Thomas
Cuando salimos del hotel, el viento helado que corría esa noche nos recibió. No parecía una noche veraniega, sino que se asemejaba bastante a la del día anterior y deseé haber llevado una chaqueta conmigo en vez de una simple camiseta. Minutos antes de salir de mi habitación con la excusa de que iría a beber una cerveza con algunos de los chicos, Bella me había advertido que llevara una chaqueta conmigo porque el clima no era tan agradable como parecía. También me insistió incontables veces que no saliera con mis amigos (que en realidad solo era Dylan, y ni siquiera sabía si realmente lograría ir con él a algún lugar). Fue algo muy oportuno que, a pesar de no haberla invitado, ella no haya querido ir.
Dylan caminaba delante de mí con ambas manos dentro de los bolsillos de sus jeans. Sus pasos eran lentos y a veces daba un vistazo hacia atrás, como si necesitara saber que yo todavía estaba allí. Recorrimos un par de metros hasta que él se detuvo justo en frente de la fuente cercana a la puerta de entrada, sentándose allí con los brazos cruzados sobre su pecho. Permanecí de pie frente a él, dándome cuenta de que sus ojos estaban clavados en mi cara.
No sabía qué decir. Quería aparentar seguridad, pero mis nervios me traicionaban. Mi conciencia susurraba a mis espaldas todos mis errores, y podía jurar que cualquier acción iba a delatarme. Me sentía contento porque Dylan había accedido a salir conmigo y pasar un rato juntos, mas sabía que debería haberle dicho la razón por la que había estado tan distante. Pensaba en él, siempre lo hacía, pero existían momentos de egoísmo puro en los que ni siquiera pasaba por mi cabeza cómo se sentía él respecto a lo nuestro.
El problema era que necesitaba a Dylan conmigo tanto como necesitaba todo lo demás que ya tenía entre mis manos. Mi madre podía amenazarme más de una vez y eso no iba a significar que me rendiría tan fácilmente, no obstante, admitía que las dudas vagaban de un lado a otro dentro de mi cerebro a toda hora. Tal vez hubiera sido mucho más sencillo contarle a Dylan todo lo que sucedió en Inglaterra desde el principio, sin embargo, lo que vendría a continuación de mi historia no era muy difícil de predecir: él me observaría con los ojos brillantes y repletos de ilusión a la espera de que yo dijera que todo daba igual, porque me quedaría con él y lo dejaría todo sin mirar atrás. Si las circunstancias hubieran sido totalmente distintas y mi personalidad diferente, eso no habría tenido nada de malo, pero tenía la certeza de que yo no era capaz de ignorar las cosas que iba a perder por él.
Era un cobarde, lo reconocía. Quizás era demasiado para mí perder no solo a mi hermana, sino que a toda mi familia, ya que conocía perfectamente a mi mamá y sabía de lo que ella era capaz. Si ella intentaba alejarme de Ava, eso significaba que haría todo lo humanamente posible por alejarme de otros parientes cercanos; le lavaría el cerebro a cada uno de ellos con tal de hacerme pagar por no darle el gusto. Mi hermana no iba a ser tan fácil de convencer, mas existía la posibilidad de que ella también acabara despreciándome, y yo no tenía idea de cómo iba a lograr lidiar con eso. Luego estaba Isabella, a quien, después de todo, estimaba demasiado y no quería aceptar perderla como la amiga que estuvo junto a mí por años. Algo me decía que si Dylan hubiera estado en mi lugar, él sí lo habría dejado todo, y quizás mucho más, para estar conmigo, y detestaba admitir que tal vez yo no era ese tipo de persona, puesto que permitía que el miedo me controlara.
—¿Entonces? —me preguntó y yo escondí ambas manos en los bolsillos delanteros de mi pantalón.
—¿Entonces qué?
—¿Nos quedaremos aquí toda la noche o me llevarás a algún lugar? —replicó con una pequeña sonrisa, a lo que yo le sonreí de vuelta y me senté a su lado.
—Bueno... Se me ocurrió que podríamos ir a una disco —dije y me relamí los labios—, pero sería perfecto si vamos a una que no es tan frecuentada para no tener problemas con algún paparazzi o algo así.
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Waiting Game ↠ dylmas
FanfictionThomas Brodie-Sangster, un actor de larga trayectoria, lo tiene todo, o al menos eso es lo que él piensa. Con su familia, su novia, sus amigos, una carrera próspera y su futuro matrimonio a punto de concretarse, no hay nada más que podría querer. Pe...