II.

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II.
—A veces creo que mi padre no es realmente la persona que dice ser—Sam estiró las piernas en una postura tortuosa, mientras Nelson hacía flexiones—. Ustedes, los Cambiantes, lo llaman «Sonetista»...
—Así fue como lo llamó Omar—Nelson sudaba copiosamente, con los músculos de los brazos tensos—. Tampoco sé lo que significa, pero el Chivato lo respeta... así que pensé que podría ayudarme con la crisis.
—Los gules dijeron algo similar—Sam cambió de postura y estiró la columna—. Todo es tan confuso... puesto que no sé cómo se involucra todo. Hace días que las desapariciones se han intensificado, y la policía ha declarado un toque de queda. Temen que un cartel se haya posicionado en Montenegro para robar órganos y cometer rituales satánicos.
Nelson se levantó de un salto, y comenzó a golpear el aire en postura de boxeo de sombra. Sus hombros estaban hinchado y nervudos...
—Hace tiempo mi abuelo dijo que era normal que algunos niños de las provincias más alejadas fueran raptados... Por eso, debíamos tener cuidado con salir de noche y vagar despreocupadamente por los bosques.
—¿Crees que la Finca del Chaure tenga que ver?
—Los Gonzalez buscan a sus primos desaparecidos—Nelson exhaló, exhausto—. Han desaparecido niños en comunidades remotas, y no se han encontrado cadáveres en ningún lado. ¿Cómo ocultar algo así? ¿Y en un lugar tan importante como ese?
Gerardo entró en el gimnasio con cara de pocos amigos, se lo veía pálido y fatigado. Últimamente estaba deprimido, y Andrea decía que casi no hablaba durante las reuniones. El joven rubio descargó su rabia con el saco después de quitarse los zapatos, y se les acercó a Nelson y Samuel.
—Pelea contra mí—le pidió el Presidente.
—¿Yo? —Nelson frunció el ceño y se encogió de hombros—. Esta bien...
Sam arqueó las cejas ante el espectáculo que iba a presenciar, pues Nelson era el más antiguo y habilidoso del grupo, y el Presidente tenía fama por sus habilidades de pelea desde que venció a Jesús y los Hermanos Arciniega en su época de terror. Ambos se colocaron de frente, y fueron rodeados por jóvenes ansiosos de contemplar un combate entre alumnos experimentados.
El profesor Rafael se acercó con el rostro torcido.
—¡Samuel! —Lo llamó con voz imperiosa—. ¡Tú vas a ser el árbitro!
Sam se puso firme al momento con los nervios erizados, y vio a los jóvenes mirarse mutuamente con los ojos entornados. Gerardo era rubio, delgado y alto; Nelson era moreno, bajo y robusto... Ambos adoptaron posturas de lucha distintas: el moreno como boxeador, y el rubio separó las piernas flexionadas con los brazos extendidos y las manos abiertas, en una postura altiva. Bianca y Violeta se sentaron en la alfombra, expectantes; Andrés y Mariann cruzaron apuestas.
Les dijo para comenzar, y en un rápido movimiento... Nelson descargó un golpe que no alcanzó y un recto que estalló contra el codo que Gerardo levantó. El rubio acometió con una sucesión de patadas que alcanzaron a Nelson en el estómago y rozaron su cabeza... El moreno se echó atrás con una mueca, y evitó una patada con giro que estuvo a centímetros de arrancarle los sesos. Gerardo volvió a caer sobre él con una agresividad y una energía impropia, Nelson apenas podía retroceder o levantar los brazos para cubrir su cabeza... Sus brazos se fueron cubriendo de moretones, y en un momento, Gerardo le propinó una patada al estómago que lo dejó sin aire, y continuó girando en una barrida que enganchó el talón del moreno y lo derribó.
El rubio dio un par de pasos atrás, con el pecho hinchado por la respiración convulsa. El moreno resopló, los aplausos de las chicas hirieron su orgullo. Consiguió levantarse con los codos raspados y volvió a adoptar una postura de boxeador: puños y hombros en alto. Gerardo ladeó la cabeza y se tronó el cuello, y Nelson lo embistió con una violenta ráfaga de golpes; el rubio a duras penas pudo retroceder, porque ni siquiera pensó en bloquear aquellos puños endurecidos con los codos. Nelson lo acorraló contra la pared del gimnasio, y flaqueó en el golpe definitivo... Gerardo bajó sus brazos molidos en una patada frontal al abdomen del moreno, y con una fuerza inesperada y desconcertante, Nelson fue proyectado unos tres metros... Consiguió mantenerse de pie, gruñendo y tosiendo con el estómago encogido. Sam pensó que aquello era imposible. Nelson se volvió a lanzar con los puños en alto, girando el torso con todo su cuerpo en cada descarga... Pero esta vez, el Presidente no dudó en su postura y recibió los golpes con sus codos y antebrazos; aguantó una gran cantidad de golpes, para luego girar sobre su eje, y descargar una patada de burro al pecho del moreno. Fue como si toda esa energía acumulada rompiese en un cauce, como un cañonazo, y Nelson cayó atrás con un chasquido atronador.
Gerardo había ganado, y así como entró... se marchó del gimnasio.
—Eso fue una paliza—Sam ayudó a un adolorido Nelson a incorporarse—. Te dieron hasta en la cédula...
—Sin comentarios—Nelson masajeó sus brazos amoratados.
Pero Sam no pudo sacarse aquella impresión de la mente. Después de clases salió con Donna, que lo había evitado gran parte de los meses siguientes al incidente con su hermana. Intentó no pensar en ello, preocupándose únicamente por sus notas, pero debía zanjar aquello. Se sentaron en las gradas abandonadas del viejo estadio de béisbol, cercano al Colegio Bolivariano. La chica aceptó hablar con él, y Sam, a pesar de que estaba allí... no le salían las palabras.
—No sé qué pensar, Donna.
—Lo siento—sonrió la chica, tímida—. Mi intención nunca fue mentirte, Samuel Wesen.
—Me mintieron y me usaron... No sé cómo sentirme al respecto.
—Yo—Donna bajó la mirada—. Mi madre me obligó a robar tu esencia. La idea partió del mago Saúl Túnez, que le reveló a mi abuela que en Montenegro existía un hombre con sangre peculiar... y que le heredó estas facultades a su hijo. La familia Blanco quería tu semilla para engendrar un hechizo con el poder de los dioses... Me obligaron a conocerte, pero yo me sentí frustrada al saber que eras una persona muy amable y compresiva. Mi madre quiere romper la maldición que nos mantiene ligadas a Montenegro, y para eso requirió de tu quintaesencia; pero eso no importa... porque mi tía fue secuestrada y Marcus no aparece, y nosotros...
Sam la besó, estampando sus labios con los de la chica. Donna le devolvió el beso, tibio y tierno, y se subió a su regazo echándole los brazos al cuello. Un beso acompañó al otro en una larga fila, mientras sentía sus labios mojados ser mordidos y succionados, y las manos de Donna acariciándole el cuello y las orejas.
—¡Samuel! —La voz se Finch llegó a él como un juramento imperioso.
Vio al joven de pie ante las gradas con los puños apretados. Estaba más ojeroso y enfurruñado que nunca...
—¿Finch?
—¡Se la llevaron!
—¿A quién?
Finch apretó los dientes y su piel adquirió un tono amarillento.
—¡A María, por supuesto! —Subió una grada de un salto y se dirigió a él con zancadas furiosas—. ¡¿No te importa, verdad?!
Sam se levantó, y recibió un fiero golpe del joven en el rostro. Se tambaleó, pero no perdió el equilibrio y levantó las manos... Más confundido que encabritado.
—Tengo una semana sin saber de ella.
—¡Fue hasta la Finca del Chaure y sabe Dios lo que hicieron con ella!
—Finch—Sam extrajo su teléfono—. La voy a llamar...
—¡Perfecto! —Finch sonrió, estólido—. ¡Samuel la encontrará con una llamada! ¡¿Ella no te importa, verdad?!
Al tercer timbrazo, una voz rasposa respondió desde el teléfono de María. Aún tenía señal, y debió ser recargado ante la espera de un llamado. Sam puso el altavoz...
—¿Samuel Wesen? —Era la voz rasposa y profunda de Belial; aquel mago negro de las sombras que se le apareció en el bulevar durante uno de los eventos de los Jinetes. Escuchó una risa sardónica—. Eres cordialmente invitado a la Noche de los Mil Demonios... que acontecerá la víspera del Walpurgis. Será una noche de horrores que cambiará la historia de la humanidad, y sumergirá este planeta en la oscuridad... El Alimento Sagrado abrirá el Noveno Círculo del Ojo de Meridiano.
La llamada se cortó, y Sam palideció... Miró a Donna y Finch con un regusto a sangre en la boca.
—Esta noche es último de abril—replicó, severo—. Es el Walpurgis, aquelarre de brujas, y podría ser la última noche que la humanidad duerma tranquilamente...

Sol de MedianocheDonde viven las historias. Descúbrelo ahora