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La mañana transcurrió con una lentitud increíble, causándome cierta impaciencia al ver que los minutos parecían no avanzar nunca. No quería que las horas pasaran más rápido porque ansiaba irme de aquí, sino que Dylan era quien más ocupado estaba en todo esto de las filmaciones y si tenía suerte, podíamos mirarnos desde lejos o intercambiar unas cuántas palabras y sonrisas llenas de secretos. A medida la mañana seguía su curso, grabamos algunas escenas juntos, pero nunca éramos solo nosotros dos y yo debía entrar en mi personaje, concentrándome en lo que son las prioridades de Newt: hallar la salida del laberinto. Pese a esto, siempre surgía el pensamiento de que hubiera preferido que Newt fuera homosexual y tuviera una relación con Thomas o algo así, entonces yo no tendría razones para estar ansioso por la llegada del primer receso del día, que es a la hora de almuerzo, ya que estaría la mayor parte de tiempo al lado de Dylan. Sin duda, almorzaría junto a él, además, acordamos vernos en el baño del pasillo de los vestidores a la hora del segundo receso, el cual es en la tarde, así no sería una absoluta tortura el no poder hacer otra cosa más que sentarnos uno al lado del otro y reírnos todo un día.

—¡Okay, corte! ¡Vayan a almorzar, nos vemos en una hora! —exclamó Wes, a lo que yo esbocé una sonrisa y sentí un pequeño alivio en mi interior.

Busqué a Dylan con la mirada, pero no lo encontré por ningún lado, así que me dirigí hacia la gran mesa en donde nos entregaban comida dentro de envases de poliestireno más una botella de jugo o lata de gaseosa. Ya teniendo mi almuerzo entre las manos, caminé en dirección a una de las mesas vacías que utilizábamos para comer, similares a las de picnic —de madera y con bancas como asientos — y me senté, esperando a que Dylan apareciera de pronto y se sentara a mi lado; sin embargo, la única que llegó fue Kaya, quien se sentó frente a mí y dejó su comida sobre la mesa, sonriéndome con un aspecto expectante. La miré con el ceño fruncido por un segundo, para luego enfocarme en abrir mi caja de comida y comenzar a comer, y si bien le había dado una clara señal de que ella debía decir algo en vez de observarme de esa forma, podía sentir sus ojos sobre mi cara, firmes e insistentes respecto a algo que yo desconocía.

—¿Qué? —pregunté, dejando mi tenedor en la mesa con cierta fuerza para enfatizar mi fastidio.
—Nada —respondió con las manos en alto y esa sonrisa imborrable.
—Entonces, ¿podrías dejar de mirarme así? Es un poco incómodo, a decir verdad.
—¡Ay, por qué tan amargado, Tom! Pensé que estarías feliz —dijo en un tono algo burlesco y yo la miré una vez más, mis ojos un poco más abiertos de lo normal. Luego, volví la vista a mi comida, comí un poco, mastiqué y, finalmente, le hablé con la boca aún llena.
—¿Qué?
—¿Qué? ¿Es lo único que sabes decir? —Puse los ojos en blanco y ella rió—. Idiota, hablo de Dylan. ¿Crees que no me di cuenta de cómo se hacían ojitos hace un rato?

De inmediato sentí mis mejillas hirviendo y regresé la mirada hacia lo que había sobre la mesa, una sonrisa queriendo hacer paso entre mis labios pero yo solo intentaba reprimirla.

—¿Y? ¿Me vas a contar? —insistió, sus cejas elevadas y ojos azules que lucían mucho más grandes de lo que en realidad son.
—Bueno... ¿Creo que es algo obvio?
—No, no mucho —reí al darme cuenta de que tenía razón, pues fácilmente podríamos haber vuelto a la misma relación de antes u otra cosa diferente de lo que actualmente tenemos.
—No sé... No sé qué somos, a decir verdad —comencé a contarle, usando el tenedor para jugar con mi puré de papas a medio comer mientras sentía que no podía controlar la manera en que mis comisuras se elevaban al pensar en Dylan y todo lo sucedido—. Le dije que me gusta y bueno, yo le gusto y... Todo resultó genial. Sinceramente, fue mejor de lo que esperaba.
—¡Qué lindo! —chilló Kaya repleta de felicidad y yo negué con la cabeza al encontrar divertida su actitud— Ya era hora de que decidieras actuar como la persona inteligente que eres.
—¡Oh, vamos! No creo haber sido tan tonto. —Sus facciones pasaron de alegría a seriedad en solo segundos.
—¿Es en serio? —replicó— ¿De verdad me estás preguntando eso?
—Está bien, está bien. Tienes razón, pero...
—¿De qué tienes razón, Kaya? —La voz de Dylan emergió de la nada y sentí mi estómago apretándose como también mi pulso ligeramente irregular.

Waiting Game ↠ dylmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora