su mirada es la definición perfecta de dolor y angustia.

Dr Wagner: Aún es muy pronto para saber eso.

Esas palabras son como un puñal para mi corazón, para nuestros corazones.

El simple hecho de escuchar esas malditas palabras tan jodidamente dolorosas me hace cerrar fuertemente los ojos no queriendo romperme delante de ellos.

¿No volveré a ver sus ojos? ¿Cuando lo haré de nuevo?

Cuando queremos entrar desesperadamente a la sala donde tienen a nuestra mujer Wagner nos detiene con solo palabras.

Dr Wagner: Podría ser peligroso para ella que entren en este momento.

Elena: ¿Cómo que peligroso? ¿Mi hija está bien?

Sus palabras se entienden apenas por los constantes sollozos que salen de su boca y cuando el doctor iba a responder una voz lo interrumpe.

Benjamín: ¿Dónde está?

Sus amigos llegan a donde nos encontramos, sus respiraciones están agitadas y sus rostros tienen una pequeña capa de sudor un poco visible.

Lía: ¿Está bien?

No nos dejan responder, parecen loros.

Benjamín: ¿Está despierta?

Mi cabeza no aguanta tantas preguntas y tantas voces hablando mierdas.

Lía: ¿Podemos verla?

Eso quisiéramos nosotros.

Zeus: ¿Podrían callarse?- preguntó con una mano en la cabeza, masajeando mis sienes- No sabemos nada y no podemos verla.

Es una verdad a medias, aún no sabemos qué tanta confianza les tiene.

Benjamín: ¿Qué le pasó?