CAPÍTULO 2 (BHIELL)

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Bhiell

Este es mi último año de universidad, en la carrera de Artes plásticas, la cual puede resultar un tanto aburrida cuando, como yo, ya te encuentras finalizándola, por ello mi profesora de Perspectiva y figura humana, me recomendó su clase de Dibujo creativo. La añadí a mi horario, así que aquí me encuentro, en un salón lleno de personas que no conozco, algunas si acaso de vista; pero que sí parecen conocerme a mí; comprensible cuando llevas siendo el capitán del equipo de hockey tres años seguidos, aunque este cedí mi puesto retirándome ya de la pista.

Espero impaciente a que llegue la profesora, viendo pasar alumnos de aquí para allá por los pasillos, hasta que mi vista cae en una alumna en particular, que entra en la clase con aire distraído sujetando un portafolios cargado de hojas, que debe pesar lo suyo.

Recorre con la vista el aula, hasta que sus ojos se topan con los míos
Decir que no la espero con una sonrisa canalla en los labios, sería mentira.

Su rostro se torna sorprendido, pero intenta ocultarlo mientras frunce los labios y el ceño.

Busca un puesto vacío, pero si llegas último no tienes muchas opciones, el de enfrente mío se encuentra vacío, así que le va a tocar sentarse ahí.
Camina resignada hasta este, no sin antes dedicarme una mirada de cabreo como si yo fuera el culpable. Se sienta dejando caer su mochila justo al lado del puesto.

Es una chica bastante atractiva. Con su boca pequeña y labios llenos, rosados; y unos ojos grises rasgados que le dan ese toque sexy. Y ni hablar de su cuerpo, pese a llevar ropa algo holgada, deja notar que tiene una cintura pequeña y unas caderas rellenas, que le dan esas curvas de guitarra. Y menudo trasero. Su pelo es castaño y corto, y por alguna razón la hace parecer inocente, hasta que abre la boca, está claro.

Con uno de los lapiceros que tengo entre mis cosas sobre la mesa, toco su hombro reclamando su atención.

Al parecer finge no darse cuenta, pero yo sí que noto como cuadra los hombros ante mi gesto, por lo que decido seguir haciéndolo hasta que se voltea cabreada dejándome ver que la estoy sacando de quicio. Mis ojos inevitablemente vuelven a caer, como esta mañana, en el eslogan de su pulóver.

-A los ojos imbécil- refunfuña

Vuelvo a subir mi mirada, sonriendo de forma burlona

-Si quieres que te miren a los ojos no deberías llevar inscrito en tu pullover “¿Me estás mirando las tetas?” Claramente llama la atención.

-Llama la atención de los idiotas como tú, al parecer. No cometeré el error de volvérmelo a poner, te lo aseguro- Río justo cuando ella dirige su vista al frente, mientras la profesora entra en el aula.

La clase no está nada mal, pero cuando va por la mitad mis ganas de molestar a la chica que tengo en frente son más fuertes que las de prestar atención a la profesora.
Toco su hombro nuevamente, y como no, me ignora. Repito mi gesto hasta que se digna a contestar.

- ¿Qué quieres? - Susurra de mala gana

No sé qué quiero. Solo sé que me apetece mucho molestarla. Pero eso no se lo puedo decir.

-Préstame la goma- Suelto lo primero que se me pasa por la cabeza

No sé de dónde ha salido eso, menos cuando claramente con lo que escribo es un lapicero.

Al parecer con tal de que la deje tranquila, ignora esa información y me da su goma.

Pero me jode los planes de poder seguir molestándola.

Carente de ideas, vuelvo a prestar atención a la profesora que habla sobre un nuevo proyecto, que orientará en la próxima clase.

Nada más sonar el timbre, la chica de los ojos grises desaparece sin darme tiempo a seguirla.

Cada estrella de tus ojos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora