CAPÍTULO 46 (TORY)

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Tory

¡Me cago en todo lo que se menea! ¡Joder! ¡Estoy hasta el chichi de no poder diseñar nada! ¡¡Nada!! ¡Joder!

Lanzo el lapicero que llevo sosteniendo durante más de una hora ya, en vano, contra la pared de mi estudio de diseño, en la antigua casa de mis abuelos.

Ya estamos a finales de marzo y no he logrado diseñar ni una sola prenda, no tengo ni puta idea de que haré con el maldito proyecto de Dibujo creativo. Y para colmo, el lunes, es decir, en dos días, es el transplante de mi hermana, y tengo el corazón en la boca y un salto en el estómago terrible. Lo único que debería liberarme de la universidad son los fines de semana, y ya ni tenerlos me ayuda porque vivo entre papeles, fotocopias y proyectos de todas las asignaturas comiéndome la vista y fundiéndome las neuronas, mientras me mato estudiando para los exámenes. Con el estrés constante de que mi hermana no está nada bien porque las quimios la debilitan muchísimo, y se ha puesto aún más delgada, y que no tengo ni una mísera idea en la cabeza para el trabajo de mi asignatura favorita, terminaré enfermándome.

Necesito follar. Sí, eso es. Necesito follar. Me libera por un rato, aunque luego me sienta como una puta mierda, lo necesito.

Agarro mi teléfono que está justo a mi lado sobre la mesa y busco entre mis contactos a Bhiell, marco su número sin ponerme a pensarlo mucho, ya que no quiero arrepentirme. Al segundo tono responde

-¿Enana? ¿Estás bien?- Noto la preocupación en su voz por lo que contesto rápido para que se tranquilice

-Sí, tranquilo, estoy bien- hago una pequeña pausa antes de hablar nuevamente- ¿Estás ocupado?- La línea se queda en silencio por lo que muerdo mi labio en espera de su respuesta

-No, ¿por?

-Nada, te espero en mi estudio. ¿Crees que tardarás mucho en llegar? - Me noto ansiosa pero no tengo ganas de disimular

-Unos 10 minutos como mucho- Su respuesta es clara, y me gusta saber que no tardará mucho

-Vale, perfecto. Nos vemos en unos diez minutos entonces. Te quiero

-Te quiero, enana- Cuelgo nada más él termina de hablar y suelto el teléfono contra la mesa.

Los diez minutos que espero a Bhiell se me hacen un infierno y eternos. Si es que nada más escuchar el ruido de su moto fuera, no he podido evitar saltar de la silla y correr por el pasillo de la casa hasta la puerta. Me freno frente a esta misma y me acotejo un poco soltando todo el aire que contengo dentro para aparentar calma. Abro lentamente y Bhiell me espera con las manos en los bolsillos y una pequeña sonrisa en los labios

-Hola pequeña- Una de las comisuras de sus labios se alza más mientras me recorre de arriba abajo, y ahora soy yo quien sonríe con descaro.

-Hola guapo, pasa- Hace lo que le pido y cierro la puerta quedándome recostada en ella.

Vaya perra vista tengo de sus perfectas nalgas atrapadas en esos jeans. Y de su espalda y hombros extremadamente sexis, de los que puedo ver gran parte gracias a que hoy lleva una camiseta negra sin mangas.

Bhiell se gira al notar que no me muevo y al ver que me lo como con la mirada enarca las cejas y me mira con esa canallería que tiene.

-¿Por qué siempre estás tan bueno?- Pregunto y humedezco mis labios con la lengua.

-Podría hacerte la misma pregunta, pequeña

-Lo que te dejaría como un copión

-O como el hombre más listo del mundo, si bien lo piensas- Lo miro entrecerrando los ojos y él me aguanta la mirada sin titubear.

Cada estrella de tus ojos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora