- Cap. 76 -

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La oficina del FBI estaba vacía, desprovista del bullicio habitual que solía caracterizar el lugar durante las horas pico. A esas alturas de la noche, el eco de los pasos de Julieta resonaba con fuerza sobre el suelo pulido mientras caminaba de un lado a otro, sus pensamientos entrelazándose con cada movimiento. Stuart estaba sentado frente a la computadora, el rostro iluminado por la pantalla mientras revisaba una serie de archivos, y el leve zumbido de la máquina era el único sonido que rompía el silencio.

—Todo está demasiado tranquilo esta noche —murmuró Julieta, rompiendo el silencio.

Stuart levantó la mirada, arqueando una ceja con una sonrisa sardónica.

—Sabes que no va a durar, ¿verdad? —respondió mientras se estiraba en la silla—. Este tipo de casos nunca terminan en una nota tranquila.

Julieta esbozó una sonrisa de complicidad, pero su mente estaba lejos de la conversación superficial. La investigación había avanzado a un ritmo irregular, y aunque había nuevas pistas, el caso estaba lejos de resolverse. Estaban atados a hilos finos, con demasiadas preguntas sin respuesta. Lo más desconcertante era la cercanía de Kathy Stabler con algunos de los elementos que habían surgido.

Aprovechando el silencio solitario, Julieta se dejó caer en una silla cercana a Stuart, cerrando los ojos por un momento, buscando algo de claridad en medio del caos mental que sentía.

—No sé si es la fatiga o qué, pero tengo la sensación de que estamos pasando por alto algo importante. Algo que está frente a nuestras narices y simplemente no estamos viendo —murmuró, en un tono más reflexivo que usualmente empleaba cuando estaba rodeada de otras personas.

Stuart, su compañero fijo, tenía una habilidad innata para leerla. Sabía que cuando Julieta hablaba así, estaba procesando algo profundo.

—¿Qué crees que falta? —preguntó, abandonando la pantalla para concentrarse plenamente en ella.

—Es el patrón. La relación entre las últimas pistas y Kathy... Todo está demasiado alineado, pero no cuadra del todo. Siento que Elliot está tan involucrado emocionalmente que se nos está escapando algo —respondió Julieta, frotándose la sien con los dedos.

Stuart se inclinó hacia adelante, cruzando los brazos sobre el escritorio.

—Sé que estás pensando en eso desde hace días. Es normal que haya interferencias emocionales en este tipo de casos. Pero tenemos que mantener la cabeza fría y separar las emociones de los hechos —dijo con calma, aunque conocía de sobra lo complicado que era pedirle eso a Julieta, especialmente en medio de la tormenta emocional que Elliot había traído con su regreso.

Julieta asintió en silencio, su mirada fija en el reloj de la pared. Sabía que Stuart tenía razón, pero esa sensación persistente de que algo estaba fuera de lugar no la abandonaba.

—Elliot... —comenzó Julieta, dudando por un momento—, él está tan atrapado en la imagen que tiene de Kathy que no puede ver más allá. Y eso nos está frenando. Lo peor de todo es que... no puedo culparlo.

—¿Y qué harás al respecto? —preguntó Stuart, inclinándose ligeramente hacia ella—. ¿Enfrentarlo? ¿Decirle que está obstaculizando el caso?

Julieta negó con la cabeza. Enfrentarlo no era tan sencillo. Elliot tenía una habilidad innata para hacer que cualquier enfrentamiento se sintiera personal, y Olivia ya estaba en medio de todo. No quería añadir más tensión de la necesaria.

—Aún no lo sé. Pero algo tiene que cambiar —dijo finalmente.

En ese momento, las puertas de la oficina se abrieron y un grupo del equipo entró, llenando el espacio con murmullos y ruido de equipo. Olivia y Elliot llegaron poco después, seguidos por Isobel y Jubal. La atmósfera se llenó de una energía renovada, pero Julieta no pudo evitar sentir la carga en el aire, especialmente cuando sus ojos se encontraron brevemente con los de Elliot. Había algo oscuro en su mirada, una sombra de irritación que parecía haber estado acumulándose desde hacía tiempo.

Soy Olivia Benson, un gustoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora