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En el tranquilo consultorio médico, TN y Baji acompañaban a Mako, quien agarraba fuertemente la mano de TN, visiblemente nervioso por la perspectiva de recibir sus primeras vacunas

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En el tranquilo consultorio médico, TN y Baji acompañaban a Mako, quien agarraba fuertemente la mano de TN, visiblemente nervioso por la perspectiva de recibir sus primeras vacunas. El pequeño no sabía qué esperar, pero la idea de las agujas no le resultaba nada agradable.

TN: Mako, tranquilo. Estaremos aquí contigo, ¿de acuerdo?

Mako asintió, intentando controlar su ansiedad, pero sus ojitos revelaban una mezcla de miedo y curiosidad. Baji, por su parte, observaba a su hijo con ternura y preocupación.

Mako: ¿Va a doler mucho, papá?

Baji le revolvió el cabello a Mako con una sonrisa tranquila.

Baji: Solo un pinchazo rápido, hijo. Pero si necesitas soltar un grito o morder algo, no hay problema.

El pequeño Mako tomó esas palabras muy en serio. Cuando la enfermera llegó con las vacunas, Mako apretó los dientes, y Baji extendió su brazo para recibir el primer pinchazo. La enfermera, experta en manejar situaciones así, preparó la aguja y se acercó a Mako.

Enfermera: Esto será rápido, Mako. Un poquito de dolor y luego se pasa, ¿de acuerdo?

Mako asintió, pero su mirada ansiosa no se desvanecía. En un acto instintivo, mordió el brazo de Baji con todas sus fuerzas.

Baji: ¡Auch! ¡Mako, eso sí que dolió!

TN trató de contener una risa ante la expresión de sorpresa y dolor en el rostro de Baji. Mako, sin embargo, parecía satisfecho con su estrategia.

Enfermera: Bueno, parece que Mako encontró su propia manera de manejarlo. Sigamos con la siguiente vacuna.

A lo largo de la serie de inyecciones, Mako continuó mordiendo el brazo de Baji. Con cada aguja, el hombre sentía un dolor agudo por la mordida de su hijo. Aunque la situación era cómica, Baji no se quejaba. Estaba decidido a ser el soporte emocional que Mako necesitaba en ese momento.

Baji: Lo estás haciendo muy bien, Mako. Solo unas pocas más.

TN: Exacto! Pronto estará todo listo.

Mako, con su táctica de mordidas, logró atravesar la sesión de vacunas sin lágrimas. Cuando finalmente terminó, Baji tenía el brazo marcado con pequeñas huellas de dientes, pero Mako se mostraba orgulloso de su hazaña.

Mako: Lo hice, ¿verdad, papá?

Baji: ¡Así es, campeón! Eres todo un valiente.

La enfermera elogió a Mako por su coraje, y TN se unió para felicitarlo. Juntos, como familia, superaron ese momento y, aunque el brazo de Baji llevaba las marcas de las mordidas, todos compartieron una risa al salir del consultorio médico. Ese día, Mako descubrió que, a veces, enfrentar el miedo con una mordida puede ser una estrategia valiosa.


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Siendo padres - Tokyo revengers #2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora