Tory
Grito como una posesa, sin control. De esta salgo ronca si sobrevivo.
La presión del aire se siente en todo el cuerpo. Joder.
Voy a morir.
-Me cago en tus muertos, en el inventor de los aviones, en los aviones, en toda la gente que hizo esto, en los paracaídas, en ti. ¡Te odio Bhiell! - Grito y grito y grito.
Y solo sé que dejo de hacerlo cuando abro el paracaídas seguida por Bhiell, y el viento me impulsa hacia arriba, dejándome parada en el aire descendiendo lentamente.
¡Wow!
Las vistas son impresionantes.
Veo Madrid desde aquí. Este sitio queda un poco a las afueras de este por lo que estamos lejos. Pero desde esta altura logro ver lagos, parques, y casas, muchas casas. Es increíblemente hermoso.
Miro hacia Bhiell que por alguna razón ya esperaba mi mirada y le sonrío anonadada y fascinada por tan maravillosa experiencia.
Cuando comenzamos a acercarnos a la zona de césped donde nos explicaron que tenemos que correr, vuelvo a sentir una extraña sensación, como si de repente empezara a bajar más de prisa, así que nuevamente grito.
Comienzo a mover como loca las piernas en el aire, como si corriera. Hasta que por fin siento que mis pies tocan el suelo y corro aún más rápido. Logro frenar y sonrío casi a punto de desmayarme mientras me aplauden.
Siento que alguien detrás de mí grita y veo que Bhiell corre hacia mí intentando frenar, pero sin lograrlo y sin apenas darme tiempo a moverme, me abraza y nos hace caer dando vueltas y enredándonos un poco.
Él se lleva el mayor golpe ya que intenta protegerme con su cuerpo.
-Auch- Escucho que se queja cuando dejamos de girar.
Nos miramos fijamente, serios, y de un segundo para otro nos encontramos riendo como dos tontos. Yo encima de él, y él rodeando mi cintura con un brazo.
-Eso fue increíble. Gracias Bhiell- Digo antes de abrazarlo fuertemente.
-Enana me estás asfixiando- aflojo mi agarre, pero él no deja de rodearme con su brazo- y no hay de qué, te lo dije, te debo un favor, y estoy haciendo que te lo cobres muy bien- Sonrío, pero por alguna razón me decepciono un poco con su respuesta.
Nos deshacemos de los paracaídas y demás, y nos pasamos un rato conversando con Marcial.
Es cerca de las doce del mediodía cuando nos marchamos. Muero de hambre.
Bhiell vuelve a ser el que maneja y se nota que lo disfruta.
Abro la guantera del coche y busco uno de los paquetitos cerrados que siempre tengo ahí con, claramente, chocolate. Kit kat para ser específica.
Cojo unos cuantos y tiendo otros tantos a Bhiell. No voy a mentir, ese gesto me cuesta la vida porque, joder ¡Es chocolate!, y el chocolate no se comparte.
Este me mira con cierta diversión al ver lo que me está costando fingir que realmente quiere darle mis chocolates, y como no, los acepta encantado luego de hacerse el interesante.
Estúpido.
Bhiell se desvía del camino a mi casa y lo miro con el ceño fruncido.
- ¿A dónde vamos? - Va a decir algo, pero lo interrumpo- Y ni se te ocurra decirme que es una sorpresa, porque no vuelvo a hablarte en la vida.
Su risa llena el espacio y me encanta, es de esas risas roncas y jodidamente sexys. No sé por qué, pero hay muchos chicos que tienen esa magia, ese encanto, de causar que te sonrojes cuando ríen. Es raro, pero me agrada.

ESTÁS LEYENDO
Cada estrella de tus ojos
Ficção AdolescenteNo puedo seguir engañándome así, fingiendo que no te miro, mientras siento las mismas mariposas que aquel día; que no se me contagia tu sonrisa, cuando en realidad solo intento ocultar la mía. No puedo seguir forzándome a creer que no siento nada, c...