- Cap. 61 -

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Esa misma noche, Stuart y Lucy fueron invitados por la familia para quedarse a cenar, ambos aceptaron gustosamente. Con algo de ayuda, Julieta pudo prepara la cena junto a su amada. 

Están de pie en la cocina. Olivia le brinda su apoyo incondicional, y aunque sus movimientos son aún algo limitados, ella se adapta a sus necesidades. 

Planearon cuidadosamente el menú, eligiendo platos que no requieran movimientos complicados ni tiempos de cocción largos. Esto les permite disfrutar del proceso sin presiones ni estrés. Se comunicaron constantemente, Olivia se mantiene atenta a sus limitaciones y Julieta le expresa sus deseos y necesidades.

A medida que trabajan juntas en la cocina, las conversaciones fluyen y las risas compartidas llenan el ambiente, Stuart y Lucy se sumaron a las risas mientras Noah admiraba la situación con cierto anhelo. Recuerdan momentos pasados y crean nuevos recuerdos mientras preparan la comida. La cocina se convierte en un espacio de conexión emocional, donde las amistades se potencian y la confianza aumenta. 

Terminado todo se sentaron en la mesa a comer entre anécdotas y risas. Luego de cuatro años, Julieta pudo volver a darle de comer a Noah, aunque ahora mas que darle de comer, era simplemente ayudarlo. 

. . .

Llegó la noche y Stuart se fue, ofreciéndose a llevar a Lucy. La familia estaba sola nuevamente en casa. El menor de los tres ya denota cansancio en su rostro, Julieta bajo el atento cuidado de Olivia, cargó a Noah hasta su habitación, acostándolo en su cama y arropándolo. 

- ¿Volverás a irte mañana? - preguntó con ese tono típico de inocencia en un niño de su edad 

Julieta miró rápidamente a Olivia quién solo miraba desde la puerta del dormitorio. Tomó aire y acariciando el rostro de Noah, le sonrió. 

- Volví para quedarme.. prometo que no volveré a dejarlos solos - besó la frente de Noah - Descansa pequeño 

Olivia se acercó para darle las buenas noches a su hijo y ambas salieron de la habitación cerrando la puerta. 

- Ahora tienes una promesa para cumplir - comentó Olivia mientras caminan a su dormitorio

- Y haré todo lo posible por cumplirla 

Narra Julieta

La emoción que siento después de cuatro largos años de no poder dormir con mi amada en la misma cama. Me ayudó a cambiarme ya que aún me cuesta hacerlo, principalmente con las camisetas. 

Su mirada sigue siendo la misma, esa con la que me vio aquella primera vez en mi casa en Chicago y también la misma de cada mañana cuando me ponía la camisa delante de ella. 

Estamos acostadas lado a lado, mi corazón late tan fuerte que lo siento como si pudiera inundar cada rincón de la habitación son su latir. La sensación de su presencia cercana es reconfortante y conmovedora. Las sábanas se sienten más suaves, las almohadas más acogedoras y el colchón más cómodo que nunca.

Me acerque ella, sintiendo su calor y su fragancia familiar. La familiaridad de su aroma me inunda de nostalgia y gratitud. Mis manos buscan las suyas, y esa conexión física después de tanto tiempo se siente como un reencuentro con una parte fundamental de mi misma.

Nos miramos a los ojos, el brillo de la emoción se refleja en ambas. Las palabras son innecesarias, ya que los silencios compartidos hablan de la felicidad y la satisfacción. Siento el latido de nuestros corazones sincronizándose, como si estuvieran reafirmando su amor y compromiso en este momento mágico.

Finalmente, cerramos los ojos y nos dejamos llevar por el sueño, la sensación de estar en los brazos de alguien a quién amas tanto, compartiendo la misma cama, es como un regalo preciado. Cada suspiro y cada movimiento se convierten en una sinfonía de amor y confianza que ha perdurado a lo largo del tiempo. Es un regreso a la intimidad y a la plenitud, y cada minuto juntas en esa cama se siente como un regalo inmenso y valioso.

Soy Olivia Benson, un gustoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora