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Conciliar el sueño fue una tarea muy complicada. Mi cama era amplia y había espacio de sobra para que Bella y yo durmiéramos sin problema, sin embargo, ella fue la única que se sumió en un sueño profundo tan pronto cayó la noche. Estaba cansada, lo noté desde que vi su rostro al saludarla, pero yo también lo estaba y aun así mi cuerpo se rehusaba a descansar.

La noche avanzó entre algunas horas en las que finalmente logré dormir y otras en las que desperté sobresaltado sin razón alguna. Supongo que las preocupaciones son las que causan todo eso; el estrés, el saber que viajé durante horas por alguien que ansiaba verme y yo solo romperé su corazón en el tiempo que tarde en decir lo que debería haberle dicho hace mucho tiempo atrás. Y así fue como desperté. Dormí un par de horas, abrí los ojos con el corazón vuelto loco en mi pecho y no conseguí volver a dormir por más que así lo quisiera, por lo que cuando me di cuenta de que había amanecido, decidí que estaba harto de cerrar los ojos y no lograr nada más que girar cada cinco o diez minutos sobre la cama, o solo contemplar el techo en medio de la oscuridad.

Me levanté sintiendo que mi cuerpo pesaba una tonelada y que los bostezos no cesarían jamás; también sentía picor en mis ojos y ganas de volver a la cama (qué ironía). Antes de bajar al primer piso, me dirigí al baño haciendo el menor ruido posible y lavé mi cara con agua fría para así eliminar un poco la sensación de somnolencia que no parecía querer abandonarme. Tomé mi teléfono y descendí por las escaleras de la silenciosa casa, algo bastante normal si se tenía en consideración que el sol recién comenzaba a salir. A pesar de que afuera el clima era frío —lo noté al ver que las ventanas estaban empañadas—, la sala de estar se sentía cálida y acogedora, y el hecho de que el piso era alfombrado me favorecía, ya que solo estaba usando calcetas para cubrir mis pies.

Segundos más tarde, el ruido de mi estómago reclamando comida me llevó hacia la cocina, pero solo opté por un desayuno liviano y breve que consistía de una taza de té y tostadas, nada fuera de lo común. Me senté en el sofá y comí en silencio, tomando mi teléfono y leyendo el último mensaje que le envié a Dylan, el cual nunca fue respondido. Quizás no sería una mala idea escribirle de nuevo, pero tal vez parecería desesperado cuando posiblemente solo ha estado muy ocupado con la filmación de la película.

Seis de la mañana, día viernes, y lo único que me preguntaba era qué hacía Dylan, a miles de kilómetros de distancia, en el mismo momento que yo me encontraba sentado en el sofá de mi casa, rodeado de un silencio absoluto que no beneficiaba para nada mi intención de obtener un poco de descanso; si no podía descansar físicamente, al menos necesitaba calmar todo el alboroto dentro de mi cabeza. No obstante, era difícil. Sabía lo que debía hacer, lo que era correcto y debía actuar lo más pronto posible porque no era justo continuar dañando a alguien que merecía todo menos lo que yo le daba. A veces, pensaba en mí como una persona detestable, en alguien que Isabella nunca ha conocido realmente, en otro ser humano que se escondió por un buen tiempo tras la faceta del novio fiel y bueno, que lo único que siempre ha hecho es amar más que a nadie en el mundo a la muchacha que tiene a su lado. He sido todo lo contrario. Pero dicen que el amor ciega, supongo que por eso Bella nunca consiguió del todo ver el otro lado de mí.

Aunque ha habido momentos en los que me habría gustado revertir lo irreversible, vuelvo a meditar la situación y me doy cuenta de que tal vez así siempre debió ser, y que debo asumir mis errores tanto como aceptar que hay cosas bastante positivas dentro de todo este caos. Me desvié del camino que tenía planeado seguir, y pese a todos los obstáculos con los que me he encontrado, nada acabó siendo una total pérdida ni derrota. Apareció Dylan y él se convirtió en lo que más importa. Él es todo lo que importa.

Mi mamá me sorprendió cerca de las siete cuando su voz rompió el silencio y yo la miré, asustado. Luego, me reí de su expresión de extrañeza al verme sentado en la sala en vez de estar durmiendo. Tal vez esperaba verme despierto por la tarde debido al viaje largo y agotador desde Estados Unidos hasta acá.

Waiting Game ↠ dylmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora