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La televisión de la sala de estar, la cual se hallaba muy cerca del comedor, estaba encendida. Un programa de comedia era lo que aligeraba el silencio denso e incómodo que había aparecido cuando nos sentamos a comer. Oía las risas clásicas de ese tipo de series, las voces de los actores y el ruido de los cubiertos chocando contra los platos. Miré hacia el frente y Ava me dio un vistazo como si intentara preguntarme si sabía qué pasaba, mas yo tampoco tenía idea de por qué nuestra madre estaba tan enojada, o al menos eso demostraba, y que por eso estábamos todos en silencio.

Antes de comer, había ido a mi habitación para decirle a Bella que el almuerzo estaría listo dentro de poco. Me dijo que quería levantarse, que ya se había aburrido del encierro y de estar acostada todo el día sin hacer nada en absoluto. Sentí un poco de lástima por ella y le sugerí que bajara a almorzar con nosotros; por supuesto que aceptó con una amplia sonrisa sobre su rostro. Sin embargo, el hecho de que mi mamá haya esbozado una sonrisa demasiado falsa cuando la vio, eso fue lo que despertó mis dudas y me hizo dar cuenta de que algo andaba mal. Su extraño comportamiento continuó mientras terminaba de cocinar y yo ponía la mesa. Le hice un par de preguntas triviales que respondió cortante, sin su típico tono dulce y maternal que la caracterizaba, y simplemente me limité a callar, ya que creí que sería la mejor opción.

—Ava, ¿me pasas la ensalada, por favor? —pidió Bella con amabilidad, sus labios curvados en una sonrisa pequeña.

Ava tomó la ensaladera repleta de lechuga y se la entregó, a lo que Bella agradeció y el silencio estuvo de vuelta. Me di cuenta de que alguien debía hacer algo al respecto, así que decidí que yo sería esa persona.

—Estaba pensando y... deberíamos salir. Los cuatro. Ir a algún lugar, pasear...

—Yo no puedo —me interrumpió mi madre con semblante neutro—. Tengo cosas por hacer en la casa y quería trabajar en algunas canciones para la banda.

—Es cierto, casi lo olvido —comentó Ava después de tragar la comida que tenía en la boca—. Mamá y yo estamos trabajando en nuevas canciones, Tom. Te mostraremos después para que nos digas qué opinas, pero creo que por eso tampoco podré ir con ustedes.

A lo que mi madre y Ava se referían era a la banda de Jazz que teníamos. Era algo así como una banda familiar, ya que todos los integrantes eran parientes; primos, tíos, hermanos, hijos, padres... Yo incluido.

—Quizás Bella y tú podrían salir, ¿no crees? —agregó mi hermana— Llévala a algún lugar para que tome un poco de aire fresco, le ha de hacer falta.

De pronto, mi mamá carraspeó tal como si fuera coincidencia que haya sucedido justo cuando Ava mencionó su idea. Todos le dimos un vistazo y ella continuó comiendo como si nada, aunque no pude evitar mantener la vista fija en ella.

—Vamos, Tom —me dijo Bella, quien estaba sentada a mi lado, sacándome de mis pensamientos—. Podemos ir donde sea, pero salgamos. De verdad que no quiero volver a estar un segundo más en esa cama. 

Me relamí los labios y miré a Ava, quien asentía y sonreía para alentarme a aceptar la propuesta.  A su lado, mi madre cortaba un trozo de su filete y no prestaba atención a la conversación, o eso era lo que parecía.

—Está bien —respondí segundos después, mi vista sobre la brillante mirada celeste de Isabella—. Pero recuerda que a la vuelta debes volver a la cama. Todavía tienes que hacer reposo por unos días más.

Waiting Game ↠ dylmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora