- Cap. 88 -

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La unidad especial del FBI y la policía entraron al edificio abandonado con una mezcla de esperanza y urgencia. Los pasos resonaban por los pasillos vacíos mientras inspeccionaban cada rincón, buscando cualquier rastro de Olivia y Julieta. La atmósfera fría y densa del lugar solo aumentaba la tensión.

Fin fue el primero en notar algo inusual en una de las esquinas del edificio: una pequeña mesa con equipo tecnológico básico. Allí encontraron lo que buscaban, o más bien, lo que temían encontrar: el celular desde donde se subió el video de Olivia. Jubal se acercó rápidamente, revisando el dispositivo.

—Es el maldito teléfono —dijo Fin, con la voz cargada de frustración—. Pero ellas no están aquí.

—Están jugando con nosotros —añadió Isobel mientras daba un golpe suave pero firme sobre la mesa con la palma de su mano—. Saben cómo mantenernos a raya.

Jubal conectó el teléfono al sistema de rastreo, buscando información adicional. Su expresión se tornó sombría al revisar los datos.

—Nos están guiando, pero solo hasta donde ellos quieren —anunció Jubal—. El video fue subido desde aquí, pero este lugar no tiene ninguna otra señal. No hay huellas que las vinculen directamente.

Isobel miró alrededor con los ojos entrecerrados, analizando el espacio vacío. Sabía que este juego estaba diseñado para desestabilizarlos, para mantenerlos a distancia. Cada segundo que pasaba era un momento en el que Julieta y Olivia seguían en peligro, y el equipo estaba cada vez más tenso.

—¿Alguna pista en el teléfono? —preguntó Fin, con un tono que ya sugería la respuesta.

—Hay un par de mensajes que intercambiaron justo antes de subir el video —respondió Jubal—, pero son encriptados. Tomará tiempo romper el cifrado.

—Malditos... —Fin dejó escapar en voz baja, frotándose la nuca con frustración—. Quieren que sigamos detrás de ellos, pero nos están dejando en la niebla.

El equipo se dispersó por el lugar, buscando cualquier otro rastro. Cada rincón fue examinado, pero todo lo que quedaba era un eco vacío de las esperanzas que habían depositado en esta pista.

Una vez de vuelta en la sala de operaciones, la frustración era palpable. Fin, Jubal e Isobel entraron en un pequeño círculo de discusión mientras las pantallas repetían el video de Olivia. Sabían que no estaban más cerca de encontrar a sus compañeras, pero el caso del que Olivia habló seguía siendo una pieza importante.

—Lo más frustrante es que no nos lleva más cerca de encontrarlas —dijo Fin—. Estamos rastreando un lugar vacío.

—Pero nos dice algo más importante —añadió Jubal, señalando una de las pantallas—. Algo en ese caso es lo que los está moviendo. Es personal.

Isobel, aún con la mirada fija en el video, reflexionó en voz alta.

—Mostraron que no temen golpearlas. Quieren que sepamos que están dispuestos a hacerles más daño si no cumplimos.

El ambiente era cada vez más pesado. Sabían que el reloj seguía corriendo y que, aunque tenían más información, el tiempo para salvar a Olivia y Julieta se estaba agotando.

—No tiene sentido —continuó Jubal, revisando los informes del caso—. Todo en este expediente está cerrado. Los acusados están muertos o en prisión. ¿Qué más pueden estar buscando?

Fin frunció el ceño, intentando buscar una perspectiva que aún no hubieran considerado.

—¿Y si no es el caso en sí? Quizás están buscando venganza por algo que no tiene que ver directamente con el crimen, sino con lo que representa.

Isobel asintió lentamente.

—Podría ser algo relacionado con los familiares de los involucrados. O alguien cercano a una de las víctimas...

De repente, un técnico de computadoras se acercó con un informe. Tenía una mirada ligeramente alarmada.

—Hemos terminado de revisar el teléfono. Aunque no hay mucho, encontramos algo... tal vez útil. —Les mostró el dispositivo—. Al parecer, el cifrado no era tan complicado como pensábamos. Hay un mensaje que no fue enviado, que parece haber sido redactado por error.

Jubal lo leyó en silencio antes de hablar.

—"Nos aseguraremos de que nadie olvide lo que les hizo...". Está incompleto, pero algo nos dice que la motivación viene de alguien que sintió que el caso quedó sin justicia completa.

—Sabemos que no están aquí, pero cada vez es más claro que hay una venganza personal —concluyó Isobel—. Y eso es lo que debemos usar para encontrar el siguiente paso.

Mientras tanto, en casa de Fin, Noah había comenzado a aislarse. No quería ir a la escuela. Los niños ya habían visto el video de Olivia, y los comentarios maliciosos sobre sus dos madres homosexuales lo habían alcanzado.

Fin había estado tratando de mantener un equilibrio. Quería estar presente en la investigación, pero también estaba cuidando de Noah, quien pasaba mucho tiempo con la prometida de Fin. Sin embargo, las cosas se estaban volviendo más difíciles.

—Él no quiere hablar de lo que pasa en la escuela —dijo la prometida de Fin—. Solo quiere estar en casa. Sabe que su madre está en peligro, y no quiere que le recuerden eso cada vez que sale.

Fin asintió, preocupado.

—Lo entiendo. Pero no podemos dejar que vea ese video.

La conversación se desvió cuando Isobel entró en la habitación con un nuevo informe.

—Tenemos otra pista. Parece que hemos rastreado el lugar desde donde subieron el video, pero está muy lejos del sitio donde creemos que las tienen.

El equipo sabía que las piezas comenzaban a encajar lentamente. Pero con cada paso que daban, los secuestradores parecían estar un paso por delante, moviendo las piezas en su propio tablero y poniendo a prueba la resistencia del equipo y de las mujeres que seguían cautivas.

Fin observa las imágenes de la pantalla, sus ojos cansados y su mente dividida entre el caso y la preocupación por Noah. Con un suspiro profundo, mira a su alrededor, notando que Amanda se mantiene cerca, atenta a la evolución de la investigación.

—Amanda, necesito pedirte algo —dijo, con un tono grave pero cercano.

—Dime, Fin. ¿Qué necesitas? —respondió ella, consciente de que cualquier favor en esos momentos no sería sencillo.

—Noah. El chico está cada vez más asustado. Me gustaría que fueras a verlo, que estés con él un rato. Tal vez te escuche mejor a ti... sabes lo importante que son Olivia y Jules para él, quizá ver a alguien distinto pero de confianza como tú, lo ayude a sentirse mejor

Amanda asiente, su rostro suavizado por la comprensión.

—No te preocupes, Fin. Haré lo que pueda por él... 

Antes de irse, Amanda cruza miradas con Fin. Ninguno dice nada más, pero ambos saben que esa simple acción podría hacer una gran diferencia para Noah, quien ha soportado demasiadas emociones para su corta edad.


















Soy Olivia Benson, un gustoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora