Capítulo 6: Pesadilla en Montenegro.

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Capítulo 6: Pesadilla en Montenegro.
I.
El Chaure blanco parecía un espectro pálido sobre la rama del castaño que coronaba el final de la Calle Piedad, desde allí podían avistar, sobre los tejados y las coníferas, la construcción imperiosa de la Iglesia Maldita de San Lucas, iluminada a medias por los pinceles rosáceos del atardecer. Sus chapiteles afilados relucían con los esplendores cobrizos del campanario. Del sur de Montenegro, corrían rumores de espantos en lo recóndito de las lomas y saqueos en los camposantos locales.
Marcus se agachó junto al fétido cadáver y Guillermo bebió un sorbo de su petaca.
—Otro brujo despedazado con un hacha—el joven frunció el ceño—. Le acertaron un hachazo en la parte trasera de la cabeza, y al caer al suelo le hundieron el arma homicida en los riñones y las costillas... hasta que se convirtió en un ángel sangriento con alas de hueso y membranas.
—Un artista horripilante—el viejo Guillermo acordonó el área mientras las patrullas llegaban a la escena del crimen—. Desconozco el carácter de este brujo mulato, pero por su expresión... debió ser un hombre irritable. Lo sorprendieron en la madrugada, en esta pequeña plaza rodeada de castaños. El asesino debe ser bastante robusto, porque el desastre es propio de un filo romo y oxidado. Los hachazos lo despedazaron y la sangre seca salpica todo el lugar... Es desagradable.
Marcus miró la calle vacía, de asfalto destartalado y hierbajos intrusos, bordeada por una acera deprimente y casuchas estrechas cubiertas de pintura pastel. Los tejados de terracota, machimbrado y hojalata lanzaban destellos rojizos de sol dorado... y las patrullas llenaban la intersección como penitentes lúgubres.
Guillermo se frotó las manos y las guardó en los bolsillos de la chaqueta.
—¿Testigos?
—Ocurrió en la madrugada—Marcus contó que solo faltaba una hora para el anochecer—. La llamada fue anónima, y el teléfono no pudo ser rastreado. Ocurrió lo mismo hace un par de meses en la Avenida Desesperación, solo que a esta víctima no le reventaron la espalda... La anterior fue asfixiada, las vértebras rotas en su cuello hicieron imposible dictaminar la naturaleza exacta de su homicida.
—¿Emociones involucradas?
Marcus se mordió el labio inferior.
—Pudo haber traicionado la secta de su congregación, y lo aniquilaron para evitar la difusión de un secreto importante.
—Estás mejorando, detective.
—Ahora debemos ajusticiar una secta religiosa que se siente capaz de obrar como verdugo.
—¿Existen secretos por los que vale la pena matar?
—Lleva un broche de plata en el pecho—Marcus levantó la envoltura plástica con el artefacto—. Una estrella de cinco puntas. Un Pentagrama.
—Magia negra—Guillermo extrajo la petaca de su chaqueta y bebió un trago para humedecer su garganta—. Al negro le falta un brazo, y tiene horribles cicatrices en la cara. Lleva una sotana oscura, un rosario de piedras de río, pendientes, fetiches simbólicos y cartas manchadas de sangre. Era un brujo fascinado por las ciencias ocultistas, utilizadas para concertar tratos con seres abominables... Solo hay un lugar en este pueblo donde las personas de esa categoría se concentran en hormigueros satanistas.
Marcus permaneció inmóvil, y miró de reojo al insólito pájaro pálido que los vigilaba desde la gruesa rama del castaño. Aquel animal parecía un habitante extraviado de las regiones plutónicas: un demonio en fuga que auguraba la muerte y respiraba con desagradables estertores. El chaure abrió su pico diminuto para proferir el cántico más aterrador y silbante que había escuchado en vida... Y una nube oscureció la superficie tosca del conjunto de edificios que erigían la centenaria y anticuada Iglesia Maldita de San Lucas.

Sol de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora