—¿Bella? —Tomé sus manos entre las mías y las bajé, sosteniéndolas a los costados de mi cuello. Ella se inclinó, quedando así su cabeza a un lado de la mía.
—¿Quién más podría ser? No creo que haya otra persona aquí que te llame "amor". —Su voz, aguda y delicada, denotaba alegría pura. Tragué saliva e intenté decir algo sin delatar mis nervios. Ni una sola palabra coherente salía de mis labios, solo balbuceos como "ahm" o "eh".《No seas idiota, Thomas. Deberías estar feliz.》
No obstante, sentía todo lo contrario; nervios, inseguridad, cargo de conciencia, el temor de que ella sepa todo y esté fingiendo lo contrario. Y lo peor era que no sentía esas ganas usuales de verla. Era la misma sensación de esta mañana cuando me avisó que vendría, de hecho, había olvidado que me visitaría y por lo mismo no hallaba cómo reaccionar.
—¿Tom?
—¿Qué? ¿Qué pasa? —Giré mi cabeza, quedando frente a su rostro. Sus ojos color celeste me contemplaban con una mirada que pasó de felicidad a confusión.
—¿Acaso no estás feliz de verme?
—Sí, lo estoy. —Respiré profundo y me volteé por completo, sentándome con la espalda hacia la nada. Bella se incorporó y cruzó de brazos, tenía el ceño fruncido y no había rastro de alguna sonrisa, siquiera una mueca. Lo único que ahora lucía alegre era su vestido rosa.
—No parece.
—Lo siento, amor, me pillaste desprevenido —Le dediqué una sonrisa algo forzada, pero creíble, ya que en parte era sincera.Resolví que ignoraría todo lo que pasaba por mi mente en ese instante y dejaría que la felicidad de tenerla a mi lado me llenara. Después de todo, sí la había extrañado
—Dios, por supuesto que estoy feliz de verte. —Agregué.
Volvió a sonreír y me puse de pie, rodeándola con mis brazos y apoyando su cabeza en mi pecho. Algo no se sentía correcto, aparte de todo lo que he hecho, y no conseguía saber qué era. Mi corazón latía más rápido a su lado, mas no como siempre.
El dulce aroma de su cabello entró por mis fosas nasales y se mantuvo ahí, y sí, creo que me hacía falta tenerla a mi lado. Preciso de alguien que me ayude a poner los pies en la tierra un momento y que detenga todas mis niñerías.
—Te extrañé demasiado, Tom —susurró, su cabeza aún recargada en mí.
—Y yo a ti, preciosa. —No podía apartar la culpa de mi mente. No le estaba mintiendo, sin embargo, tenía la sensación de que mientras menos doy, más recibo. Ella es incondicional conmigo y yo voy y me entrego a los brazos de un desconocido.Se alejó y me miró a los ojos; hice un gran esfuerzo para no pedirle perdón mil veces en ese mismo instante. Me sentía intranquilo, mi respiración tenuemente agitada, y rebuscaba en mi cerebro una infinidad de situaciones posibles para así estar preparado. Me sonrió, gesto que logró calmarme, y rodeó mi cuello con sus brazos, atrayéndome hacia ella y besando mis labios. Correspondí, pero todavía tenía la sensación de que algo andaba mal. Bajé mis brazos a su pequeña cintura y la acerqué mucho más, esperando así que los pensamientos molestos se desvanecieran.
Nos separamos por falta de aire y sentí la necesidad de unir nuestros labios otra vez, como si quisiera probarme a mí mismo que mis sentimientos hacia ella son verdaderos. Ella me besaba de vuelta y yo continuaba intentando ver esos "fuegos artificiales", los cuales no tenían intención de reaparecer al igual que la última vez que nos vimos. Fruncí el ceño y me detuve, manteniendo nuestras frentes unidas. Ella posó sus manos en mis mejillas, acariciando la derecha con su pulgar.
—¿Pasa algo? —Abrí los ojos apenas me habló e intenté mantener el contacto visual. Se me era difícil; temía que pudiera leer mi mente con tan solo un vistazo.
—No, ¿por qué?
—Tu cara. Te veías, no sé... Era como si no estuvieras realmente aquí.
—Tranquila, no pasa nada. —Le sonreí y sostuve una de sus manos, esta todavía sobre mi rostro—. ¿Y cómo llegaste acá?
—¿Wes no te lo dijo?
—Así que esa tú eras la sorpresa. —Asintió y me sonrió. Yo reí—. Lo tenías bien guardado, ¿eh?
—Por algo se llaman sorpresas, cariño. Sentémonos y te cuento más.
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Waiting Game ↠ dylmas
FanfictionThomas Brodie-Sangster, un actor de larga trayectoria, lo tiene todo, o al menos eso es lo que él piensa. Con su familia, su novia, sus amigos, una carrera próspera y su futuro matrimonio a punto de concretarse, no hay nada más que podría querer. Pe...