- Cap. 73 -

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La noche había caído pesada sobre Nueva York, un cielo gris oscuro cubría la ciudad, presagiando una tormenta inminente. Las calles estaban extrañamente silenciosas para ser una noche de miércoles, como si el mismo aire retuviera el aliento ante lo que estaba por venir. Las luces de los edificios se reflejaban en los charcos formados por la lluvia que había empezado a caer hacía apenas unos minutos, llenando el ambiente de ese sonido suave y constante de gotas golpeando el pavimento.

En el departamento de Olivia y Julieta, la situación era distinta. Olivia había salido de casa horas antes, argumentando que el trabajo se había complicado, pero no había dado demasiados detalles. Julieta se encontraba en la habitación de Noah, el pequeño dormía profundamente abrazado a su peluche favorito, mientras ella intentaba ahogar la creciente sensación de inquietud que había sentido durante toda la noche.

Se había acostumbrado a que Olivia tuviera que trabajar hasta tarde. Sus respectivos trabajos nunca habían sido fáciles y, en su mayoría, habían aprendido a sobrellevar las ausencias. Pero esa noche se sentía diferente. Había algo en el aire, algo intangible pero indiscutible, que la mantenía alerta. Tal vez era la tormenta, o tal vez era el hecho de que, por primera vez en mucho tiempo, sentía que algo estaba fuera de lugar.

El reloj en la pared marcaba las 2:47 a.m. cuando el teléfono de Julieta vibró silenciosamente en la mesita de noche. Se incorporó, dejando a Noah arropado bajo las sábanas, y tomó el teléfono. Al ver el nombre de Isobel, pudo deducir que tenía trabajo.

-Lo siento, Jules, sé que es tarde... pero tienes que venir a la oficina -la voz de Isobel era grave y pausada-. Hay trabajo, se que no es tu horario pero, es importante que vengas

Julieta se levantó de inmediato pero con cuidado de no despertar a Noah, el cansancio desapareciendo al instante. Podía sentirlo en el tono de Isobel, algo estaba mal. Se vistió rápidamente, dejó una nota para Noah y salió de casa, la lluvia ya golpeaba fuerte contra el parabrisas mientras manejaba a través de la ciudad desierta.

Cuando llegó a la oficina del FBI, el ambiente era tenso. La tormenta se había intensificado, el sonido de los truenos retumbaba a lo lejos, pero dentro del edificio, todo estaba inquietantemente tranquilo. Al entrar, lo primero que notó fue el murmullo de voces en el aire, como si todos supieran algo que ella desconocía.

Julieta cruzó los pasillos y al llegar al despacho de Castille, notó la puerta entreabierta. Desde dentro, reconoció las voces: la de Olivia, firme y segura, y otra... una voz grave que le resultaba vagamente familiar. Cuando empujó suavemente la puerta, vio a Olivia sentada frente al escritorio, su expresión era una mezcla de sorpresa y algo más que Julieta no lograba identificar del todo. Frente a ella, Elliot Stabler.

Los ojos de Elliot se alzaron hacia Julieta por un breve segundo, pero volvió su atención rápidamente a Olivia. El ambiente en la sala era denso, cargado con años de historia no contada.

-Es bueno verte, Liv -dijo Elliot, con una suavidad que casi parecía fuera de lugar en medio de la conversación profesional que estaban teniendo.

Olivia asintió, pero Julieta notó el temblor sutil en las manos de su esposa, como si todo este reencuentro fuera demasiado rápido. Julieta decidió quedarse en silencio, observando, mientras se apoyaba contra el marco de la puerta.

-Es un caso difícil, Olivia -continuó Castille-. Y necesitamos toda la experiencia que podamos reunir. Stabler ha estado trabajando en una investigación que se cruza con la nuestra. Este será su nuevo equipo de trabajo temporalmente.

Olivia apartó la mirada de Castille por un segundo y miró a Julieta. Un intercambio de miradas que no duró más que un parpadeo, pero fue suficiente para que Julieta sintiera una punzada en su pecho. Se conocían tan bien que no hacía falta hablar. Había una historia entre ellos que nunca había sido completamente contada.

Soy Olivia Benson, un gustoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora