CAPÍTULO 20 (TORY)

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Tory

Cojo uno de los vestidos, exactamente el que me eligió Bhiell, aunque tengo claro cuál es el que usaré mañana, y no es este. Pero debo aceptar que tiene un gusto esquicio. El vestido es rojo sangre con una tela de seda brillosa, tirantes finos, escote pronunciado en uve, espalda abierta hasta el final de la misma, y me queda ajustado hasta la mitad de las caderas desde donde cae hasta medio muslo de forma recta. Modestia aparte, me veo increíble con él. Sexy.

Me coloco unos tacones y acomodo mi pelo antes de salir del probador y caminar de forma provocativa hacia el grupo, pero sin despegar mis ojos de Bhiell, que no tarda ni un segundo en reparar en mi presencia.

Como me gustaría grabar su reacción.
Su boca se abre formando una pequeña O, y sus ojos me recorren sin ningún disimulo oscureciéndose, antes de relamerse los labios y cruzar las piernas.

Me paro delante de él, y aunque debería preguntar a todos, me centro solo en él.

- ¿Y bien? ¿Qué te parece? - Hablo de la forma más sexy que me sale, la más provocativa, y lo que me sorprende es que ni siquiera lo finjo, me sale solo porque estoy disfrutando el provocarle.

En estos momentos las dependientas me dan igual, apuesto que ya les ha quedado claro que a Bhiell lo pueden mirar, pero no tocar.

Vale, ese pensamiento me ha parecido demasiado posesivo y fuera de lugar. No estoy celosa, y Bhiell no es más que un amigo, que me gusta, sí, pero al fin y al cabo, solo un amigo. Aunque él me ha pedido que le ayude, que juegue, así que…

Alejo esos pensamientos antes de centrarme nuevamente en Bhiell.

Coloca los brazos en el respaldo del butacón, y me recorre de arriba abajo, tomándose más tiempo en mis piernas, justo donde acaba el vestido.

Doy una vuelta, para darle más gusto aún, y poso. No tengo un par de nalgas increíbles, pero las que tengo son suficientes y perfectas para resaltar y entonar con mi complexión.

Sus ojos van al final de la abertura de la espalda, que es de por sí bastante baja, y luego sube por ella, no sin antes reparar bastante en mis nalgas.

Vuelvo a girar quedando de frente. Esperando su respuesta.

- ¿Me dejarás quitarte ese vestido? - Ladeo la cabeza y llevo mi mano a la cintura antes de sonreír.

-Tienes que ganártelo- Se muerde el labio y sonríe con descaro.

-Estás impresionante, enana. Sexy, despampanante, eres una puta diosa- Alzo el mentón y sonrío de medio lado un poco creída, lo hago aposta.

Me acerco lentamente a él y descruzo sus piernas. Me siento de costado sobre ellas, cruzando mis manos tras su nuca y fijando mi vista en sus ojos que cada vez parecen más oscuros, de un verde más intenso.

-A lo mejor me quedo con este vestido para que tengas la oportunidad de un día quitármelo- Susurro en su oído.

Esto creo que ya es personal. Y sé que tenemos una rara escena montada, pero con Bhiell cuando empiezo no puedo parar.

Sus manos van a mi cintura, atrayéndome un poco más hacia sí, y aunque no esté sentada a horcajadas sobre él, una lástima por cierto, ciento su dureza contra mi cadera.

-Deberías parar este juego ya, enana; porque como no lo hagas, no respondo por mis actos- Lo miro excitada y con la boca algo entreabierta.

Vuelvo a acercarme a su oído.

- ¿Y qué actos serían esos? - Me alejo un poco para volver a conectar nuestros ojos y su mirada baja a mis labios, para luego relamerse los suyos.

-Cuando quieras te los enseño- Dice muy bajo

Sé que mis amigos no logran escuchar esta conversación tan… privada.

Sonrío y me levanto de su regazo.

Miro a nuestros amigos y sus caras son un poema. Todos están flipando con nosotros. Sonrío algo divertida, antes de carraspear para hablar

-Ya tengo mi vestido, y aclaro que no es este, aunque este también me lo llevo- eso último lo digo mirando a Bhiell- pero como cumpleañera, me tomo el privilegio de que no sepan cuál ha sido mi decisión hasta que me vean mañana- Todos asienten antes de piropearme por lo bien que me queda el vestido elegido por Bhiell.

Ya es mediodía cuando terminamos las compras. Como todos tenemos hambre hemos decidido ir a la pizzería Cassano, es italiana y, como buenos italianos, los dueños hacen las mejores pizzas del mundo. Unas delicias.

La tarde con los chicos fue increíble. Hannah y Dashton tienen un humor muy parecido, por lo que nos hicieron la tarde con sus bromas, es imposible no reírse cuando estás con ellos.

Ya estoy acostada, es bastante tarde, pero por alguna razón no puedo dormir. Y mi mente caprichosa tampoco es que colabore, ya que no para de repetir la escena de hoy con Bhiell. Estoy leyendo en digital, para intentar distraerme, pero parece no funcionar tampoco.

Un mensaje aparece en la parte alta de la pantalla de mi teléfono y doy un respingo.

Es de Bhiell.
Imbécil guapo:
Hola enana, ¿aún despierta?

Tory:
No puedo dormir. ¿Tú?

Imbécil guapo:
Pues en las mismas que tú.
¿Por qué no puedes dormir?

Tory:
Estoy ansiosa.

Imbécil guapo:
¿Has intentado escuchar algo de buena música?

Tory:
¿Qué consideras tú buena música?

Imbécil guapo:
Oh cariño, espera que te paso una canción.

Te va a encantar.

Tory:
Que modesto.
Justo cuando envío el mensaje me llega el audio de la canción así que no tardo en descargarlo
Imbécil guapo:
Me darás la razón cuando la escuches.

Tory:
Vale.

Ya te escribiré mañana para decirte que me pareció.

La oiré ahora e intentaré dormir.

Buenas noches Bhiell.

Imbécil guapo:
Me parece perfecto.

Buenas noches enana.
Reproduzco la canción mientras leo su nombre.

What a difference a day made de Jaime Cullum.

No tardo en darme cuenta de que es una versión en la que canta David Bisbal, cuando escucho su increíble voz.

Es que ese hombre es fantástico. Y debo aceptar que Jaime también tiene una voz preciosa, la canción relaja muchísimo. Te transporta a otro mundo. Es como un Jazz, si no estoy mal.
(…)
That thrilling kiss
Ese beso apasionante
It’s heaven when you find romance on your menu
Es el paraíso cuando encuentras romance en tu menú
What a difference a day made
Que diferencia hace un día
And the difference is you, is you
Y la diferencia eres tú, eres tú
(…)
Y estréchame en tus brazos
Y cuenta los latidos
De nuestro corazón
(…)
La letra, las voces, todo, hace que mi corazón se acelere y mi piel se erice.
No sé cuántas veces la reproduzco antes de quedarme dormida.
Y aún menos sé, por qué siento tanto cuando se trata de Bhiell.

Cada estrella de tus ojos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora