La mañana había comenzado con un aire tenso y lleno de expectativa en la oficina del FBI. Julieta se encontraba en su escritorio, revisando los informes finales de la investigación sobre el secuestro que la había tenido atrapada en un torbellino de emociones. La luz del sol se filtraba a través de las persianas, iluminando las hojas de papel esparcidas por su mesa. A su lado, OA y Maggie estaban absortos en la documentación sobre el hombre secuestrado. La actividad en la oficina era frenética; todos eran conscientes de la gravedad de la situación y del tiempo que tenían para actuar.
—¿Por qué secuestrar a este tipo? —preguntó Stuart, quien entró con más información sobre la casa donde se habían realizado los arrestos. Su rostro mostraba una mezcla de determinación y curiosidad—. Lo mantenían vivo, así que no era un simple rehén por venganza.
—Exacto. Parece que tenía información valiosa que necesitaban —respondió Julieta, mientras pasaba las páginas de los informes. En su mente, los recuerdos de las noches de angustia junto a Olivia regresaban, pero sabía que no podía permitirse distraerse—. Según lo que hemos encontrado, su familia estaba involucrada en un esquema de lavado de dinero. No solo eso; también se menciona que tenían conexiones con grupos delictivos.
Maggie frunció el ceño, pensativa. —Eso explica por qué lo necesitaban. No solo querían a Olivia y a ti fuera del camino, sino que había más en juego. Debemos asegurarnos de que no se escape nadie.
Julieta asintió, su corazón latiendo más rápido. Cada descubrimiento, cada pista, parecía acercarles más a la verdad. Pero al mismo tiempo, el peso de lo vivido la hacía sentir cansada. El reloj avanzaba, y ella sabía que debía ir al hospital para ver a Olivia.
Tras un intenso día de trabajo, Julieta se dirigió al hospital. La esperanza de ver a Olivia le llenaba el corazón, pero también había un hilo de ansiedad en su interior. Cuando llegó a la habitación, el ambiente era tranquilo, y los monitores emitían un suave pitido que la reconfortaba.
—¡Hola, cariño! —dijo Julieta, entrando con una sonrisa. Olivia, que había estado mirando por la ventana, se volvió hacia ella.
—Julieta.. me alegra verte —Olivia sonrió, su expresión iluminándose al ver a Julieta.
El doctor entró en ese momento, rompiendo la burbuja de intimidad que habían creado. —Disculpen chicas, pero tengo noticias para ustedes, Olivia puede continuar su recuperación en casa —anunció, revisando los últimos resultados de los exámenes con una sonrisa satisfecha.
—¿En serio? ¡Eso es genial! —respondió Julieta, sintiendo una oleada de alivio y felicidad. Olivia merecía estar en casa, rodeada de su familia.
Poco después, ambas se prepararon para salir del hospital. Sin embargo, al llegar a la entrada, se encontraron con un grupo de periodistas que esperaban ansiosos. Las luces de las cámaras parpadeaban y las preguntas volaban en el aire como flechas.
—Olivia, ¿cómo te sientes después del secuestro? —gritó un reportero, empujando su micrófono hacia ella.
Julieta, percibiendo la incomodidad de Olivia, se interpuso rápidamente, protegiéndola con su cuerpo. Puso un brazo por encima de los hombros de su esposa y con su otro brazo trataba de alejar a la prensa
—¡Por favor, mantengan la distancia! —dijo Julieta con firmeza, adoptando una actitud decidida. Su instinto protector estaba a la vanguardia mientras guiaba a Olivia hacia el auto—. Apreciamos su preocupación, pero no haremos declaraciones en este momento.
Finalmente, lograron llegar al auto, y una vez dentro, Julieta soltó un suspiro de alivio. Miró a Olivia, quien respiraba profundamente, tratando de calmarse.

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Soy Olivia Benson, un gusto
RandomUna joven oficial con un pasado difícil, un presente firme y un futuro muy prometedor. Una sargento con una vida difícil, muy dedicada a su trabajo. Dos mujeres con pasado difícil, muy trabajadoras y buenas oficiales. ¿Pasara algo cuando se encuentr...