Tory
Sigue lloviendo y mi ropa y mi pelo están tan mojados que no dudo que de esta termino resfriada. Todo por cabezota.
Me estoy levantando cuando siente que alguien se acerca corriendo. Se inclina hacia delante cansado, clocando sus manos en las rodillas. Correr con esta lluvia debe ser bastante jodido.
Solo puedo mirarlo porque, aunque pensé que no vendría, aquí está. Casi pasada la hora, pero para su suerte todavía quedaban tres minutos.
-Eres idiota- Es lo primero que me suelta cuando se recupera.
Su ropa también está empapada y el pelo se le pega en la cara. Y aunque no debería estar pensado en esto es inevitable no apreciar su belleza. Como el pullover se le pega al cuerpo dejando notar que bajo él tiene un abdomen trabajado, como se ciñe en sus brazos fuertes. Y cada gota de lluvia que resbala por su rostro lo hacen ver aún más sexy.
- ¿Qué haces aquí? ¿No vez la que está cayendo? - Me cruzo de brazos y lo miro
-Podría hacer esa misma pregunta.
-Bien, pues contestando a ella, venía de camino cuando empezó a llover, pensé en regresar, pero no pude porque algo me decía que serías tan estúpida con para quedarte a esperarme bajo esta lluvia- Que me llame estúpida me cabrea
-No me digas estúpida, imbécil. Además, si tan estúpida te parezco, no deberías estar aquí entonces, y pues nada, me voy y así puedes largarte de una vez- No me muevo, aunque acabo de decir que me iré
Se supone que lo cité aquí para arreglar esta… amistad, no para pelearnos más.
-No voy a irme a ninguna parte Tory- Siento como mi corazón da un vuelco dentro de mí, porque más que sus palabras, es la forma en que las dijo, parece una promesa- Y perdón por llamarte estúpida, no creo que lo seas- calla un segundo- bueno, lo eres, pero solo un poquito, y te lo digo desde el cariño- Pongo los ojos en blanco y una apenas perceptible sonrisa, se pinta en mis labios.
-Pues vaya cariño me tienes- suspiro- Necesito que hablemos Bhiell- Él asiente antes de extender su mano hacia mí.
-Lo sé, enana. Pero primero deberíamos ir a algún lugar bajo techo, antes de que nos congelemos- Estoy de acuerdo por lo que tomo su mano y sin previo aviso comenzamos a correr por el parque como dos tontos y locos.
Inevitablemente vamos sonriendo, y cuando llegamos a su moto montamos riendo.
Me abrazo a su cintura luego de darle la dirección de un sitio muy importante para mí, que será perfecto para hablar.
El recorrido se me hace corto, y cuando llegamos a la preciosísima casa de dos plantas, algo descuidada, con un parche amplio y fachada despintada por el paso de los años, siento mi cuerpo congelado.
Entro en ella con una llave que siempre dejo escondida, seguida por Bhiell.
Nos recibe una escalera al frente, a la izquierda una enorme sala de estar, y a la derecha la amplia cocina comedor.
Bhiell lo observa todo con curiosidad mientras busco en uno de los armarios del recibidor unas toallas y unas mantas para secarnos y cubrirnos.
Le tiendo las suyas a Bhiell, y nos adentramos en la sala. Toda está bastante limpio, ya que suelo venir cada que lo necesito, que es bastante seguido, a refugiarme, estudiar o diseñar aquí.
- ¿De quién es esta casa enana? - Pregunta nada más sentarnos en el sofá grande, mientras nos cubrimos con las mantas.
-Era de mis abuelos paternos, ellos me la heredaron cuando murieron, y pues vengo aquí bastante seguido. Si quieres te la muestro cuando terminemos de hablar- Bhiell asiente en acuerdo y me mira fijamente a la espera de que comience la conversación
Suspiro y lo miro a los ojos.
-Siento haberte estado ignorando todo este tiempo, realmente yo… bueno- tomo aire antes de decir lo que tanto me cuenta- te extraño- La expresión de Bhiell se mantiene neutra, pero sus expresivos ojos verdes lo delatan, porque logro ver en ellos que lo último que he dicho le ha emocionado
- ¿Por qué lo hiciste? - Dejo de mirarlo
-Pues porque soy cobarde. Porque te quedaste Bhiell, porque siempre estás y no sé cómo lidiar con eso. Porque después de haberte querido obligar a decir que te sientes atraído por mí, y que aceptaras que entre nosotros hay tensión sexual, me dio miedo la idea de haberte perdido, aunque sea solo como amigo. Y porque me gustas, y aunque no sea mutuo, prefiero tenerte en mi vida como un buen amigo, a simplemente no tenerte.
-A ver, a ver, a ver, un momento, pequeña bruja. Primero ven aquí- Abre sus brazos agarrando la manta por las esquinas, en una clara invitación a que me acomode entre ellos.
Dudo solo unos segundos antes de acercarme a él, pegando mi cuerpo contra el costado del suyo, dejando mi cabeza caer sobre su hombro y parte de su pecho, mientras nos cubre a ambos, con su cobija.
-Nunca he dicho que no sea mutuo, enana. Sí que me gustas, pero, así como tú tienes inseguridades, yo tengo las mías. Me siento inseguro ante la ida de que seas parte de mi vida, porque me da miedo necesitarte, me da miedo que termines por hacerte un huequito más profundo en mí, y que luego te marches dejándome vacío- Me acurruco más contra él.
-No me marcharía Bhiell. No lo haré.
-Lo sé, pero es inevitable tener miedo. Y en cuanto a ti, sé que tú también tienes los tuyo, y que te crees defectuosa enana, pero esos que tú consideras tus defectos, para mí son insignificantes, son nada, porque Tory, eres perfecta, la chica perfecta al menos para mí. Y aquí voy a estar siempre que me necesites, es una promesa.
-Gracias- No digo nada más porque sé que lo ha entendido todo con esa simple palabra.
Media hora después me encuentro mostrándole cada rincón de la casa. Me paro frente a la puerta que da a lo que representa por completo mi espacio en esta casa.
-Este es mi sitio, digamos que secreto, porque aquí es donde ocurre la magia- Bhiell me mira frunciendo el ceño con duda, antes de que abra la puerta y le deje pasar.
-Bienvenido a mi mundo de diseñadora- Sus ojos no tardan nada en abrirse como platos y mirarlo todo alucinando.
Es la habitación donde diseño, la única reformada en esta casa. Está pintada y adornada con cuadros, y tablones donde cuelgo mis dibujos de los diseños, también hay fotos de revistas, de diseñadores que me inspiran. Y tengo maniquíes agrupados, y perchas llenas de vestidos y prendas que yo he diseñado. Un espejo ancho y de cuerpo completo en una de las paredes, y una enorme mesa donde suelo dibujar, y está mi máquina de coser. Telas de todos los tipos, adornos y botones, en estantes. Esto soy yo en todo mi esplendor.
-Joder enana, es impresionante- se acera a los percheros en los que cuelgan mis vestidos- ¿Todo esto lo has hecho tú? - Asiento- Mierda, son increíbles. Sabía que tenías talento, pero esto es otro nivel, enana. Tienes más de diseñadora que cualquier otra persona que probablemente curse tu año de carrera- Me sonrojo por su alago y le agradezco.
No sé el tiempo que pasmos aquí, solo sé que cuando vamos a nuestras respectivas casas ya es de noche y ha parado de llover.
Doy vueltas en la cama. Por alguna razón no logro conciliar el sueño y eso me frustra.
Resoplo y cojo mi teléfono para entrar en Instagram.
Veo las nuevas publicaciones de algunas de las personas que sigo antes de aburrirme.
Voy a la zona de buscar y aunque no sé si debería hacerlo, pongo el nombre de Bhiell, a ver si encuentro su perfil.
Bingo. Ahí está.
Entro y reviso sus fotos. Están increíbles, y él para comérselo.
Suspiro.
Debería dejar de comérmelo con la mirada. Porque nos gustamos, sí, pero eso no quiere decir que vaya a pasar nada entre nosotros.
ESTÁS LEYENDO
Cada estrella de tus ojos
JugendliteraturNo puedo seguir engañándome así, fingiendo que no te miro, mientras siento las mismas mariposas que aquel día; que no se me contagia tu sonrisa, cuando en realidad solo intento ocultar la mía. No puedo seguir forzándome a creer que no siento nada, c...