Zeus
Verla matar a ese chico fue una de las cosas más excitantes que he visto en mis veintitrés años de vida. El cómo la sangre de su víctima bañaba poco a poco su cuerpo me tiene hipnotizado y su sonrisa al realizar cada corte me llevó a un viaje sin retorno.
Estoy jodidamente duro como una roca y llega un punto en el que pensé en masturbarme pero eso podría asustarla.
¿Lo dices por el tamaño o porque íbamos a parecer unos depravados?
Ambos.
Justo ahora cuando su mirada se encuentra con la mía puedo ver la excitación y el morbo que le causa está situación.
¿Estás caliente, cerecita?
Desde un inicio sabía que estábamos aquí y no le importó y eso... joder eso hace brincar a mi polla en mis pantalones.
Carajo.
Atenea: ¿Me ayudan a hacer una fogata? Tengo frío.
Lo dice de una manera tan inocente que si no la hubiese visto matar al tipo no me creyese que ella fue quien lo hizo sin importar el hecho de que esté llena de sangre.
Ahora que veo bien a su víctima me doy cuenta que era la nuestra.
Me acerco a ella a pasos lentos y tocó su labio inferior.
Zeus: Tienes algo aquí- quitó la sangre que estaba en su labio y la llevo a mi boca, todo esto bajo su atenta y oscurecida mirada- ¿Dónde quieres hacer la fogata, cerecita?
Veo como cierra los ojos y se agarra de mi brazo mientras lo aprieta un poco.
Sé que te duele pero es necesario.
Atenea: Aquí mismo ¿No vienes?
Mira detrás de mí a Hades que se a quedado paralizado.
Creo que su amiguito le está molestando con esos jeans, por suerte nosotros tenemos joggins.
Se me escapa un pequeña risita.
Zeus: Tiene un problemita.
Todo esto lo digo acariciando su mejilla, cuanto extrañaba poder tocarla.
Necesito jugar con sus pequeños piecitos.
Todos tenemos una obsesión aparte de su cabello y la mía son sus pies, son bonitos, pequeños y hacen magia.
Extraño la magia.
Si, yo también.
La necesito justo ahora.
Atenea: ¿Cuál?
No sé ha percatado de las tiendas de campaña en nuestros pantalones.
Zeus: A veces eres tan inocente- mi voz está ronca, muy ronca y sin poder evitarlo la acerco a mi- Detallalo, cerecita y dime ¿Qué ves?
El olor metálico de la sangre mezclado con el olor a coco y vainilla que desprende su cabello es una fragancia jodidamente macabra y tétrica.
La inocencia y la maldad.
Atenea lo mira de pies a cabeza pero se queda más de lo debido en su segunda cabeza, al ver el estado de sus pantalones y de él en sí aprieta sus muslo.
Aprovecho que está concentrada mirando a su amiguito y la apegó más a mi para que sienta mi dureza y vea el efecto que causa en nosotros.
Zeus: Verte matando a nuestra presa nos tiene las bolas azules, cerecita- escucho como gime bajito y su rostro se enciende en un potente rojo, tan tierna- ¿Nos ayudarás?
Atenea: Yo... yo... ustedes....
Joder, me la como.
Hades se acerca por fin a nosotros y se queda mirándola.
Zeus: No seas mal pensada, era ayudarnos a hacer la fogata, pero si quieres otra cosa...
Su rostro enrojece más y me siento afortunado de verla en una situación como está, como un pequeño volcán andante.
Atenea: Emmm... si, vamos.
Nos dirigimos a su bolso misterioso y sacamos gasolina y cerillos.
Hades: ¿Qué tanto cargas en ese bolso, pequeña?
Atenea: Lo justo y necesario para pintar al aire libre.
Mientras dice cada palabra lo mira directamente a los ojos y se que si esto sigue la terminaremos follando contra un árbol y los chicos nos matarán.
Zeus: Es muy pesado, cerecita- me preocupa que se pueda hacer daño cargando ese bolso, aunque se de lo que es capaz- te acompañaremos a tu casa para que no tengas que cargarlo.
Antes de que diga algo ya la habíamos dejado sola para dirigirnos a la que se supone sería nuestra víctima de hoy por atreverse a tocarla.
Se nos adelantó.
Hades y yo echamos la gasolina por todo el cuerpo de la basura y Atenea se encarga de encender el cerillo y tirarselo.
La forma en la que sus ojos brillan al verlo prendido en llamas me endurece más.
Nos sentamos a una distancia prudente del cuerpo y nos dedicamos a verlo convertirse en polvo.
Hay un silencio a nuestro alrededor y solo se escucha el azote de la brisa contra las hojas de los árboles, pero es un silencio tan jodidamente cómodo que me niego a romperlo pero Hades no piensa lo mismo.
Hades: No puedo más.
La toma de la nuca y la besa fuerte, demandante, desesperado.
Si antes estaba duro ahora estoy que la polla me revienta.
ESTÁS LEYENDO
Las Siete Voces [+21]
RomanceCuando empiezas a cuestionarte el motivo de tu existencia sabes que no todo va tan bien como aparenta, todo esto Atenea Smith lo sabe muy bien. Levantarse y saber exactamente lo que harás llega a tal punto de resultar asfixiante, todo esto hasta que...