Capítulo 1: El Vampiro de Montenegro.

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Odias todita esta ciudad
La gente te obliga a despedir
Días contados pa' escapar
Si lo haces recuerda estaré aquí

Y no es mucho
No soy tan distinto a los demás, mi niña
Pero si te vas recuerda
Yo estaré aquí...

¡Te ha mentido toda esta ciudad!
¡¿Qué han hecho hacía esa mirada?!
¡Y mis brazos son para cuidarte, amor!
Yo estaré aquí...

¡Siente mi alma, siempre fue pa' ti!
¡Te amo más de lo que tú crees!
¡Cuando arda toda esta ciudad!
Y al fuego...
Yo estaré aquí

Si te han visto
Le has robado el brillo a la luna
Ya ves
Me has amado en guerra, dulzura

Capítulo 1: El Vampiro de Montenegro.
I.
Samuel clavó el hacha en el craneo del gul, y el ruido asqueroso de una pústula impregnó el aire con un aroma fétido. El hueso podrido cedió ante el filo, y los sesos violáceos se desperdigaron en el suelo como una masa purulenta. El cadáver reanimado se desplomó con la cabeza descompuesta, y de un puntapié, le arrancó el arma...
El gul apestaba a clorofila, lo que alguna vez fue un hombre flacucho se convirtió en un no muerto de piel correosa y verdosa; cubierto de moho y ropas podridas. Su sangre negra manaba en torrentes como tinta podrida y apestosa...
El camposanto decrépito apestaba a aciago putrefacto, y losas removidas de sus sepulturas. Los crucifijos de santo sepelio relucían como espectros fúnebres, sobresalientes del suelo estéril bajo una morosa aurora de incurable malestar. Los remolinos nubosos flotaban como miasmas al descender a las montañas agrestes... y le brindaban a aquella altiplanicie una ampulosa languidez. La Iglesia Maldita de San Lucas que coronaba la colina como un gigante letárgico era envuelto en tentáculos blancuzcos, y su augusta capilla proyectaba una sombra colérica sobre el atardecer aurífero de Montenegro. Las casuchas se reducían ante la altura como diminutos hongos hinchados que crecían después de una copiosa lluvia...
Salvador lo sobresaltó como una figura mefistofélica al emerger de la claridad con una pala sucia el rostro lóbrego perlado de sudor. El joven monaguillo reprimió una arcada y se tapó la nariz al escudriñar al gul muerto.
—Rompió el Juramento de No Agresión —Sam se limpió el sudor de la frente—. Consumir carne fresca enloquece a los gules... y los lleva a cometer atrocidades.
—Huele horrible...
—Este debe llevar unos cuarenta años desde su transformación. Los gules son amigables, diría que son criaturas afables hasta que... por equivocación, ingieren un bocado de carne fresca, y una euforia asesina los nubla hasta convertirlos en bestias incontrolables.
—¿Amigables?
—Viven en jaurías y recorren los mundos en busca de diversión—Sam arrastró el filo por la tierra húmeda—. Han jurado nunca arrebatar vidas y solo consumir cadáveres putrefactos.
—El Padre Boris te espera en el confesionario—Salvador movió la cabeza descompuesta del gul con la punta de la pala—. Yo enterraré a este...
Pero Sam no escuchó, porque se alejó rápidamente en dirección al edificio imponente que creció dentro de la bruma. Un caparazón disoluto y elefantino de estructura pétrea y negra, un recuerdo abismal de las magias bárbaras que imperaban en la región circundante desde hace centurias, y... según la leyenda del mago hebreo Lucas, fue construido en una sola noche por un ejército de demonios fantasmagóricos. El robusto edificio reposaba fúnebre, y sus chapiteles coronados por miasmas estelares recortaban el cielo como agujas de olvido.
El joven Samuel se adentró en el interior de la capilla, descubriendo una cúpula romántica y marmoleada de numerosas butacas y crisoles coloridos que mostraban las capitulaciones de Montenegro a lo largo de la historia: plagas de cólera, brotes de malaria, fusilamientos, piratas ahorcados y sangrientas guerras civiles entre los cultos herméticos que pululaban en un caldero hirviente de la magia y la ruina. El Cristo se exhibía proverbial, junto a una Virgen María inmaculada y un Jose Gregorio beatificado. Los patrones del pueblo brillaron por su ausencia: en su mayoría eran orishas paganos y pretenciosas encarnaciones de la brujería y la superstición influenciada por la ignota Montaña del Sorte.
—No ha habido actividad desde el Octubre Rojo—el Padre Boris, presbítero de Montenegro; era de rostro afable y rollizo. Vestía una túnica franciscana color caoba ceñida con un cordón a la cintura—. Desde las Candelarias, el Carnaval se presta para una tragedia.
Sam se dejó caer en una butaca con los hombros molidos y las piernas acalambradas. El gul prestó una hostilidad inusitada, y tuvo que despedazar su cabeza con excesivas fuerzas. Tembló al rememorar el octubre pasado...
—Temo por el temblor que aconteció la Víspera de la Candelaria—continuó el presbítero—. Época provechosa para rituales e invocación de Potencias... He escuchado rumores sobre Culto de Essenes de Ciudad Zamora y una confabulación entre los masones de la región.
—Viejos brujos—replicó el pelirrojo, y sus ojos sangrientos esgrimieron ascuas—. No creerás todo lo que dicen las viejas chismosas, ¿o sí?
—Los rumores de esas venerables ancianas nos han ayudado a atravesar las crisis.
—¿Y qué dicen las muy brujas?
—Que eres muy irrespetuoso y altanero para tener quince años.
—He tenido mucha práctica.
—Además...
Sam suspiró, exasperado...
—¿Y ahora?
—Nuestra región no es propensa a los temblores—sonrió el sacerdote, en contraste con su horripilante relato—. Menos aún, a la medianoche de una víspera tan oscura como las Candelarias. Puede que... uno de los fantasmas más antiguos de Montenegro se haya levantado de su fosa por obra de un mago negro. En estas fechas se cumple el trigésimo aniversario de la matanza de los Arrabales, y la Comunidad Católica vaticina el advenimiento de Dolores.
—La Bruja de Trina Rocca se queja de sus dolores cada vez que llueve...
—Controversias, Samuel Wesen—Boris agitó un dedo regordete—. Desde el Octubre Rojo y la desaparición de los Túnez... se han descubierto los Tratados Negros de su consultorio. Saúl Túnez se anticipó al despertar de un engendro necrófago que yace dormido en el Barrio Porvenir, y que cada ciclo de tiempo... despierta para alimentarse con un baño de sangre y una vorágine de terror. En este mundo, operan fuerzas oscuras que podrían propiciar el resurgir de una época de tinieblas...
—Los vampiros se extinguieron con el hundimiento de Lemuria—sintió un cosquilleo en el paladar al pronunciar aquel nombre—. En el Libro de las Sombras de Andrea y los manuscritos de Jesús Herrera...
—Montenegro nunca olvida—Boris se persignó, turbado—. Antes de ser una colonia española, fue un sembradío de cadáveres indígenas que veneraban el Trono del Diablo que se erguía en el corazón de la Montaña del Sorte. Todas esas lápidas fueron robadas por el séquito del Libertador, y se hundieron eternamente en el océano. Pero, la influencia de aquel Mal sempiterno yace enclaustrada y ha liberado incontables pestes. Acercarse a las tinieblas conlleva extraviar su alma, porque temo el día que sol se vaya y perdamos toda la esperanza...

Sol de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora