EPÍLOGO

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Bhiell

No me puedo creer que ya casi se acaben las vacaciones. Desde la exposición en la universidad todo ha sido una auténtica locura.

Camino por la sala de estar de la antigua casa de los abuelos de Tory, para abrir las puertas de cristales ya instaladas y salir al jardín trasero.

Acabar la universidad hizo que me plantease muchísimas cosas, pero la oportunidad que me ofreció Albert Murff, uno de los amigos de mi profesora, y dueño de una de las galerías más prestigiosas de Madrid, de trabajar codo a codo con él en su galería, para así enseñarme a moverme en este mundillo, y además hacer una exposición de mis mejores cuadros, luego de mostrárselos, no pensé ni por un segundo en desaprovecharla.

La exposición fue mejor de lo que me creía, aunque Murff me dijo que no me ilusionara, hasta hacer otra más, y ver como resultaba. ¡Joder! ¡Que quiere hacerme otra exposición! Flipé en el mismo segundo que él lo dijo. Y pues ahora estoy trabajando muchísimo en nuevos cuadros, sigo ayudando en la galería, pero Albert me exigió que me centrara en tener doce cuadros listos para la exposición. No puedo decir que trabajar bajo presión, con una fecha límite, a veces no me sobrecoge, porque mentiría. Es difícil, pero estoy haciendo lo que me gusta, trabajando y esforzándome por tener un futuro en este mundo que es el que adoro, y en un futuro abrir mi propia galería. Puede que esté soñando demasiado alto, pero no me importa.

Respiro el aire fresco que de milagro hoy hace fuera, ya que el calor es infernal en verano acá.

Recorro el terreno con la mirada y ubico a mi chica sentada en un mecedor que pusimos entre  dos árboles que para nuestra suerte aportan bastante sombra.

Me acerco a ella silencioso. Y no puedo evitar sonreír cuando la veo tan centrada diseñado alguna pieza que seguro estará en su próxima colección.

Me sitúo a su lado y por fin cae en mi cercanía, con sorpresa.

Esa hermosa sonrisa que siempre tiene para mí se pinta en sus labios haciéndome acercarme y dejar un corto besito en ella. No puede evitarlo.

-Mira, ¿te gusta? - Me tiende el nuevo diseño y joder, es alucinante

-Enana, es increíble. Arrasarás en las pasarelas- Sonríe ante mis palabras y esta vez es ella quien se acerca para besarme

Luego de nuestra reconciliación me habló de los Moon y que querían quedar con ella, bueno, resultó que querían saber si estaría dispuesta a realizar una pasarela de los mismos diseños de la exposición, en París, ya que su empresa estaba allá, pero no era solo eso, le hicieron una oferta de trabajo como diseñadora en la nueva empresa que querían abrir aquí en Madrid; le explicaron que había probabilidades de que las cosas no salieran bien, pero que estaba en sus manos si decidía arriesgarse. Pensé que no se lo pensaría, pero de hecho lo hizo, se tomó su tiempo, y tras una larga conversación con los Moon sobre sus objetivos, y que quería terminar la carrera, aceptaron sus condiciones. Es demasiado lista.
De momento se prepara para la próxima pasarela que será aquí en Madrid, ya que la de París levantó bastante la curiosidad del público, y aunque aún tiene tiempo ya que es en diciembre, no deja de decirme que va atrasada, yo no me meto ahí, le doy la razón, ya que como artista la entiendo, aunque no puedo decir que de vez en cuando la ayude a relajarse.

-Tus padres traerán a Hope en un rato ¿verdad? - Me mira dejado a un lado su cuaderno.

Se pega más a mi cuerpo, haciendo que el vestido se le suba un poco por los muslos por lo que no puedo evitar que mi mirada vaya directo a sus piernas.

-Sí, deben venir en...-miro el reloj en mi mano- media hora o poco más- Confirmo

Una sonrisa coqueta empieza a surgir en sus labios, lo que me hace arquear una ceja.

Cada estrella de tus ojos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora