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  Wes gritó corte por enésima vez, y cuando vi la hora no pude sentirme más decepcionado de que solo fueran las tres de la tarde. No estaba seguro de la cantidad de tomas que habíamos hecho en tan pocas horas —sé que eran muchas—, pero ahora comprendía del todo por qué Kaya y yo debíamos estar en el set más temprano que el resto. La producción de la película estaba un poco retrasada con relación a escenas breves e importantes que deberían haber sido filmadas hace ya un tiempo, lo que preocupaba a todo quién estuviera involucrado en la realización del filme, entre ellos, Wes.

  Todos lucíamos un poco extenuados. Aun así, hacíamos nuestro mejor esfuerzo para ayudar a Wes que, después de todo, era un novato en cuanto a dirección cinematográfica. Intentábamos cooperar y no equivocarnos demasiado, ya que no deseábamos desperdiciar ni un segundo del día con tal de terminar las grabaciones a tiempo. Sin embargo, yo, al igual que el resto, solo deseaba que el día acabara pronto.

  La presión que caía sobre nuestro director, la cual acababa siendo traspasada hacia nosotros, se sumaba al clima desagradable y sofocante que siempre parecía empeorar. Nunca pensé que el verano en Louisiana podría ser tan desagradable. El sol ardía en el cielo y quemaba en segundos a todo quién se detuviera bajo él, añadiendo a eso la humedad que me hacía sudar de manera exuberante. Creo que todos teníamos un mal día, a excepción de los maquilladores; su trabajo había disminuido notoriamente desde el momento en que la fatiga comenzó a manifestarse en el semblante de todo el reparto de la película, lo que favorecía el aspecto que nuestros personajes debían tener y hacía que el maquillaje estuviera de más.

  Mientras me dirigía hacia el sector de aperitivos y bebestibles que se hallaba bajo un toldo, a solo unos metros de las cámaras, me llevé una mano a la frente para enjugarme las pequeñas gotas de sudor que se habían formado allí. Moría por una bebida helada, así que escogí la botella de agua más fría que encontré dentro de la hielera. En ese mismo lugar, tomé asiento en la silla de género que tenía el nombre de mi personaje estampado sobre el respaldo y bebí un largo trago de agua, disfrutando de cada gota como si aquel líquido que corría por mi garganta hubiera sido lo más delicioso que jamás había probado.

  Me recliné en la silla con un suspiro saturado de alivio y preocupación. Me sentía privilegiado al estar unos minutos bajo la sombra, sentado, bebiendo agua embotellada y descansando después de pasar horas en movimiento constante. No obstante, sabía que el descanso no tardaría en llegar a su fin cuando Wes hiciera su próxima llamada a través del megáfono. Amo mi trabajo, de verdad, pero en ese momento ni siquiera tenía el deseo de pensar en cuántas veces más diría los mismos diálogos o haría las mismas acciones frente a la cámara con tal de conseguir otras diez tomas diferentes de una misma escena.

  Otro suspiro involuntario se escapó de mi boca y me recliné en la silla aún más, como si esperara que de pronto la tela cediera hasta tragarme y hacerme desaparecer. Observé alrededor de mí en busca de paz; tenía la necesidad de contrarrestar el desastre que había en mi cuerpo gracias a los nervios. Estaba estresado y agotado, pero comenzaba a notar que el cansancio físico era lo de menos. ¿Por qué? Porque incluso cuando tenía la oportunidad de hacer una pausa en un día atareado como el de hoy, estoy seguro de que a miles de kilómetros se podía escuchar cómo giraban los engranajes dentro de mi cabeza. Thomas no se marchaba de ahí, era como una plaga de la que ya me había contagiado sin remedio, y yo odiaba a mi cerebro por adquirir el mal hábito de pensar en él más de lo necesario. (Aunque quizás esta vez sí tenía razones para pensar en él más de lo necesario.)

  Isabella ya no estaba con él, al menos no en la misma ubicación geográfica. Ella se hallaba en un avión con destino a Inglaterra y Thomas..., en algún lugar cercano a dónde yo estaba ahora. Pero eso no significaba nada. No significaba nada porque nunca supe qué fue exactamente lo que sucedió entre ellos, aunque logré comprender que él todavía tenía que contarle a ella la verdad sobre nosotros.

Waiting Game ↠ dylmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora