5 (editado)

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Dylan

  Salí molesto de la carpa. Me dolía la cabeza, los rayos de sol no eran tan inofensivos como parecían y la humedad en el ambiente me empezaba a poner de mal humor. Los demás tampoco tenían los mejores semblantes e imaginaba que, al igual que yo, odiaban que el clima no estuviera a favor de todos ellos y sus resacas.

  Con las manos en los bolsillos de mis pantalones, caminé por un rato hasta que decidí que no tenía sentido enojarme por tal estupidez; si miraba el lado positivo, acababa de quitarme un peso de mis hombros. Tal vez todavía pensaba que Thomas era demasiado atractivo para no querer tomarlo por el cuello de su camiseta y besarlo de una buena vez. Admito que se formaba un nudo en mi estómago al recordar que me confirmó, sin la necesidad de palabras, que él también sentía lo mismo por mí. Sin embargo, quizás para él se trataba de algo temporal y era preferible evitar cualquier problema que una relación traería. Además, yo era, y tenía que ser, una persona profesional con la capacidad de separar la vida personal del trabajo, y esta no era una excepción a la regla. Thomas no iba a ser incluído en mis preocupaciones y no había razones para seguir pensando en él. Estaba todo resuelto y, pese a que nuestra relación ya había comenzado con un gran tropiezo, no era algo que un poco de actuación y profesionalismo no podían arreglar.

  Después de estar sentado bajo la sombra de un árbol, decidí que no seguiría dándole vueltas al asunto, por lo que me incorporé y regresé dónde había visto a Wes hace un momento. Tan pronto lo encontré, le pregunté qué era lo que haríamos ese día y si tenían duchas en algún lugar, ya que moría por una. Me explicó brevemente que leeríamos nuestros libretos, entre otras cosas, por unas horas antes de irnos de vuelta al hotel. Luego me indicó dónde estaban las duchas, mencionando que solo tenían agua fría, y le agradecí antes de devolverme a buscar mi mochila en la carpa dónde había dormido (por suerte, Thomas ya no se encontraba allí). Para ser sincero, el agua helada no fue una gran tortura porque el calor de aquella tarde era realmente insoportable y esperaba que no empeorara al comienzo del verano.

  Tal como me dijo Wes, tan pronto los otros tomaron una ducha o solo se cambiaron de ropa porque preferían bañarse con agua caliente en el hotel, nos sentamos bajo la sombra en asientos de género que tenían escrito nuestros nombres en los respaldos. Se nos entregó una copia de nuestros libretos, los cuales ya habíamos recibido hace un mes atrás, por lo que me sabía de memoria una buena parte de mis líneas.

  La mirada de Thomas en verdad se sentía como un peso que yacía encima de mí. Cada vez que lo atrapaba observándome, él pretendía leer el cuadernillo en sus manos mientras el resto leía sus diálogos en voz alta. Un par de veces fui reprendido por no leer mis líneas cuando correspondía, aunque mi falta de concentración era opacada por la de Thomas; la mayor parte del tiempo parecía estar en otro planeta y se justificó con un supuesto dolor de cabeza que el calor le había causado. No obstante, cuando fue su turno de leer los diálogos de una de nuestras escenas juntos, no se equivocó ni distrajo ni una sola vez y me lanzó miradas imposibles de entender.

  El sol comenzó a esconderse y una mujer, que supuse que trabajaba en producción, nos anunció que era hora de irnos. En la van me senté junto a Ki Hong e iniciamos una conversación que no tardó en desvanecerse, así que me resigné a ver el paisaje cambiante a través de la ventana. Se suponía que no iba a pensar más en lo que había sucedido por la mañana, pero acabé prestándole atención a todos los pensamientos que fluían en mi mente. Fue inevitable volver a abrir dentro de mi cabeza la misma puerta que había cerrado horas atrás. En cierto modo, quería hablarle y decirle que olvidáramos todo para pretender que nos conocíamos de nuevo, mas si lo meditaba y analizaba con detención, era una idea que habría fracasado. Pero algo me molestaba del hecho que ya no hablábamos, y ni siquiera entendía mis razones... Solo sabía que si continuaba pensando así, pronto sería yo quién nuevamente le dirigiría la palabra.

Waiting Game ↠ dylmasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora