Takemichi tomó a Raito en brazos con ternura, su corazón latiendo con fuerza mientras observaba al pequeño que yacía en sus brazos. Su mente estaba llena de preguntas y emociones encontradas, pero una cosa era segura: este bebé necesitaba amor y cuidado, y estaba decidido a brindárselo.
Al entrar a la casa, Hina lo recibió con una sonrisa, pero su expresión se transformó en sorpresa al ver a Raito en los brazos de Takemichi.
Hina: ¿Qué está pasando, Takemichi? ¿Quién es ese bebé?
Takemichi le dio una mirada significativa antes de explicarle lo que acababa de suceder. Mientras hablaba, Hina escuchaba con atención, su rostro reflejando una mezcla de asombro y comprensión.
Takemichi: Hina, parece que Manjiro nos ha dejado a su hijo. Lo encontré en el umbral, junto con esta nota.
Hina tomó la nota entre sus manos, su expresión se volvió seria mientras comenzaba a leer el contenido escrito por Manjiro.
Querido Takemichi,
No hay palabras para expresar el dolor y la confusión que siento al escribir estas líneas. Hoy te entrego a mi hijo, Raito, en tus manos, en la esperanza de que puedas brindarle el amor y el cuidado que merece.
Sé que este gesto puede parecer incomprensible y egoísta, pero te ruego que entiendas que lo hago por el bienestar de Raito. Mi corazón está lleno de miedo y dudas, y temo que no sea capaz de ofrecerle el amor y la protección que necesita en este mundo.
Al mirar a Raito, veo la imagen de su madre, y también la mía. Sus ojos reflejan mi propia alma atormentada, y su inocencia me recuerda lo frágil que es la vida. No puedo permitir que mi dolor y mis miedos oscurezcan su futuro.
Te confío a Raito, mi amigo, con la esperanza de que puedas darle un hogar lleno de amor y alegría. Sé que no soy el padre ideal, pero prometo que haré todo lo posible por cambiar y convertirme en la persona que Raito necesita que sea.
Te pido perdón por el peso de esta carga, pero confío en que eres el mejor amigo y la mejor persona para criar a mi hijo. Te estaré eternamente agradecido por este acto de generosidad y amor.
Con todo mi corazón,
Manjiro
Hina sintió un nudo en la garganta al leer las palabras de Manjiro. Era evidente que este era un acto de desesperación por parte de su amigo, una decisión tomada en medio del dolor y la angustia.
Hina: Takemichi, ¿qué vamos a hacer?
Takemichi miró a Raito con determinación en los ojos, sabiendo que esta era una responsabilidad que no podían ignorar.
Takemichi: Vamos a cuidar de él, Hina. Raito necesita un hogar y una familia que lo ame, y nosotros podemos ser eso para él. Lo aceptaremos como si fuera nuestro propio hijo.
Hina asintió con solemnidad, su corazón lleno de compasión y determinación.
Hina: Estoy de acuerdo, Takemichi. Raito merece una oportunidad en la vida, y nosotros podemos brindársela. Lo cuidaremos y lo amaremos como si fuera nuestro.
Takemichi le dio una sonrisa de agradecimiento a Hina, reconociendo el peso de esta decisión pero también la importancia de darle a Raito un hogar y una familia.
Takemichi: Gracias, Hina. Juntos, seremos una familia para él.
Con esas palabras, Takemichi y Hina se prepararon para recibir a Raito en su hogar, sabiendo que este era el comienzo de una nueva y valiente aventura llena de amor, cuidado y sacrificio.
Manjiro se sentía abrumado por los recuerdos que lo perseguían, así que decidió dar un paseo por el parque en busca de algo de calma y claridad en su mente.
Manjiro se sentó en la banca del parque, el frío del invierno se colaba entre los árboles desnudos. Sus pensamientos tumultuosos lo habían llevado hasta allí, buscando un momento de paz en medio de la tormenta que era su vida.
Un niño se acercó tímidamente y se sentó a su lado, sosteniendo un doriyaki entre sus pequeñas manos. Manjiro levantó la mirada y encontró los ojos familiares de su hijo, Raito, mirándolo con curiosidad.
Raito: ¿Te importa si me siento aquí?
Preguntó Raito con una voz suave, mientras mordisqueaba su dulce.
Manjiro se sorprendió al reconocer a su hijo, pero su corazón se llenó de emoción al verlo.
Manjiro: Claro, no hay problema
Respondió con una sonrisa, tratando de contener la oleada de emociones que lo invadía.
Raito observó a su padre por un momento, luego extendió su bufanda y la colocó con cuidado alrededor del cuello de Manjiro.
Raito. Aquí, no quiero que te resfríes
Dijo con ternura, sus ojos brillando con calidez.
Manjiro se conmovió por el gesto de su hijo, sintiendo un nudo en la garganta mientras contemplaba su dulzura y bondad.
Manjiro: Gracias, Raito
Murmuró, luchando por mantener la compostura frente a la abrumadora ternura de su hijo.
Los dos compartieron un momento de silencio, el crujido de la nieve bajo sus pies llenando el aire entre ellos. Manjiro quería decir tantas cosas, expresar todo el amor y el arrepentimiento que sentía en su corazón, pero las palabras se le atascaban en la garganta.
Finalmente, Raito terminó su doriyaki y se puso de pie.
Raito: Bueno, creo que tengo que irme
Dijo con una sonrisa tímida, mirando a su padre con ojos llenos de afecto.
Manjiro asintió con tristeza, viendo cómo su hijo se alejaba lentamente. Las lágrimas brotaron de sus ojos mientras lo observaba partir, lleno de un doloroso anhelo por el tiempo perdido y las oportunidades desperdiciadas.
Mikey: Raito... - susurró, apenas audible sobre el susurro del viento invernal.-
Perdóname...Pero sus palabras se perdieron en el aire frío, llevadas lejos por el viento, mientras Manjiro se quedaba solo en el banco del parque, enfrentando el peso abrumador de sus propias decisiones y arrepentimientos.
Les gustaria parte 3.
Muchas gracias por leer.
Pueden dejar sus pedidos.
Bye bye 💋💋
ESTÁS LEYENDO
Siendo padres - Tokyo revengers #2
Fiksi Penggemarsegundo libro con los personajes de Tokyo revengers