Especial: Ella es el diablo y yo amo el infierno. Parte 3

921 41 0
                                    

Atenea

¿Pero Erik se cree que soy idiota? ¿Se piensa que porque estoy enamorada perdí mi estúpida habilidad de saber Cuándo alguien miente o me oculta algo?

Mi marido a veces es algo tonto, está semana estuvo súper rarísimo hasta me atrevería a decir que culpable, lo cual no me gusta demasiado, yo... no me imagino a Erik engañándome, él es demasiado fiel y está muy enamorado de mí, es más probable que yo sea infiel, lo cual no haría porque no lo necesito y ya estoy vieja, no voy a acostarme con alguien porque si, a este punto necesito algo de sentimentalismo para hacerlo, todo culpa de Erik, estar mucho con él me hace sensible.

Ayer vine a la empresa y pueden creer que me evito casi toda la mañana y cuando lo encuentro parecía que le iba a dar un infarto.

Hoy no se me escapa.

— Hola — camino a la oficina de Erik y Ámbar su asistente y amiga de mi hija Lilian; me frena.

— Erik no está, ¿Necesitas que le diga algo? — me mira con una sonrisa burlona la cual no me gusta nada de nada.

Pero seguro es una asistente que se comió el papel.

— Nada, voy a esperarlo en su oficina, es mi marido así que puedo hacerlo ¿no? — ella no dice nada así que la ignoro y entro a la oficina de Erik. Lo espero sentada en su escritorio.

Tarda 20 minutos en llegar, ¿Dónde estaría? Eso me gustaría saber.

— Ámbar no quiero hablar, por favor basta — entra muy enojado a la oficina y una vez adentro suspira aliviado.

— ¿Qué te abruma tanto mi amor? — se sobresalta como si viera a un fantasma.

— Yo... nada, solo estoy cansado, no esperaba verte, vengo de arreglar todo para el viaje de mañana con Lil — asiento levantándome del asiento.

— El viaje que vas usar para escapar es cierto, lo olvidaba — me mira sorprendido — Yo tonta no soy Erik, sabes que no soy fácil de engañar — sonrío mientras me acerco a él.

— Lo sé, sos muy intuitiva lo sé — lo estiro y paso mis brazos por su cuello.

— ¿No pensabas saludarme? — me abraza por la cintura y me sonríe relajando su semblante.

— Sí, estoy estúpido perdón amor — me da un beso y creo que quizás estoy exagerando y solo esta estresado por trabajo.

— Tranquilo, estas estresado, te hago un masaje — niega, pero sabe muy bien que yo jamás le hago caso y siempre hago lo que quiero. — Vamos, déjame darte cariño un rato — lo llevo hasta una silla y lo hago sentar.

— No vas a dejarme decir que no o ¿sí? — sonrío mostrándole que tiene toda la razón.

Le quito el saco para que este más cómodo y junto la... ¿Qué mierda es esto? — levanto del piso una maldita prensa de ropa interior color negra de encaje que cayó de su saco y me quedo mirándola.

— ¿Dónde estabas antes de venir? — pregunto sin revelar lo que tengo en la mano y si no fuera racional lo estrangularía con ella.

— Emm estaba por ahí supervisando algunas cosas. — o follándose a una empleada, él no haría algo así ¿no?

— Que interesante Erik — camino hasta quedar frente a él con la ropa interior en mi mano. Su rostro palidece y ahí m3 doy cuenta que al parecer no conocía a mi marido.

— Puedo explicarlo, eso tiene explicación— se la tiro en la cara y camino para salir de la oficina.

— Atenea por favor — me agarra del brazo sin dejar que me zafe — Puedo explicarlo— comienzo a golpearlo en el pecho.

¡Podría ser tu padre! 🔥(HISTORIA FINALIZADA) 🔥Donde viven las historias. Descúbrelo ahora