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Dylan P.D.V.

Analicé mi entorno, tratando de tomar una decisión a la velocidad de la luz. Los demás reían y me observaban, esperando a ver lo que haría.

—¿Y? ¿Lo vas a besar o qué? —me gritó Chris, cada palabra articulada arrastrándose una tras otra de forma pausada.

Algunos estaban mucho más borrachos que otros y drogados como nunca. Tengo la sensación de que el tiempo pasa con lentitud y rapidez al mismo tiempo, mi cuerpo parece pesar lo que pesa una pluma y a veces siento ganas de reír porque sí; pero a pesar de todo, logro concentrarme en una sola cosa: el hombre siendo apuntado por la botella.

—¡Dylan! ¡Dylan! —canturrearon al unísono entre aplausos y risas.

La mejillas de Thomas se veían coloreadas de un rosa fuerte, resaltando en su blanca piel, y sus achocolatados ojos me comunicaban una infinidad de sentimientos, ideas, palabras, cosas que, para mí mala suerte, no sé cómo descifrar.

Tomé un respiro profundo, cerrando mis ojos e ignorando todo sonido. Apenas volví a mirar, parecía que lo que sucedía a mi alrededor estaba situado en una dimensión diferente, apoderándose de mí la sensación de que los demás tenían aspecto borroso y que existía un solo enfoque: Thomas.

Un golpe de adrenalina surgió en algún lugar de mi ser, recorriendo mis venas y consiguiendo que en un pestañeo haya cruzado a gatas la distancia entre él y yo. Ya estando cerca, me apoyé sobre mis rodillas y sujeté su rostro por las mejillas, estampando mis labios sobre los de él en un inocente beso que duró un par de segundos. Aparté un poco mi rostro del suyo, mis manos todavía en sus mejillas. Abrí los ojos con lentitud y me encontré con su mirada.

Y una bella sonrisa dibujada en sus labios.

—Yo esperaba ver un poco más de acción... no un beso tan aburrido; por algo elegí ese reto, Dylan —comentó Will, trabándose en algunas palabras.

No quise dar la vuelta para mirarlos, solo reí con una mezcla de sorpresa y felicidad ya que a nadie le importaba que nos besáramos, a fin de cuentas, era un simple y divertido desafío para ellos. También dudo que el nivel de conciencia presente en sus cuerpos era el suficiente como para tomar con seriedad las circunstancias.

—Sabes, creo que Will tiene razón —me dijo Thomas en un volumen más elevado y nunca desprendiendo su mirada de la mía. Sonaba sobrio, siquiera un balbuceo se hacía presente cuando hablaba, y parecía estar tan feliz como un niño en navidad—. Si vas a cumplir un reto, deberías hacerlo de forma decente.
—¿Y cómo es eso? —Enarqué mis cejas, fascinado con la nueva actitud que él había tomado.

En un parpadeo sus suaves labios hacían contacto con los míos, esta vez empleando movimientos mucho más decididos. Al principio no conseguía reaccionar, creyendo que todo era mentira y quizás la droga me estaba provocando algún tipo de alucinación; luego, recordé que este tipo de droga no causa alucinaciones y que Thomas me estaba besando.

No tardé mucho en despertar, correspondiendo y detonando una explosión dentro de mí. Sentía todos esos clichés que la gente dice: chispas, fuegos artificiales y mil cosas más. Una de sus manos se enredó en mi cabello y la otra acariciaba mi barbilla con tanta delicadeza que el tacto parecía irreal. Un simple y maravilloso beso.

Al separarnos mi respiración estaba tenuemente agitada y me sentía contento; algo tan sencillo como un beso me brindaba felicidad pura, mucha más de la que ya sentía. No tengo idea si lo que siento es amor o un flechazo extraño que podría acabarse mañana, mas lo que sí sé es que me encanta saber que tal vez él siente algo similar. No quiero tener falsas esperanzas, sin embargo, es inevitable considerar esas ideas cuando actúa así cerca de mí.

Waiting Game ↠ dylmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora